Notas sobre Afganistán

Julio Díaz

Eran los inicios de la década de los 80 del siglo pasado y en nuestro país, desde diciembre de 1979, una parte sustancial del frontal debate entre el eurocomunismo y el comunismo, entre el revisionismo y el marxismo-leninismo, se libraba con el gentilicio afgano convertido en sustantivo. La militancia comunista de las diversas organizaciones que posteriormente nos unimos en el PCPE – fundamentalmente en el frente sindical (CC.OO)- fuimos denominados como Afganos. ¿Por qué, qué razón había para que los sectores defensores de los pactos sociales y la pérdida progresiva del carácter sociopolítico del sindicato, llamasen a sus opositores en el sindicato Afganos? El Internacionalismo también estaba en el paquete de los principios a abandonar y cualquier posición solidaria con la Unión Soviética o alguno de los países que defendían su independencia construyendo un modelo social de progreso enfrentando las políticas neocoloniales del imperialismo, era combatida con saña por quienes, en la mayoría de los casos, no eran conscientes de la gravedad de su posición colaboradora y el alcance de su traición. La ruptura progresiva de relaciones y vínculos con la FSM, iba acompañada de un compromiso progresivo con las instituciones más avanzadas del capitalismo internacional y un apoyo a todas sus políticas se diesen donde se diesen; aunque fuera en Afganistan y una buena parte de ellos no supiera ponerlo en el mapa hasta que los Telediarios se preocuparon de enseñarnos las fronteras de un país milenario devastado por el colonialismo inglés y la posterior agresión norteamericana y saudí contra el intento de modernización y progreso social iniciado en diciembre de 1978 por el Partido Democrático del Pueblo.

Gobierno legítimo que ante los crecientes ataques terroristas y la penetración mercenaria financiada y apoyada por todos los medios por Arabia Saudí y los EE.UU, solicitó la ayuda internacionalista de la Unión Soviética para defender su derecho a construir un país con justicia y derechos para todos sus habitantes.

Eran tiempos en que en los medios de propaganda se hablaba de los “muyahidines” como Luchadores de la Libertad y no solo Rambo les apoyaba frente a los criminales soviéticos, sino que recibían todo tipo de armamento incluidos los más desarrollados misiles y la más avanzada cobertura logística. Años de guerra, en los que pese a lo atroz de la misma, solo por nuestros medios de difusión se informaba de los avances que se daban en la sociedad afgana: [1] Abolición de la dote, derechos a no usar el velo, integración de las mujeres al trabajo( 245.000 obreras y un 40% de los médicos son mujeres), reducción del analfabetismo femenino del 98% al 75% en el marco de una Campaña de Alfabetización general, el 60% del profesorado de la Universidad de Kabul llegaron a ser mujeres, igualdad de derechos con los varones por Ley…

Sin embargo con la derrota del Socialismo en la Unión Soviética, la ayuda internacionalista del Ejército Rojo finalizó y el gobierno popular afgano solo pudo resistir hasta 1992. Tras la guerra, la barbarie en un país dominado por verdaderos criminales y narcotraficantes que inundaron de heroína barata el mundo y sometieron a su población al caos, la arbitrariedad y el hambre.

En sus distintas versiones los llamados Señores de la Guerra se mostraban como lo que nunca habían dejado de ser, pero a los que la izquierda “moderna” de este país y de Occidente en general, había apoyado tan entusiastamente[2]

Una vergüenza de la que ninguna de esas organizaciones, ni sus herederas, ha hecho la más mínima autocrítica y sobre la que pesan no solo los muertos de Afganistan, sino los millones de víctimas provocada en el Mundo por el terrorismo yihadista.

Ellos, los eurocomunistas les apoyaron[3], nosotros y nosotras, los comunistas, no. Es bueno que se conozca la verdad y se sepa dónde estuvo cada Partido en cada momento de la Historia.

Después vino la invasión norteamericana “justificada” por el atentado terrorista de las Torres Gemelas y la lucha frontal contra el integrismo islámico que ellos mismo crearon y nunca han dejado de instrumentalizar y, nuevamente, la complicidad de la izquierda “ moderna” española con la intervención militar –esta vez internacional- destinada a liberar a las mujeres afganas. Partidos, ONGs, sindicatos…todos al unísono aplaudiendo la invasión norteamericana, la misión militar española y sus prácticas con la población, sin duda más propias de misioneros bienintencionados que de militares de la OTAN.

No sigamos, no hablemos de los millones que hemos pagados con nuestros impuestos para mantener las tropas españolas en la provincia de Badghis, ni de los más de 100 fallecidos en la misma; no es ese el motivo de estas notas[4].

De lo que queremos hablar y con ello cerramos estas líneas, es de la complicidad de la socialdemocracia y el revisionismo con las políticas más guerreristas del imperialismo; de su compromiso militante con todas ellas y de su papel de agentes del mismo en el movimiento obrero.

Julio Díaz

Secretario General del PCPE.


1 Datos extraídos de Wiquipedia (nada sospechosa de prosoviética)

2 Recuerdo los insultos recibidos lanzados por la militancia oficialista de CCOO contra la nuestra el 1º de mayo de 1980 tras abuchear el discurso del Secretario Comarcal de CCOO en l’Alacantí cuando éste condenó la presencia militar de la URSS en Afganistán

3 En Siria y Libia también.

4 Aunque sí invitamos a hablar y mucho, de la causa y razón de la presencia militar española en 16 países en este momento. Muy especialmente por su responsabilidad en la misión, de la presencia en Mali. Fuente web Ministerio de Defensa

Fuentes:

Julio Díaz: Notas sobre Afganistan

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