Raúl Antonio Capote
En su guerra contra el socialismo en Europa, la CIA y los servicios especiales occidentales aplicaron el principio de influir, de forma directa, en el sector de la cultura, para implicar a artistas y escritores en sus proyectos, estimulando la desilusión y explotando al máximo errores y desviaciones.
A diferencia del espionaje, en que el actor es consciente de para quién trabaja, en la guerra cultural un intelectual o un artista, no siempre es consciente de que es manipulado. De esa forma, puede llegar a reflejar, en sus obras, opiniones de impacto social favorables a intereses que le son ajenos.
La CIA trabaja sobre los valores y debilidades de los sujetos; ejerciendo influencia sobre las emociones y sentimientos como el miedo, el odio, la arrogancia, la envidia y la autosuficiencia, para crear determinados estados de ánimo y desconectar el sentido común.
Los manipuladores aprovechan momentos de crisis para actuar. Por ejemplo, una situación económica compleja, una catástrofe, una epidemia, etc.
Cuando a la agencia le conviene la obra de determinado autor o artista, consciente o inconscientemente a su servicio, todo el gran aparato creado por ellos para la cruzada cultural se pone en acción. Si se trata de un libro, este es publicado en una gran editorial y promocionado inmediatamente a gran escala.
La señal queda clara, imitar al «triunfador» puede ser la clave del éxito. Ese mecanismo funciona también en sentido contrario: a los «no correctos», a los críticos «intransigentes» del capitalismo, a los que no se pliegan, les espera el silencio.
Durante el enfrentamiento al socialismo europeo, el ostracismo, las campañas de asesinato de la reputación, el chantaje emocional, la utilización, incluso, de situaciones personales complejas, eran herramientas utilizadas para quebrar la entereza de las víctimas. Hoy, con el avance de las nuevas tecnologías, esas armas han multiplicado exponencialmente su alcance y capacidad de daño.
Medios digitales, Netcenter, influencers, haters, ciberacosadores al servicio de Washington, armados con la última tecnología, lanzan contra las personas blanco de sus ataques, todo el arsenal acumulado en años de experiencia manipuladora y destructora, con el fin de acorralar y rendir a los sujetos seleccionados.
Artistas, intelectuales y académicos cubanos, han sido objeto de una sistemática campaña de influencia motivacional, pura y dura, unida al chantaje económico para construir un estado mental que los lleve a actuar, más allá de toda lógica, en contra del sentido de su propia existencia.
Quien se detenga unos minutos a leer el Plan Bush de «Asistencia a una Cuba libre», cuya esencia tiene plena vigencia, descubre desde las primeras líneas, que al imperio y a sus servidores no les interesa en una Cuba sometida, ni la ciencia ni mucho menos la cultura.
Teniendo que optar entre la verticalidad esclarecedora o el discurso rastrero, algunos aceptan las reglas de juego de sus «domadores» y pagan el precio de dejar de ser.
Los cubanos, acostumbrados a años de asedio; nacidos, la inmensa mayoría, bajo la presión y la amenaza constantes de la guerra, han desarrollado el instinto de rebelión y de resistencia, forjado en años de lucha, el cual los hace resistir con éxito y vencer, aunque a algunos se les aflojen las piernas y nieguen de rodillas lo que sus padres gloriosos ganaron de pie.
Fuentes:
http://www.granma.cu/mundo/2021-03-26/ser-o-no-ser-el-yugo-o-la-estrella-26-03-2021-21-03-50