El hombre que se encuentra en una situación materialmente privilegiada se inclina siempre a considerar cada reforma que modifica o mejora el régimen social como una violación a su libertad y un acto arbitrario. Así califica, por ejemplo, entre otras cosas, cualquier reducción de sus rentas. En el transcurso de una revolución, no sólo el hecho de ser encarcelado, de ser privado de la libertad de palabra y de ser fusilado aparecen como una violencia, sino hasta el de ser privado de ventajas jurídicas y económicas, de las cuales podía gozar anteriormente. Por el contrario, el hombre que materialmente se hallaba desheredado verá en la reorganización de la sociedad una libertad, y para él la violencia residirá precisamente en la conservación de un régimen bajo el cual era desgraciado y estaba privado de bienes materiales.
Nicolás Berdiaeff