Jacques R. Pauwels(*)
La «Gran Guerra» fue un conflicto largamente esperado y preparado por la burguesía industrial y los restos de la aristocracia terrateniente.
La Primera Guerra Mundial no fue un conflicto que «cayera del cielo». Por el contrario, según el autor de este artículo, el historiador canadiense Jacques Pauwels, se trató de una guerra largamente preparada y deseada por las élites dominantes europeas de uno y otro bando. Entre otros objetivos, la Primera Guerra Mundial tuvo como propósito apagar las llamas reivindicativas que habían prendido entre las clases populares del Continente desde la Revolución Francesa de 1789. Pero en contra de todas esas expectativas, el propósito resultó un gran fiasco para las clases hegemónicas.
La Primera Guerra Mundial no estalló repentinamente en el curso del verano del año 1914, tal y como nos lo suelen presentar los manuales escritos por historiadores de orientación conservadora. Tampoco fue el resultado de una «locura» colectiva que explosionó súbitamente sin que nadie lo esperara.
Por el contrario la denominada «Gran Guerra» permaneció latente en Europa durante muchos años, y fue intensamente deseada por determinados sectores sociales de ambos bandos.
Las clases sociales hegemónicas europeas, constituidas por una combinación integrada por la aristocracia de los grandes terratenientes así como por la alta burguesía, de industriales y financieros, la estuvo deseando ansiosamente durante años.
Contrariamente a lo que una determinada narrativa histórica nos ha tratado de inculcar, no solo la quería élite de los círculos dominantes alemanes, sino que también la deseaban con el mismo frenesí las clases dominantes del otro bando que luego se involucrarían en aquella dramática tragedia bélica.
Lejos de las leyendas con las que se ha tratado de explicar los factores que determinaron su estallido, los adinerados caballeros de la burguesía europea y sus altos mandos castrenses no habían estado caminando «sonámbulos» e inconscientes hacia el desencadenamiento de la Guerra. Sino que por el contrario, entraron en ella con la cabeza muy despejada y los ojos bien abiertos. Y es que la élite europea de uno y otro bando, esperaba que la guerra le iba a proporcionar extraordinarios y suculentos beneficios.
MATAR AL FANTASMA QUE RECORRÍA EUROPA
Por otra parte, las clases sociales dirigentes de Europa, estaban convencidas de que un conflicto bélico pondría fin al proceso de democratización política y social que forcegeaba en el continente desde la Revolución Francesa en 1789. En otras palabras, que con un conflicto belico de gran magnitud las elites dispondrian de la posibilidad de dar un frenazo al temible ascenso de las clases bajas, supuestamente ignorantes y peligrosas, que desde la conmoción social 1779, había estado amenazando su poder, riqueza y privilegios.
Las clases dominantes europeas estaban convencidas, igualmente, de que un gran conflicto bélico desterraría definitivamente del escenario del continente, el inquietante espectro de una revolución social.
La nada mágica “simbiosis” entre aristocracia y alta burguesía industrial y financiera también esperaba que la catarsis bélica produjera no sólo considerables dividendos económicos, sino también abrir la posibilidad de conquista de amplios territorios como Mesopotamia -ahora Irak -, pletóricos de materias primas de valor incalculable, como es el petróleo.
FRUSTRACIÓN DE EXPECTATIVAS
Una de las mayores ironías de la historia de los principios del siglo XX consistió en que después de cuatro años de un derramamiento de sangre sin precedentes, la Primera Guerra Mundial provocó el efecto contrario al que las élites había deseado. Contrariamente a sus expectativas la «Gran Guerra» concluyó provocando una gigantesca oleada revolucionaria que arrasó prácticamente todas las naciones beligerantes. La revolución tuvo éxito solo en Rusia. Pero en otros paises, las clases dominantes sólo pudieron evitar los efectos de la revolución introduciendo precipitadamente todo tipo de reformas democráticas , politicas y sociales, que justamente la burguesía dominante y sus aliados habian supuesto precisamente que la conmoción bélica eliminaría definitivamente, tales como el sufragio universal y la «ley de ocho horas» de la jornada laboral.
Pero la derrota parcial de las expectativas burguesas no hicieron abandonar en sus tentativas en esa direccion. Los esfuerzos posteriores de la élite gobernante para revertir aquel tsunami democrático terminaron fructificando con la aparición y desarrollo del fascismo, que dió lugar a una nueva «Gran Guerra», la Segunda Guerra Mundial, tal y como la conocemos hoy.
Con toda precisión histórica podríamos afirmar que la «Primera Guerra Mundial», fue una «hija» genuina del siglo XIX, que terminaía convirtiéndose en «madre» del pasado siglo XX.
(*) El Dr. Jacques Pauwels es un conocido historiador canadiense autor de los libros «El mito de la guerra buena» y «La gran guerra de clases de 1914-1918», entre otros muchos.
Fuentes:
https://canarias-semanal.org/art/30893/fue-realmente-la-i-guerra-mundial-un-conflicto-de-clases