Margaret Thatcher : «cómo terminé con la Unión Soviética»

Máximo Relti

Finalizaba el mes de noviembre de 1991, -escribe nuestro colaborador Máximo Relti – cuando Margaret Thatcher, la ex premier británica- pronunciaba un discurso en la ciudad estadounidense de Houston, ante un auditorio integrado por empresarios y políticos norteamericanos, que hoy necesariamente hay que considerarlo como histórico. Duró tan sólo tres cuartos de hora, pero en esos 45 minutos , Thatcher logró explicar con pelos y señales de qué instrumentos se había valido para acabar con la Unión Soviética. También, hay que decirlo en honor a su modestia, no omitió citar los nombres y apellidos de aquellos que desde dentro de la URSS, le habían prestado una imprescindible colaboración, sin la cual sus objetivos no se hubieran podido cumplir.

En noviembre de 1991 la entonces ex primera ministra británica Margaret Thatcher pronunció un discurso en la ciudad estadounidense de Houston que, contemplado históricamente desde la perspectiva actual, no tiene el más mínimo desperdicio.

Su alocución ante el auditorio estadounidense duró apenas 45 minutos. Pero la verdad es que en esos condensados tres cuartos de hora, la ex premier británica realizó la más brillante síntesis de cómo los Estados Unidos y sus aliados pudieron acabar, sin disparar un solo tiro, con la gigantesca Unión Soviética, una enorme potencia que no sólo constituía una seria amenaza para el sistema capitalista, sino que durante las décadas precedentes había logrado quitar el sueño a las clases dominantes de todo el planeta.

En aquel discurso, Mrs. Margaret Thatcher, con el típico cinismo que siempre la caracterizó, describió hilo por pabilo cómo los Estados Unidos, la Gran Bretaña y el conjunto de países occidentales capitalistas, se las habían apañado para acabar con la existencia de la Unión Soviética.

Si bien es cierto que sus colegas de entonces de la OTAN mostraron una nada desdeñable habilidad para encarar la destrucción de la URSS, no lo fue menos que las huestes occidentales contaron con la inestimable colaboración de quienes, por entonces, dirigían los destinos políticos de ese país que, sin el más mínimo escrúpulo, procedieron a convertir a la segunda potencia mundial en puro material de desguace. Cómo fue ello posible, qué factores internos contribuyeron a ese abracadabrante suicidio colectivo, sin precedentes en la Historia, debería ser materia de otro artículo.

FRAGMENTOS DEL «DISCURSO DE HOUSTON» DE MARGARET THATCHER

La URSS es un país que supone una seria amenaza para el mundo occidental. No me estoy refiriendo a la amenaza militar, en realidad ésta no existía. Nuestros países están lo suficientemente bien armados, incluyendo el armamento nuclear. Estoy hablando de la amenaza económica. Gracias a la economía planificada y a esa particular combinación de estímulos morales y materiales.

La Unión Soviética logró alcanzar altos indicadores económicos. El porcentaje de crecimiento de su Producto Nacional Bruto es prácticamente el doble que en nuestros países.

Si a ello añadimos los enormes recursos naturales de los que dispone la Unión, con una gestión racional de la economía, son más que reales las posibilidades que tiene de expulsarnos del mercado mundial.

[…]

Por eso siempre hemos adoptado medidas encaminadas a debilitar la economía de la Unión Soviética y a crear allí dificultades económicas, donde el papel principal lo jugó la carrera de armamentos. Un lugar importante en nuestra política era la toma en consideración de las flaquezas de la constitución de la URSS.

 

En el plano formal, ésta preveía la salida inmediata de la URSS por cualquier república que así lo desease, mediante la decisión de su Soviet Supremo y por mayoría simple.

Cierto que la realización de ese derecho era prácticamente irrealizable debido al papel cimentador del Partido Comunista y de los órganos de seguridad. Y a pesar de todo, en esta particularidad constitucional, teníamos potenciales posibilidades para nuestra política. Por desgracia, y pese a todos nuestros esfuerzos, durante largo tiempo la situación política en la URSS siguió siendo estable durante un largo periodo de tiempo.

Teníamos una situación complicada. Sin embargo, al poco tiempo, nos llegó una información sobre el pronto fallecimiento del líder soviético y la posibilidad de la llegada al poder, con nuestra ayuda, de una persona gracias a la cual podríamos realizar nuestras intenciones en esta esfera. Esa era la valoración de mis expertos. Siempre propicié la formación de un grupo cualificado de expertos sobre la Unión Soviética y cuando la situación lo requería fomentaba la emigración de la URSS de los especialistas necesarios.

Esa persona era Mijaíl Gorbachov, a quien nuestros expertos calificaban como una persona imprudente, sugestionable y muy ambiciosa. Él tenía buenas relaciones con la mayoría de la élite política soviética, y por eso su llegada al poder, con nuestra ayuda, fue posible.

[…]

La actividad del «frente popular» [de Boris Yeltsin] no requería de grandes inversiones: hablamos de gastos en multicopistas y de respaldar económicamente a funcionarios. Sin embargo, lo que requería fondos considerables era el apoyo a las prolongadas huelgas de mineros.

Entre nuestros expertos suscitaba grandes controversias la cuestión sobre la candidatura de Borís Yeltsin en calidad de líder de ese «frente popular» con la perspectiva de su consiguiente elección al Soviet Supremo de la Federación de Rusia, en contrapeso al liderazgo de Gorbachov.

La mayoría de los expertos se pronunciaban en contra de la candidatura de Yeltsin, debido a las particularidades de su carácter y a su pasado. Sin embargo, se produjeron los contactos correspondientes, los acuerdos y la decisión de forzar la candidatura de Yeltsin, que fue la que definitivamente se adoptó. Aunque con gran dificultad, Yeltsin salió elegido Presidente del Soviet Supremo de Rusia y acto seguido se adoptó la declaración de soberanía de Rusia.

La cuestión era ¿de quién?, si la URSS fue en su día creada en torno a Rusia. No se entiende.

Ese fue sin duda el comienzo de la desintegración de la URSS. A Yeltsin se le prestó una ayuda determinante durante los sucesos de agosto de 1991, cuando la cúpula que gobernaba la URSS bloqueó a Gorbachov, e intentó restablecer la integridad de la URSS.. Los partidarios de Yeltsin resistieron, y éste adquirió un poder real, significativo, aunque no total, sobre los órganos de seguridad

Todas las repúblicas de la Unión, aprovecharon la coyuntura para declarar su soberanía, aunque algunas lo hicieran de un modo un tanto sui géneris, sin descartar su permanencia dentro de la Unión.

De modo que ya se ha producido de facto la disolución de la Unión Soviética, aunque de jure, continúa existiendo. Pero les aseguro, que en los próximos meses recibirán la noticia de la formulación jurídica de la disolución de la Unión Soviética».

Aquel memorable discurso de Margaret Thacher no formó parte de una interlocución secreta. Se difundió, aunque se hizo con cierta discreción. Ella misma realizó una amplia referencia al mismo en sus Memorias, tratando de poner de relieve su valía como hábil politica.

La razón de tanta discreción parece obvia. El discurso de la Thatcher fue realmente subversivo, ya que en él deja a la intemperie, a la vista de todos, no solo los procedimientos de los que se valieron los enemigos de la URSS para acabar con aquella experiencia sociopolítica que nunca dejó de estar acosada, sino también porque pone en evidencia hasta qué punto los auténticos y más peligrosos enemigos de aquel experimento político-social no siempre estaban ubicados extramuros del sistema politico, sino que en no pocas ocasiones lo acompañaron desde dentro.

Fuentes:

https://canarias-semanal.org/art/28620/maggie-thatcher-como-me-cargue-a-la-union-sovietica

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