Los partidos liberales de todos los matices colaboraron en la revolución de 1848-1869, y hoy no se privarían del derecho de oponerse por la fuerza a cualquier intento de fuerza de derrocar la Constitución. Los centristas reconocen a la Iglesia como al poder más elevado, por encima del Estado, como un poder que en un caso dado podría, en consecuencia, hacer de la revolución un deber. Y esos son los partidos que nos exigen que nosotros, sólo nosotros de entre todos, declaremos que en ninguna circunstancia recurriremos a la fuerza, y que nos someteremos a toda opresión, a todo acto de violencia, no sólo tan pronto como sea legal meramente en la forma "legal según lo juzgan nuestros adversarios" sino también cuando sea directamente ilegal.
Friedrich Engels