Carlos Rafael Rodríguez
Se está hablando mucho en nuestro días de la utilización de armas químicas para la guerra. Pero ¿sabías que fue España uno de los primeros países en utilizar el «gas mostaza» en contra de los insurrectos independentistas norteafricanos, en la década de los años 20 del pasado siglo?
Varios países occidentales han amenazado con lanzar un ataque militar conjunto en contra de Siria, en respuesta a la presunta utilización por parte del gobierno de ese país de elementos químicos para combatir a sus enemigos. Sin embargo, a estas alturas el Pentágono no ha sido capaz de aportar pruebas fehacientes de que este tipo de armas hayan sido utilizadas.
Sin embargo, simultáneamente a estos acontecimientos, Rusia ha mostrado su preocupación por la detección de varios laboratorios microbiológicos administrados por EEUU cerca de sus fronteras. De acuerdo con las informaciones aportadas por los rusos, tales laboratorios estarían ubicados en Asia Central.
Así lo reveló la portavoz del Ministerio de Asuntos Exteriores ruso, María Zajárova. Según explicó la alta funcionaria, los citados enclaves han sido creados en el marco de programas financiados por el Pentágono para la construcción de una red de laboratorios microbiológicos en Transcáucaso y Asia Central. Zajárova se refirió, específicamente, a un centro inaugurado en 2013 en la ciudad de Tiflis, capital de Georgia.
La diplomática estimó que en “semejantes centros se pueden estar llevando a cabo estudios que no respondan solo a los intereses del bienestar sanitario de los países vecinos, sino a otras finalidades menos humanitarias».
La cuestión, en cualquier caso, provoca una «preocupación especial» en Rusia.
La historia de este tipo «experimentos», que tienen por objetivo la aniquilación destrucción o incapacitación de potenciales enemigos, se remonta a muchos años atrás. Ya fueron utilizados desde la misma Antigüedad No obstante, las armas químicas, propiamente dichas, se emplearon por primera vez durante la Primera Guerra Mundial, infringiendo la muerte a miles de contendientes y ocasionándoles malformaciones, ceguera y dolorosas secuelas a quienes tuvieron la desgracia de sufrir sus dramáticos efectos.
Pero no sería hasta 1943, con el uso de bombas de napalm en la guerra de Vietnam, cuando se empezó a utilizar este tipo de armas de manera planificada, con el objetivo de aterrorizar a la poblacion civil y liquidar de forma masiva a los vietnamitas que luchaban por la liberación de su país.
Estados Unidos hizo uso, igualmente, de ingentes cantidades de un defoliante conocido como «agente naranja» en el curso de la Guerra de Vietnam. Su uso provocó la aparicion de graves malformaciones en los descendientes de aquellos que se vieron expuestos a estas sustancias, alcanzando sus efectos, incluso, hasta dos generaciones posteriores .
ESPAÑA, PIONERA
Menos conocida ha sido la historia de la utilización de «gas mostaza» por parte el Ejército español en sus guerras coloniales del norte de África. Fue durante la Guerra del Rif en 1924 cuando, por primera vez, se utilizó este tipo de gas de forma indiscriminada en contra de la población civil. Estas masacres letales tuvieron lugar durante la dictadura protofascista del general Miguel Primo de Rivera. En el curso de aquella cruel guerra colonial, la aviación española arrojó bombas de «gas mostaza», fogeno y otros gases altamente tóxicos sobre las aldeas bereberes rifeñas. El efecto que tales gases tenían sobre aquellas poblaciones civiles era fulminante. Su enorme potencia dañaba la piel, los ojos y las vías respiratorias de los afectados, penetrando en las células del cuerpo y afectando al sistema inmunológico y la médula ósea. Curiosamente estos episodios han sido deliberadamente «olvidados» por la historiografía oficial española.
Finalmente, un dato curioso. Winston Churchill, el histórico político ultraconservador británico que dirigió la guerra en contra de Alemania, y que hoy es presentado como una suerte de héroe de la democracia por la historiografía oficial, recomendó el uso de armas químicas para quebrar la resistencia de los kurdos iraquíes, en 1920. El idolatrado referente ideológico de la derecha europea ya las había utilizado, no obstante, un año antes, en 1919, contra los revolucionarios bolcheviques en Rusia.
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