Así como ningún Estado del Antiguo Régimen estaba tan bien organizado como los modernos Estados democráticos para los horrores de la guerra (y no sólo en lo que respecta a los medios técnicos), ninguno le llega a la suela de los zapatos en lo referente a la represión interna y la defensa de su existencia. Por tanto, es lógico que, en el actual periodo de represión contra el movimiento revolucionario del proletariado, la participación en la vida política de los ciudadanos burgueses (o de su clientela) revista aspectos nuevos. Los partidos constitucionales, organizados para obtener en las consultas electorales populares una respuesta mayoritaria, favorable al régimen capitalista, ya no bastan. Es necesario que la clase social en la que descansa el Estado, le ayude en sus funciones, dadas las nuevas necesidades. El movimiento político conservador y contrarrevolucionario debe organizarse militarmente y, en previsión de la guerra civil, cumplir una función militar.
Amadeo Bordiga