¿El Papa Francisco contra el capitalismo? Aunque a la mona la vistan de seda, mona se queda

Máximo Relti

Según escribe nuestro colaborador Máximo Relti, en los ámbitos mediáticos «progresistas»,se difundió estos últimos días que Papa Francisco habia condenado de de manera explícita al sistema capitalista, en el curso de una homilia dominical… ¿Responde esa afirmación a lo que realmente sucedió? ¿Cuál ha sido historicamente la posición del Vaticano en relación con el sistema económico capitalista? ¿Se ha producido con Francisco un cambio en las posiciones tradicionales de la Iglesia Católica frente a este sistema?

Curioso y deliberadamente críptico el mensaje que pronunció el Papa Francisco el pasado domingo, durante la celebración de una misa en la cripta de la basílica de San Francisco, en Italia.

El Papa, ante el colapso sistémico que se ha producido con motivo de los efectos de la pandemia, aseguró lo que es una evidencia: que las «teorías mágicas» del «capitalismo de mercado» -(¿existe algún otro?)- han fracasado. Y que por ello el mundo, -agregó Francisco– requiere una «nueva clase política» que fomente «el diálogo y la solidaridad y rechace la guerra».

Los titulares con los que determinados medios de comunicación acogieron las palabras de Francisco han sido intencionadamente sobredimensionados. Los grandilocuentes titulares pintaban muy bien desde el punto de vista periodístico. Pero, sobre todo, abrían las espectativas de una desconcertada ciudadanía que con declaraciones como estas, podía entender que en Roma se encontraba un firme y valiente valedor de sus intereses.

Los medios del llamado ámbito mediático «progresista», afines a las propuestas socialdemócratas de un pretendido capitalismo de «rostro humano», se han encargado de enfatizar engañosamente en sus cabeceras que el Papa había proclamado urbi et orbi que el capitalismo había fracasado”. La verdad, en cambio, es bien diferente. Es totalmente incierto que el Papa condenara el pasado domingo al sistema capitalista como artífice de las actuales desgracias ocasionadas en el planeta, como consecuencia del desarrollo desenfrenado de este modo de producción.

En estos tiempos, en los que la manipulación del lenguaje y los conceptos ha sido convertida en un peligroso instrumento ideológico para provocar la confusión, hay que ser esmeradamente cuidadoso a la hora de analizar los mensajes. Hoy resulta más necesario que nunca desenmascarar los discursos políticamente fraudulentos, cuyo objetivo no es otro que neutralizar los deseos de cambios reales de amplios sectores de la población, tratando de impedir que estos tomen conciencia de cual es realmente el «estado de la cuestión» y puedan asumir las consiguientes e imprescindibles tareas de su propia auto organización.

¿QUÉ DIJO REALMENTE EL PAPA FRANCISCO EL DOMINGO?

Realmente lo que el Papa argentino dijo el pasado domingo fue que la pandemia había confirmado su creencia de que las instituciones económicas y políticas deberían de ser reformadas. Y que lo que él denominó como la actual «clase política», debería ser sustituida por otra.

Si realmente el Papa Francisco hubiera deseado la desaparición del actual sistema capitalista le hubiera bastado con pronunciarse a favor de ello, en lugar de recurrir a maniobras de despiste con propuestas de «reformas» y «cambios de fachada» de un sistema que, por contradictorio y altamente peligroso para la sobrevivencia de la especie humana, no admite ningún tipo de maquillajes ni afeites.

Pero es más. En su mensaje dominical el Papa no se pronunció por el reemplazo de las clases poderosas que detentan el poder económico, sino tan solo por una peregrina sustitución de los políticos que representan sus intereses económicos en las instituciones. O sea, el conocido principio lampedusiano: cambiar algunas cosillas por aquí y por allá, para que esencialmente nada cambie.

En el discurso papal del domingo no hubo, pues, la más mínima novedad que no se conociera ya en los ambiguos discursos y Encíclicas papales a lo largo de los dos últimos siglos.

LA CONFUSIÓN EN EL LENGUAJE Y LOS CONCEPTOS: UN PODEROSO INSTRUMENTO IDEOLÓGICO

Y es que ante la situación por la que está atravesando el planeta, ningún dirigente político actual, a diferencia de lo que sucediera en las décadas anteriores, sería capaz de «vender» la idea de que estamos viviendo en el mejor de los mundos posibles. Una afirmación de ese calibre no solo los dejaría en evidencia sino que, además, los desacreditaría definitivamente. Y el Papa, en ese sentido, no es una excepción.

Resulta obvio que el panorama económico y social que vivimos no es públicamente defendible. Ni siquiera sus propios artífices son capaces de defender la pavorosa depauperización social, el paro masivo, la marginalidad, la falta de viviendas, la ausencia de perspectivas para la mayor parte de la juventud… Esa es la razón por la que una buena parte de los políticos institucionales, como genuinos representantes de las clases poderosas que son, envuelven cuidadosamente en el celofán de presuntas intenciones reformistas futuras un proyecto que nunca acaba de llegar.

En estos últimos años, incluso, algunos destacados políticos europeos, estremecidos por las sacudidas de la última crisis económica capitalista, osaron hablar de una hipotética «refundación del capitalismo». La realidad es que detrás de aquellos mensajes sólo se escondían palabras y, también, el deliberado propósito de impedir que las clases sociales laceradas por los efectos de la crisis capitalista reaccionaran organizándose y poniendo en marcha un proceso político movilizador que permitiera la destrucción del sistema económico vigente.

¿GIRO SOCIAL EN LA TRAYECTORIA HISTÓRICA DE LA IGLESIA?

Cuando la clase trabajadora irrumpió vigorosamente el siglo XIX en los países industriales europeos como consecuencia del vertiginoso desarrollo del sistema capitalista, las Encíclicas y mensajes papales se empezaron a mover invariablemente en el terreno de una calculada ambigüedad. Ya no era cuestión de defender abiertamente, y sin rubor, como hicieron antaño, al hasta entonces indiscutido poder de los Reyes, de la aristocracia y los terratenientes. Nuevas clases sociales se habían incorporado al escenario social europeo sustituyendo a las viejas clases feudales. Consecuentemente la Iglesia se vio obligada a cambiar parte del contenido de sus mensajes, sin por ello olvidar que como institución tenía también el propósito de continuar siendo leal servidora de las clases sociales que ahora detentaban en régimen de monopolio el poder económico y político.

A partir de entonces, el Vaticano tuvo que atender a un frente de «clientes» socialmente distintos y con intereses claramente contrapuestos. Por una parte se encontraba la nueva burguesía ascendente, que había copado el poder de la economia y del aparato del Estado. Por la otra, millones de creyentes y feligreses catolicos que, desde la ignorancia y la indigencia económica, continuaban teniendo en la Iglesia a una redentora referencia para el más allá.

Ubicada ante una tesitura supuestamente ambivalente, ya entonces los Papas se empezaron a pronunciar en sus Encíclicas y Pastorales a favor de indefinidas reformas que hicieran del capitalismo un sistema «menos malo», propagando la esperanza de que tales cambios podrían llegar a través de las apacibles vías de la acción caritativa de los más poderosos hacia los desheredados de este mundo.

FRANCISCO ES UNA CONTINUIDAD HISTÓRICA, CON LENGUAJE DEL SIGLO XXI

El Papa Francisco no sólo no ha roto con esa tradición supuestamente «neutral» y «equidistante» de la Iglesia Católica, sino que, además, ha tratado de reforzarla utilizando un lenguaje renovado –sólo un lenguaje– destinado a prococar impacto en los incautos, que en una sociedad políticamente desarticulada como la nuestra, no son pocos.

Dicho de forma resumida, el pasado domingo, Francisco se limitó a dar tres de cal y media de arena. Ni más, ni menos. Y, seriamente, para ese cansino viaje, tantas veces recorrido por el Vaticano, no se necesitaban ni las alforjas, ni las alharacas que han montado los medios de comunicación afines a nuestra ilusionada y variopinta socialdemocracia española.

Fuentes:

https://canarias-semanal.org/art/28768/el-papa-francisco-contra-el-capitalismo-aunque-a-la-mona-la-vistan-de-seda-mona-se-queda

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