La pequeña burguesía y su papel en el proceso revolucionario

ODC

La pequeña burguesía juega históricamente un doble papel en el proceso revolucionario. De un lado, positivo; del otro, negativo.

Como señalo Lenin los obreros no sobrepasan espontáneamente los limites del reformismo y esto es así, por cuanto la explotación y la opresión a la que se ven sometidos hace que les este vedado en gran parte el acceso a la cultura, la posibilidad de conocer las experiencias de otros pueblos, el manejo directo de los elementos teóricos del socialismo científico.

La teoría revolucionaria, como consecuencia de lo anterior, debe ser llevada a los obreros “desde afuera” de su clase, al menos en la primera etapa de su formación política. Este es el aspecto positivo del rol que juega la pequeña burguesía en la revolución. Históricamente es la intelectualidad, de origen generalmente pequeñoburgués, la que lleva la teoría socialista a los obreros.

Sin embargo esto, y entramos en el terreno negativo, tiene costes y consecuencias perjudiciales para la clase obrera y la revolución protagonizada por el proletariado.

La clase obrera paga un alto precio por este aporte de la pequeña burguesía. Junto a la teoría revolucionaria, los intelectuales pequeñoburgueses llevan al movimiento obrero sus características de clase: el individualismo, la prepotencia, la pedantería, la vacilación ante las grandes decisiones, la visión política mezquina que los arrastra al sectarismo, al esquematismo, al cliché, a las maniobras sucias y rastreras, etc.

La pequeña burguesía suele caracterizarse por el engreimiento, la altivez, la prepotencia, la soberbia y el despotismo.

La pequeña burguesía suele producir las disputas fraccionales, las escisiones continuas y los debates de poca monta recubiertos de fraseología revolucionaria. Por esta razón es que también los partidos revolucionarios solo alcanzan su madurez cuando la clase obrera penetra profundamente en ellos, imprimiéndoles su sello de clase, transformándolos en verdaderos Partidos Comunistas.

Un principio comunista importante es ser humildes, es no creerse por encima de nadie, es no ir por ahí dando lecciones de superioridad ideológica. Escuchar a la gente sencilla, popular, tener paciencia, dialogar sobre los problemas cotidianos que los afectan, no espantar a nadie, tratar de sumar y organizar, en definitiva: no ser sectarios ante el pueblo.

Fuentes:

http://agendacomunistavalencia.blogspot.com.es/2016/06/la-pequena-burguesia-y-su-papel-en-el.html

 

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