Hansi Quednau
La reunificación alemana en 1990, celebrada por los medios de comunicación como un triunfo de la libertad y la democracia, marcó el inicio de un proceso de transición económica salvaje que dejó profundas heridas en la ex República Democrática Alemana (RDA).
Karl Döring, exfuncionario de la RDA y testigo de primera línea, narra en este reportaje las contradicciones y el sufrimiento que supuso el cambio abrupto de un sistema planificado socialista al capitalismo.
En este reportaje exploramos aquella amarga experiencia a través de sus vivencias y los testimonios de otros afectados, revelando cómo la imposición del capitalismo transformó radicalmente la vida de millones de personas.
DE LA ESPERANZA INFUNDADA AL CAOS: EL INICIO DE UNA ERA INCIERTA
Para muchos alemanes del Este, la reunificación llegó cargada de expectativas.
“Pensábamos que íbamos a disfrutar lo mejor de ambos mundos: nuestra solidaridad social y la prosperidad económica del Oeste”,
recuerda Helga, una ex enfermera de Leipzig, en un informe de la Fundación Friedrich Ebert. Sin embargo, pronto los alemanes del Este descubrieron que sus sistemas de trabajo y vida eran desmantelados sin el más mínimo miramiento.
“De repente, nos dijeron que éramos obsoletos, que nuestro modo de vida no valía nada”,
lamenta Helga, cuyo hospital cerró apenas un año después de la unificación.
Karl Döring, quien dirigía Eisenhüttenkombinat Ost (EKO), una de las acerías más modernas de la RDA, compartió un sentimiento similar.
“La planta no era solo una industria; era el corazón de toda la región. Si la planta muere, muere también la ciudad”,
recuerda Döring en una entrevista con el Berliner Zeitung. A pesar de sus esfuerzos por salvarla, el EKO se convirtió en símbolo de la marginación del Este frente a las prioridades del mercado occidental.
TESTIMONIOS DE UNA EXCLUSIÓN SISTEMÁTICA
El Treuhandanstalt, la agencia encargada de privatizar los bienes públicos de la RDA, ejemplifica la desconfianza hacia los alemanes del Este. Döring, nombrado vicepresidente del Consejo de supervisión, pronto descubrió que su rol era más simbólico que efectivo.
“Mis colegas occidentales nos veían como obstáculos”, relata. “De forma insidiosa, fuimos eliminados de las reuniones y procesos de toma de decisiones” (Berliner Zeitung).
Günther, un ingeniero químico que trabajó en el sector energético de la RDA, compartió su experiencia en un artículo del Diario Neues Deutschland:
“Nos trataban como si todo lo que hubiéramos logrado no tuviera valor. Pero los procesos industriales del Este no eran tan atrasados como nos querían hacer creer. Simplemente, no les interesaba conservar nada que no encajara con sus intereses económicos”.
LA DEVASTACIÓN SOCIAL Y EL DESARRAIGO
Los efectos del desempleo masivo no tardaron en hacerse sentir. En Eisenhüttenstadt, donde la siderúrgica empleaba a 12,000 personas, la tasa de paro superó el 20% en la década de 1990. Para Bernd, un operario de la acería entrevistado por el archivo oral del Museo de la RDA, el cierre de la planta resultó devastador:
“Trabajé allí desde los 18 años. Toda mi vida giraba en torno a mi trabajo, mis compañeros y mi familia. Cuando nos despidieron, era como si nos arrancaran el alma”.
En una situación similar, Renate, una antigua trabajadora de una textil de Karl-Marx-Stadt, contó su experiencia en un reportaje de la Fundación Rosa Luxemburgo:
“Nos ofrecieron indemnizaciones ridículas. A los 55 años, me dijeron que me jubilara. Pero ¿qué se supone que haces con tantos años por delante y sin ingresos decentes? Me sentí inútil”, relata entre lágrimas.
El impacto no se limitó solo a la economía familiar.
“Nuestros clubes deportivos desaparecieron, nuestras escuelas perdieron recursos, y las actividades culturales se extinguieron”,
cuenta Ingrid, quien dirigía un grupo de teatro comunitario en Rostock, entrevistada para un documental del canal Arte Alemania. La desaparición de estas estructuras sociales, que estaban financiadas por el Estado, dejó a las comunidades desprovistas de espacios de cohesión y apoyo mutuo.
EL COSTO PSICOLÓGICO DE LA TRANSICIÓN
Hans-Jürgen, un psicólogo que trabajó en clínicas de salud mental en los años posteriores a la reunificación, explicó los efectos psicológicos en una entrevista para el periódico Süddeutsche Zeitung:
“La identidad de estas personas estaba profundamente ligada a sus trabajos y comunidades. Cuando todo eso desapareció, se enfrentaron a un vacío existencial. El alcoholismo, la depresión y los suicidios aumentaron drásticamente”.
Anita, una joven que creció en el Este durante la transición, relató al archivo oral del Instituto Leibniz de Historia Contemporánea cómo el desempleo de sus padres afectó su infancia:
“Mi madre pasó de ser una orgullosa profesora a limpiar oficinas por un salario mínimo. Mi padre se quedó en casa todo el día. Nunca los vi felices de nuevo”.
REFLEXIONES SOBRE LA ECONOMÍA PLANIFICADA
Döring, aunque crítico con lo que él considera modelo rígido de planificación central de la RDA, indica que la transición podría haberse gestionado de forma menos destructiva.
“Una economía planificada no tiene por qué ser ineficaz. Si se establecen objetivos realistas, se da autonomía a los responsables locales y se respetan las dinámicas del mercado, puede funcionar mucho mejor que un sistema basado únicamente en el lucro”, afirmó en el Berliner Zeitung.
Gisela, una economista retirada, compartió esta visión en un artículo de la revista Die Zeit.
“El problema no era la planificación en sí, sino la falta de flexibilidad. Pero al imponer el capitalismo, no se solucionaron los problemas; solo se crearon otros nuevos. Ahora, los intereses del capital prevalecen por encima de las necesidades humanas”, aseguró.
UN LEGADO DE RESENTIMIENTO
Los años posteriores a la unificación dejaron un profundo sentimiento de humillación en los alemanes del Este. Este resentimiento, según estudios recientes recopilados por la Fundación Friedrich Ebert, alimenta ahora el apoyo a movimientos populistas como Alternativa para Alemania (AfD).
“La gente siente que fueron traicionados, que se les prometió prosperidad y lo único que recibieron fue desarraigo” (Berliner Zeitung).
Para Helmut, un ex sindicalista entrevistado por el canal DW Documental, el problema va más allá de la economía:
“Se destruyó nuestra identidad. El mensaje era claro: ‘Tu pasado no tiene valor, tu experiencia no importa, y tus logros son irrelevantes’. Eso todavía duele”.
Los testimonios de personas como Döring, Bernd, Ingrid y Renate ilustran que la transformación no solo se trató de números, sino de vidas humanas.
Fuentes consultadas:
- Berliner Zeitung: Entrevista con Karl Döring.
- Fundación Friedrich Ebert: Informes sociales y económicos.
- Museo de la RDA: Archivo oral de testimonios.
- Fundación Rosa Luxemburgo: Historias personales y análisis.
- Diario Neues Deutschland: Artículos sobre industrias del Este.
- Arte Alemania: Documentales sobre el impacto social de la reunificación.
- Süddeutsche Zeitung: Reportajes psicológicos.
- Instituto Leibniz de Historia Contemporánea: Testimonios históricos.
- Revista Die Zeit: Análisis económicos.
- DW Documental: Entrevistas con líderes sindicales.
Fuentes:
https://canarias-semanal.org/art/32439/transicion-salvaje