Alexandra Kollontai, la Comunista Bolchevique

Se le recuerda como la mujer bolchevique y gran cuadro del primer Estado Socialista de la historia.

La comunista bolchevique nació el 31 de marzo de 1872 en el seno de una familia aristocrática que, en palabras de Kollontai, conservaban los usos y costumbres de la nobleza feudal. De pequeña dio muestras de inclinaciones intelectuales, apasionándose por la lectura y la escritura, pero además mostraba una abierta simpatía con las “mucamas” o empleadas domésticas, entrando en conflicto con la moral familiar que le inculcaba los modales “nobles”.

Se casaría muy joven, divorciándose a los tres años y teniendo que llevar a cargo la educación de su hijo, pero también en una nueva etapa que la acercaría a la realidad del mundo obrero, al trabajo en las organizaciones culturares y a la lucha popular, tentándola a la vida militante en Rusia, con todo el abanico de corrientes revolucionarias de la época.

Inicialmente muestra simpatía por el populismo ruso, pero luego de conocer la miseria en los barrios obreros y de organizar varias campañas de solidaridad con trabajadores en huelga, se interesa decididamente por la economía política y el marxismo. Sus primeros pasos por el marxismo los dio en lo que se denominó en Rusia en su tiempo el “marxismo legal”, corriente que aparecía publicada en varias revistas que sobrevivían a la censura zarista, un marxismo mutilado y editado por intelectuales y catedráticos universitarios insertos en el mundo de las ideas, pero alejados de la realidad de la barriada obrera; dicha corriente tenía una fuerte influencia en la capa intelectual rusa.

En esa lucha de líneas por la construcción del partido obrero en Rusia, Kollontai cuya lucha la había llevado a acercarse y conocer la realidad de los trabajadores fabriles, pero que a la vez se había desarrollado y crecido en el mundo intelectual, tendría una dualidad que la haría vacilar por algún tiempo entre las dos corrientes al interior del partido: bolcheviques y mencheviques. Aunque reconocía en el fondo que los bolcheviques tenían razón, le tomaría tiempo decidirse por aquellos.

En medio de esa lucha de líneas dentro del partido en Rusia, emprende varios viajes al exterior, entra en contacto con varios líderes destacados del movimiento obrero, realiza investigaciones y publica libros interesantes acerca del movimiento obrero finlandés que la van acercando cada vez más al ala bolchevique. No fue sino hasta el baño de sangre de la masacre del domingo sangriento y la revolución de 1905 que logra inclinarse la balanza para trabajar activamente entre los bolcheviques, periodo por el que también se iniciaba la lucha por la configuración del “movimiento femenino”, en cuya plataforma de lucha también se la disputaban las diversas corrientes de los revolucionarios en Rusia.

Kollontai agitó las banderas bolcheviques de la lucha de las mujeres contra viento y marea, luchando por la vinculación de las mujeres a la lucha de clases y la unidad de éstas con el movimiento revolucionario, luchando por separar el movimiento femenino por su diferenciación de clases, dicha propuesta fue rechazada por el movimiento burgués feminista y por los mencheviques que apuntaban a unir a las mujeres en un movimiento femenino único que se ciñera únicamente a arrebatarle reformas al zarismo. Así resume aquellos años de lucha: “En el invierno de 1905-1906 tuve no solamente que realizar agitación entre las masas, sino que además tuve que luchar contra las feministas, siempre que fuera posible, defendiendo la idea de que para la socialdemocracia no existía una cuestión de la mujer especial [separada de la emancipación de la clase obrera] y, además, realizar una serie de conferencias públicas sobre el papel de la mujer en la economía, sobre la historia del matrimonio, etc., popularizando los principios del socialismo en relación con la tarea de la emancipación completa de la mujer”.1
1 Alexandra Kollontai, Ensayo autobiográfico – 1921

Kollontai estuvo exiliada en el extranjero desde diciembre de 1908 hasta marzo de 1917, visitando distintos partidos como Alemania, Inglaterra, Francia, Suecia, Noruega, Dinamarca, Suiza, Bélgica y los Estados Unidos de América, en donde entraba en contacto con los partidos obreros e iniciaba la militancia en ellos, toda esa experiencia la ayudaron a templar sus cualidades de bolchevique revolucionaria con una amplia capacidad para organizar conferencias, charlas, escribir en términos teóricos sobre aspectos claves del movimiento obrero, etc.

Tras el estallido de la Primera Guerra Mundial, enfila sus baterías para golpear a esa corriente oportunista mundial que llevó a la bancarrota a la Segunda Internacional, conocida como socialchovinismo, partidos que habían renunciado a la lucha de clases por el cretinismo parlamentario, y ahora que la carnicería se había decretado por toda Europa, daban sus votos para la guerra, favoreciendo la matanza de los obreros del mundo para que se mataran por colores nacionales y por intereses ajenos.

Mientras trabajaba por la causa bolchevique, no dejo de tener contradicciones con aspectos secundarios en cuanto a la línea del partido, como lo fue la cuestión de la libre determinación de las naciones y sobre el “desarme general”. Durante las revoluciones de 1917 en Rusia, pasa a desempeñar tareas en la organización militar bolchevique, caracterizándose por ser una brillante agitadora en contra de la guerra, el zarismo y el oportunismo. Por aquel entonces, Kollontai además inicia el trabajo entre las obreras rusas para ganarlas para la causa de la revolución socialista.

Debido a su actividad revolucionaria, es arrestada por el gobierno provisional de Kerensky. Participó activamente en la preparación de la insurrección de octubre. En el nuevo gobierno de obreros y campesinos desempeñaría varios cargos de responsabilidad como comisaria del pueblo y delegada del Soviet, para luego pasar a la dirección de los sindicatos y las juventudes comunistas, realizando además dentro de los soviets, la dirección y organización de las mujeres obreras.

En 1922 pasa a prestar sus labores al servicio diplomático en donde acabaría de cumplir su labor militante. Escribiría varios libros valiosos entre los que se destaca La nueva mujer en la sociedad comunista, Mujer y lucha de clases, Bolchevique enamorada, etc., en donde trazaría aspectos importantes de la concepción marxista sobre el desarrollo de la mujer en la nueva sociedad, la moral y sexualidad bajo la sociedad comunista.

Kollontai moriría el 9 de marzo de 1952, legando una magnifica carrera a la causa obrera y de las mujeres del mundo, contrario a la pretensión trotskista de erigirla como una mujer en desacuerdo con el partido y con Stalin a la cabeza; Kollontai siempre se mantuvo fiel al leninismo y trabajo interesadamente en la causa revolucionaria, en su vida, aunque mantuvo algunas discusiones sobre aspectos secundarios con Lenin y el partido, nunca llegó a alejarse ni renunciar a él, en algunas ocasiones llego a rectificarse públicamente. Es por tal motivo, que se le recuerda como la mujer bolchevique y gran cuadro del primer Estado Socialista de la historia.

Fuentes:

Alexandra Kollontai, la Comunista Bolchevique

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