Cuando el capitalismo se disfraza de «cambio»: el papel del «reformismo» socialdemócrata

Cándido Gálvez

El papel de la socialdemocracia en la historia del capitalismo

Durante más de un siglo, el capitalismo ha logrado sortear sus crisis no gracias a su fortaleza, sino a su capacidad para reconfigurarse estratégicamente. La socialdemocracia y los nuevos populismos reformistas han sido piezas claves en este juego: cuando el sistema tiembla, ellos lo apuntalan. Este artículo analiza cómo esas fuerzas han operado históricamente como salvavidas del capital, y por qué es urgente pensar en una alternativa verdaderamente anticapitalista.

Desde su nacimiento, el capitalismo ha demostrado una capacidad impresionante para saber adaptarse y sobrevivir. Cuando los pueblos se organizan, luchan y amenazan con transformar de raíz este sistema injusto, el sistema se reinventa.

Y lo suele hacer ofreciendo pequeñas concesiones que no cambian el fondo de la cuestión: la riqueza sigue concentrada en unas pocas manos y la mayoría sigue viviendo para trabajar y sobrevivir.

Esta es la función de la socialdemocracia y de los llamados populismos reformistas que han surgido en Europa en los últimos años. Se presentan como alternativas al neoliberalismo agresivo, pero en realidad lo que consiguen es mantener el sistema a salvo, dándole un respiro cuando está al borde del colapso.

El papel de la socialdemocracia en la historia del capitalismo

La socialdemocracia ha sido, desde principios de  siglo XX, la gran gestora de los momentos de crisis del capitalismo. Tras las grandes guerras mundiales o durante las crisis económicas, los gobiernos socialdemócratas ofrecieron políticas de bienestar social, como pensiones, sanidad pública o educación gratuita. Pero no debemos engañarnos: estas medidas nunca tuvieron como objetivo acabar con la explotación capitalista. Al contrario, buscaban proteger al propio sistema, evitando que las masas, empobrecidas y cansadas, se volcaran hacia opciones auténticamente revolucionarias.

En realidad, las reformas socialdemócratas actuaron como un freno. Estaban pensadas para calmar los ánimos, contener la protesta y hacer creer a la población que era posible «humanizar» el capitalismo, cambiar su rostro terrorífico. Sin embargo, la explotación del ser humano y de la naturaleza nunca dejó de estar en el centro del modelo económico. La socialdemocracia, por tanto, lejos de combatir el capitalismo, lo ha salvado en múltiples ocasiones .

Syriza y Podemos: promesas rotas que fortalecieron el sistema

En tiempos muy recientes, en Europa hemos visto aparecer nuevas formas de reformismo que tratando de seducir con una retórica radical  prometían un cambio profundo: Syriza en Grecia y Podemos en España. Ambas formaciones nacieron al calor de fuertes crisis económicas y sociales. Millones de personas, cansadas de los recortes y de la precariedad, pusieron sus esperanzas en estas nuevas fuerzas políticas. Pero lo que ocurrió después dejó claro que, una vez más, se trataba de una estrategia para contener la rabia popular y reconducirla dentro de los límites del sistema.

En Grecia, Syriza ganó las elecciones con un discurso valiente contra la austeridad impuesta por la Unión Europea y los grandes bancos. La población votó con la esperanza de romper las cadenas de la deuda y recuperar la soberanía nacional. Pero cuando tuvo que enfrentarse al poder real, Syriza se rindió. Aceptó las condiciones de la «Troika» (la Comisión Europea, el Banco Central Europeo y el Fondo Monetario Internacional) y aplicó con toda dureza los recortes que había prometido rechazar. En lugar de desafiar al capitalismo europeo, Syriza se convirtió en su administrador local.

En España, Podemos emergió de las movilizaciones del 15M con un discurso contra «la casta» política y económica. Criticaba los privilegios de las élites y prometía devolver el poder a la gente. Sin embargo, al llegar a las instituciones, Podemos abandonó sus posturas aparentemente más radicales. Se integró en el gobierno con el Partido Socialista, aceptando la lógica del sistema y gestionando, como cualquier otro partido, las políticas capitalistas que antes había criticado. De prometer un cambio real, pasaron a administrar el mal menor.

Reformismo: la estrategia del capitalismo para neutralizar el descontento

Lo que nos enseñan ambos casos es que el reformismo, lejos de ser una amenaza para el capitalismo, es una de sus principales defensas. Cuando las élites temen que el descontento popular se transforme en revolución, ofrecen generosos reformas superficiales para calmar los ánimos. A través de partidos como Syriza o Podemos, el sistema absorbe la protesta y la convierte en obediencia. Los cambios prometidos se diluyen en promesas vacías o en pequeñas mejoras que no alteran la estructura de poder.

Así, el capitalismo logra algo fundamental: evitar que la gente cuestione la raíz del problema. Se crea la ilusión de que «dentro del sistema» es posible conseguir justicia social, pero los hechos demuestran que no es así. Mientras las grandes fortunas aumentan y los recursos naturales se siguen saqueando, los gobiernos reformistas no pasan de ser gestores de la crisis, sin capacidad (ni voluntad) de transformar la realidad de fondo.

La necesidad de una alternativa anticapitalista real

Frente a este panorama, la conclusión es clara: no podemos seguir confiando en soluciones que nacen dentro del propio sistema capitalista. Necesitamos construir una alternativa que no busque «reformar» el capitalismo, sino superarlo por completo y acabar con él. Esto significa apostar por un modelo económico y social radicalmente distinto, que ponga en el centro la vida de las personas y del planeta, y no la ganancia privada.

La experiencia histórica nos enseña que los derechos nunca se han regalado desde el poder, sino que, por el contrario,  se conquistan desde abajo. Las luchas obreras, feministas, ecologistas y populares han demostrado que solo la movilización consciente, organizada y autónoma puede arrancar victorias reales. Por eso, es urgente abandonar las ilusiones reformistas y fortalecer los movimientos sociales que trabajan por una transformación profunda.

La socialdemocracia y el reformismo populista, como hemos visto, no son caminos hacia la emancipación, sino atajos que nos devuelven siempre al mismo punto de partida: un sistema que explota a las personas y destruye el planeta. La verdadera alternativa no pasa por gestionar mejor este sistema, sino por construir uno nuevo.

Fuentes:

https://canarias-semanal.org/art/37527/cuando-el-capitalismo-se-disfraza-de-cambio-el-papel-del-reformismo-socialdemocrata

Uso di Cookies

Questo sito utilizza i cookies per voi di avere la migliore esperienza utente. Se si continua a navigare si acconsente all'accettazione dei cookie di cui sopra e l'accettazione della nostrapolitica dei cookie, fai clic sul link per maggiori informazioni. Cookie Policy

ACEPTAR
Aviso de cookies