Haití: La cara oculta del negocio “humanitario”

Larissa Costas

El primer país libre de nuestra América proclamó su independencia el 1 de enero de 1804.  La Revolución marcó la historia universal: fue la primera vez que un pueblo esclavizado se rebeló y emancipó. La abolición de la esclavitud en Haití fue determinante para la supresión del comercio transatlántico de personas. También fue determinante para la Independencia venezolana. No obstante, la recién nacida república -me refiero a Haití- no pudo evitar asfixiantes nexos de colonización impuestos por Europa y EEUU, que –incluso- se manifiestan en la contemporaneidad.

Los esposos Clinton tienen un oscuro prontuario en Haití. A menudo, Hillary apela a un recuerdo emocional para justificar su papel de capataces del imperio en la nación caribeña: “Vinimos aquí por primera vez juntos, justo después de casarnos, y nos enamoramos de Haití.”

Cómo Bill destruyó la actividad agropecuaria en Haití

En 1991, Jean Bertrand Aristide presidía Haití. Se ejecutó un golpe de Estado en su contra auspiciado por Estados Unidos.

Para 1994, con la hegemonía imperial a sus anchas, la dictadura militar haitiana le proporcionaba más dolores de cabezas que beneficios a la Casa Blanca.

Bill Clinton mandó 20 mil soldados estadounidenses en una operación irónicamente llamada “Restauración de la democracia” y restituyeron al Presidente Aristide en el poder.

El retorno tuvo un costo: Clinton le chantajeó para que liberara el comercio de arroz y bajara las tasas aduaneras del 50 al 3%, con lo que cereal estadounidense era un 40% más barato que el haitiano.

El objetivo era exportar los excedentes de arroz que se producía en Arkansas. La medida destruyó al sector campesino haitiano y disparó los índices de diabetes en la sociedad haitiana.

En el año 2010, Bill Clinton pidió disculpas públicas por haber obligado a Haití a reducir los aranceles al arroz subsidiado importado de EEUU.

Haití, el experimento de los Clinton

A juicio de Gabriel Fuks, “Haití es un “experimento” donde millones de dólares de asistencia nunca llegan a los necesitados y son “devorados por distintas entidades” como la Fundación Clinton.

Esta no es una opinión aislada. La famosa Revista Político ilustró a los Clinton como el Rey y la Reina de Haití. En las últimas dos décadas, la pareja ha jugado un papel crucial en la política haitiana, imponiendo a líderes nacionales e inoculando a las corporaciones.

“Esta red de poder y dinero ha dejado marcas indelebles en casi todos los aspectos de la economía haitiana”. Político cita también a la prensa local que, cargada de sarcasmo, les acusa de encabezar un régimen colonial donde Clinton es “Le Gouverneur”.

Clinton, el vulgar pirata que robó el tesoro del terremoto

Tras el nombramiento de Hillary Clinton como secretaria de Estado en el 2009, Bill fue designado como enviado especial de la ONU en Haití. Eso facilitó a los Clinton ampliar el espectro de influencia sobre las decisiones de ayuda extranjera en el pequeño país.

Luego del terremoto que devastó a Puerto Príncipe en el año 2010, Bill Clinton fue designado “Copresidente de la Comisión Interina para la Reconstrucción de Haití”. Según Wall Street Journal, “el Departamento de Estado empezó a dirigir a los interesados en competir por contratos para la reconstrucción del país a la Fundación Clinton.”

En Haití, menos del 1% de la ayuda de emergencia fue administrado través del gobierno o de organizaciones haitianas. El 99% lo gestionaron contratistas extranjeras y ONG’s internacionales.

Durante los meses que siguieron al terremoto, la USAID otorgó casi $ 200 millones en contratos de ayuda y reconstrucción, pero sólo el 2,5% del dinero se había destinado a empresas haitianas.

En el 2016, una serie de correos desclasificados demostraron que durante la gestión de Hillary como secretaria de Estado, los “friends of Bill” recibían prioridad para ejecutar donaciones que, posteriormente, los colocaba a la cabeza de la adjudicación de contratos para la reconstrucción.

A principios de este año se pudo conocer que “fiscales y agentes del FBI investigan a la Fundación Clinton ante sospechas de corrupción.”

Hillary, la electora en Haití

Según la información, Hillary “presionó al entonces presidente René Préval con la pérdida de ayuda estadounidense e internacional a menos que los resultados electorales cambiaran para ajustarse a la recomendación de la OEA”. Así Michel Martelly, que había quedado en el tercer lugar, pasó a segunda ronda y ganó unas elecciones con sólo un 25 por ciento de participación.

Entre los correos electrónicos de Clinton, se cuela la euforia de la Jefa de Gabinete de la Secretaria de Estado, Cheryl Mills, por los resultados electorales. Felicitaba al personal de la embajada escribiendo:

“Han hecho unas elecciones grandiosas…¡Podemos hablar sobre cómo va el recuento! Es una broma. Un poco :).”

Durante el gobierno de Martelly jamás se realizaron elecciones. Los períodos de los miembros del parlamento concluyeron y la situación se agravó hasta el punto en que sólo 11 funcionarios estaban vigentes en sus mandatos. Para entonces, The New York Times narraba cómo los haitianos hablan de “los Clinton con el mismo desprecio que reservan para algunos de sus antiguos líderes”.

Durante 13 años, la ONU mantuvo una fuerza de ocupación en Haití. La  Misión de Estabilización de las Naciones Unidas en Haití (Minustah) se instaló con el pretexto de preservar la paz y la estabilidad del país tras el otro golpe militar contra Jean Bertrand Aristide también promovido por Estados Unidos y por Francia en el año 2004.

Aunque la ONU anunció su retiro el año pasado, dejaron como sucesora la misión Minujusth, orientada “al respaldo de la policía haitiana”, lo que ha sido denunciado por las organizaciones sociales como una prolongación de la ocupación. El pasado 1 de marzo, el primer ministro del país acusó a la nueva misión de injerir en los asuntos internos.

Por qué algunos países se prestan para ocupar Haití

Hacer parte de las fuerzas de ocupación de la ONU es un negocio: el pago en divisas a los soldados que provienen de países pobres les proporciona mejoras a la oferta salarial de los uniformados. La vinculación con cuerpos armados de otros países o su estancia en lujares lejanos entrena a los soldados en tácticas de combate. Los gobiernos también obtienen ofertas para la compra de armamento. Otros emplean su participación dentro de la fuerza de ocupación como una tarjeta de presentación para negociar tratados de libre comercio y obtener la flexibilización de ciertas políticas internacionales. Todo a costa de la vida y el desarrollo de las naciones más desprotegidas porque esas misiones no llegan a la paz, sino a la guerra.

Camille Chalmers, secretario de la Plataforma Haitiana por la Defensa de un Desarrollo Alternativo denunció que la Misión de la ONU en Haití no era “humanitaria” sino que se insertaba “dentro del proyecto de la militarización integral del Caribe” y de “recolonización de toda la región”.

La ocupación de la Minustah sirvió para abrir el paso a la explotación minera las empresas estadounidenses, francesas y canadienses sobre los recursos estratégicos de Haití.

Aún habían haitianos debajo de los escombros cuando el embajador de los Estados Unidos en Haití ya anunciaba la fiebre del oro, según se conoce gracias a Wikileaks.

Los sondeos realizados por una compañía canadiense demostraron la existencia de oro, plata y cobre por un monto que ronda los 20 mil millones de dólares. Y todas estas riquezas para la cofradía imperialista eximida de impuestos y de normativas jurídicas. Por un lado, las trasnacionales despojaban a los campesinos de sus tierras y por la otra contrataban la mano de obra barata de millones de haitianos para explotarlos en minas y maquilas.

ONU: Absolutamente Mortal

La permanencia de la Misión de la ONU dejó en Haití decenas de miles de personas fallecidas por cólera. Según informes de la propia organización “la falta de saneamiento en un campamento de las fuerzas de paz de la ONU permitió que las aguas residuales se filtran” en el caudal del río Artibonito. El documento reconoce que  sin la negligencia de los cascos azules, la epidemia no habría tenido lugar. Después del paso del Huracán Matthew se registró un nuevo brote de la enfermedad, pero se trataba de una cepa más agresiva. La investigadora Dady Chery, declaró a Sputnick que “la ONU trajo el cólera a Haití en dos ocasiones”.

En 2017 se registraron 12 mil 800 pacientes síntomas similares al cólera y 146 fallecidos por la enfermedad. Es el menor índice anual de casos sospechosos de cólera desde el brote causado por los cascos azules.

Violaciones de Derechos Humanos a cargo de la preocupada “comunidad internacional”

En los dos primeros años de ocupación, la Misión de las Naciones Unidas dejó 74 civiles asesinados, según la Plataforma de Organizaciones Haitianas por los derechos humanos. También fueron señalados de ejecutar torturas en contra de ciudadanos.

Para el año 2004, se duplicaron las denuncias abusos sexuales ejecutadas por miembros de la MINUSTAH. De las 121 denuncias de explotación sexual, 105 iban dirigidas en contra de los cascos azules, según datos del entonces Secretario General de la ONU, Koffi Annan.

En 2008, Save the Children reiteró las acusaciones cuando divulgó el estudio “No one to turn to”.

En 2011, el joven de 18 años Johnny Jean, denunció haber sido víctima de asalto sexual por parte de seis militares uruguayos de la Minustah. El joven haitiano viajó a Uruguay, para identificar ante un tribunal a los agresores y presentar un video casero que registró la violación. Los acusados dijeron que se trató de una “broma”. Bajo distintos cargos de responsabilidad, cinco de ellos fueron condenados a prisión por períodos de tiempo comprendidos entre 4 meses y 3 años. Pepe Mujica pidió disculpas.

En 2012, dos soldados pakistaníes de la ocupación de la ONU en Haití fueron sentenciados a un año en prisión con trabajos forzados después de un juicio que los halló culpables de abuso y explotación sexual.

“En una investigación sobre las misiones de la ONU en los últimos 12 años, The Associated Press encontró casi 2.000 denuncias contra cascos azules y otro personal del organismo por abuso y explotación sexual”. El informe revela que en Haití existió una red de abuso infantil perpetrada por los cascos azules. Unos 114 soldados acusados de escándalos sexuales fueron enviados de vuelta a sus países, pero ninguno fue encarcelado, ni se ha reparado a las víctimas.

A principios de este año, 15 empleadas de la ONU aseguraron haber sufrido acoso y abuso sexual en los últimos cinco años, agresiones que iban desde ataques verbales hasta violaciones. Según The Guardian, altos funcionarios de la ONU están siendo investigados por acoso sexual.

Recientemente el Gobierno Británico ordenó una investigación a la división británica de la Oxfam (recordemos que se trata de una confederación de la que hacen parte unas 20 organizaciones jurídicas independientes). Miembros del personal de asistencia humanitaria en Haití utilizaron el dinero de la ONG para pagar a trabajadoras sexuales durante la misión supuestamente destinada a atender a las víctimas del terremoto en el año 2010.

Luego de que estallara el escándalo, The Guardian filtró nuevas acusaciones que implicaban a personal de la Oxfam en la contratación de trabajadoras sexuales en Chad durante el año 2006. La Oxfam admitió la veracidad de los hechos y reconoció que inició una investigación interna en 2011, en la que determinaron la comisión de “abuso y explotación sexual” en Haití. La propia organización informó que tres de los investigados amenazaron físicamente a las víctimas haitianas durante las pesquisas. Cuatro personas fueron despedidas y otras tres renunciaron, entre ellos el director de la ONG en Haití y en Chad, Roland van Hauwermeiren. Una de sus compañeras le acusó de tener una conducta sexual inapropiada durante una misión en Liberia en el 2004. Luego del escándalo la ONG recibió 26 denuncias de abuso sexual adicionales. Según el Presidente Ejecutivo, Mark Goldring, 7.000 personas se han dado de baja de la ONG a raíz de los escándalos conocidos recientemente.

Siguiendo en el lado oscuro de la asistencia humanitaria, la Organización Médicos Sin fronteras recibió 146 denuncias en su contra en 2017, de las cuales sólo admitió 24 casos que “abarcan abusos de poder, discriminación, hostigamiento y otras formas de comportamiento inadecuado”.

Desde el 2015 han sido identificados 21 miembros del personal de la Cruz Roja Internacional “que fueron despedidos por pagar servicios sexuales o que renunciaron durante una investigación interna” sobre conducta sexual inapropiada.

La ex canciller argentina Susana Malcorra y el Alto Comisionado de los Derechos Humanos de la ONU, el príncipe Zeid Ra’ad Al-Hussein, participaron del encubrimiento del abuso de 16 niños en la República Centroafricana por parte de las tropas francesas del Cuerpo de Paz, hecho documentado por Unicef. Un tribunal independiente nombrado por el entonces jefe de la ONU, Ban Ki-moon, determinó que Malcorra fue responsable de una “grave falla institucional, al pasar la investigación de las violaciones, de mesa a mesa sin detenerse a estudiarla”.

El punto común, al saberse descubiertos, es hacer un mea culpa y disertar sobre la “cultura de abusos” de todo tipo, desde políticos hasta sexuales. Como ciervos redimidos aparecen los verdugos en el confesionario, exorcizan las culpas con un rezo, mientras la víctima se diluye en una atmósfera de llanto y silencio.

Fuentes:

Haití: La cara oculta del negocio “humanitario”

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