M. Menaya
La militancia del PCE ha quedado reducida a 7.713 militantes a las puertas del XXI Congreso, después de haber sumado más de 200.000 durante la clandestinidad franquista
Decir que el Partido Comunista de España se encuentra en la UVI no es una novedad. Es más bien una «larga marcha que ha venido arrastrando desde hace décadas. Sería injusto, pues, decir que toda la responsabilidad sería atribuible a hombres o mujeres concretos. Su catástrofe obedece a razones ideológicas, a deformaciones a la hora interpretar la realidad social que nos rodea. Pero también hay que decir que la ideología no es una simple y vaporosa abstracción. Responde igualmente a las ambiciones, ambigüedades, ensoñaciones, compraventas e ingenuidades de personas que tienen nombres, apellidos y trayectorias. No tenerlas en cuenta, como esta sucediendo ahora,, conduce generalmente a una irremediable hecatombe.
Hay cosas que se dicen y resultan difíciles de creer. En el curso de la primera parte de la década de los años 70 del siglo pasado, diferentes y acreditados investigadores extranjeros calculaban, no sin asombro, que el Partido Comunista de España podía contar con entre 100.000 y 200.000 militantes.
Que el PCE poseyera ese número de miembros, y que tal circunstancia se produjera en un periodo de absoluta clandestinidad, en la que una parte del aparato policial de la dictadura tenía como exclusiva dedicación la desarticulación de las estructuras de «el Partido», así como la la detención, tortura y encarcelamiento de sus militantes, no podía menos que suscitar la sorpresa de aquellos que desde una perspectiva política o académica sentían curiosidad por el estudio de este fenómeno, posiblemente insólito en la historia de los Partidos Comunistas a lo largo del siglo XX.
«El jolgorio habia estallado: los militantes iban a mandar defititivamente a Enrique Santiago al basurero de la historia, pero… «
En 1977, año en el que el Gobierno tardofranquista de Adolfo Suárez negoció con Santiago Carrillo la legalización del Partido a cambio de que este -entre otras concesiones claves- reconociera a la Monarquía y su bandera rojigualda, la cifra oficial que la dirección de la organización dio a conocer ascendía a 233.000 militantes.
Sin embargo, cuatro décadas después de ser instaurada la Monarquía de los Borbones nos enteremos, por fuentes oficiales del propio Partido, que el censo de de los militantes actuales de esa organización apenas alcanza la cifra de 7.713 afiliados. O sea que perfilando esta cifra se concluiría que a lo largo del llamado «Régimen del 78» la organización comunista perdió la escalofriante cifra de 226.000 militantes. Algo que la propia dictadura de Franco no logró en 40 años, con toda su represión.
«Al ritmo de abandonos actual, en el XXII Congreso del PCE el número de militantes no alcanzará la cifra de 3.000 en todo el país»
El próximo mes de julio, el Partido Comunista de España celebrará su XXI Congreso. De acuerdo con los datos proporcionados por la propia organización, serán 500 delegados los que participarán en ese evento. Al comienzo de su mandato como Secretario General, Enrique Santiago dio a conocer que la organización contaba con unos 11.000 militantes. Es decir, utilizando nuevamente las matemáticas como instrumento de cálculo, el resultado de ese conteo nos indica que durante el período que va desde el XX Congreso al XXI que ahora se va a celebrar, el PCE ha perdido la friolera de un cuarto de la militancia con las que contaba entonces.
Traducido en una prospectiva de futuro, si el decrecimiento de la militancia del PCE se mantuviera al mismo ritmo, el próximo XXII Congreso del Partido sólo dispondría de una militancia que apenas llegaría a los 3.000 miembros. Todo un récord.
EL PRÓXIMO CONGRESO: ¿UNA BATALLA PREVIAMENTE PERDIDA?
El próximo Congreso del PCE tendrá lugar en el curso de los días 8, 9 y 10 del próximo mes julio. Inicialmente, los resultados obtenidos por Enrique Santiago en las diferentes Conferencias previas celebradas en diferentes puntos del Estado parecían augurar que los militantes iban a mandar a Enrique Santiago al basurero de la historia. Santiago había obtenido apenas los apoyos de Euskadi, La Mancha y Andalucía, mientras Cubero, el candidato radical alternativo, presentado por los sectores ubicados más a la izquierda ideológica del Partido, obtenía el respaldo del resto de territorios. Ni que decir tiene que los sectores más descontentos con la trayectoria recorrida por la organización comenzaron prematuramente a entonar sones de victoria.
«El Pater et magister en las filigranas del «consenso», de la «negociación», de las operaciones del «toma y daca», siempre termina ganando…»
No obstante, aquel «gozo quedó en un pozo». Y es que se da la circunstancia de que Enrique Santiago es un «perro viejo» en el arte del «chalaneo» y la «navegación» en las estructuras partidarias. Lleva toda la vida haciendo lo mismo. Esas prácticas, lógicamente, le otorgan un valioso plus de experiencia en el arte del navajeo en los penumbrosos callejones conspirativos.
El Pater et magister en las filigranas del «consenso», de la «negociación», de las operaciones del «toma y daca», en las que él siempre termina quedándose con el «toma» y el «daca» de su interlocutor. Y es que, al fin y al cabo, el diablo siempre supo más por viejo que por diablo. En el caso de Enrique Santiago, además, desde casi su más tierna adolescencia no tuvo otra ocupación sustancial que la de «militar» en los entresijos de aquellas organizaciones en las que estuvo –CJC, UJC y PCE-. Que sepamos, en su currículum -repleto, eso sí, de títulos y dedicaciones vacuas- no se conocen otros méritos ni tampoco habilidades, por más que posteriormente haya utilizado su posición política para ubicarse como abogado de procesos y causas que, por el resultado obtenido, haría mejor en no mencionar.
De acuerdo con lo que nos relatan algunos indiscretos afiliados del Partido, Santiago y su núcleo de incondicionales, dada la soltura con la que se manejan en las trastiendas partidarias, al ver lo que se les avecinaba recurrieron al fino arte de las matemáticas para lograr darle un cambiazo drástico a la simetría precongresual, que a todas luces les iba a perjudicar.
El primer paso consistió en multiplicar el número de Delegados para el XXI Congreso. De golpe y porrazo, el número de Delegados que había acudido al Congreso anterior pasó de 400 a los actuales 500. Como ya hemos apuntado, el Partido había perdido entre Congreso y Congreso nada menos que un cuarto de sus militantes. Sin embargo, el número de delegados, como si de los «panes y los peces» se tratara, aumentó en 100.
¿Cuál era la intencionalidad oculta que se escondía tras esta asimétrica operación matemática? La clave, -según nos relatan-, residía en que la organización del PCE en Andalucía por sí sola supera los 3.000 militantes. Es la más numerosa del país. A ello se agrega, además, el hecho de que históricamente la vinculación del PC andaluz a los pactos autonómicos de Gobierno con el PSOE ha permitido la creación de una tupida red clientelar, muy vinculada a las instituciones, a los municipios y las alcaldías. Dicho en román paladino: el peso de los sectores reformistas no se sitúa solamente en la dirección del Partido, sino que está igualmente repartido entre los cuadros intermedios.
Al recurrir a esta suerte de prestidigitación, el hoy Secretario General del PCE, además de ostentar el bien remunerado cargo de Secretario de Estado para la Agenda 2030 del Gobierno de Sánchez , se ha garantizado la continuidad -¿ad infinitum?- en la más alta representación de la Dirección del PCE.
Lo dicho: «el gozo en un pozo».
Fuentes:
https://canarias-semanal.org/art/32844/que-quedara-del-partido-comunista-de-espana-al-final-de-la-presente-decada