El «buen» papa Francisco: una operación de marketing avalada por la izquierda reformista

José Melquiades

El “Efecto Francisco”, creado gracias a una gran operación de marketing a escala mundial, podría comenzar a desvanecerse tras cinco años de pontificado de Jorge Bergoglio. Al menos, así parece estar suceciendo entre los más jóvenes italianos.   De acuerdo a los datos de una reciente investigación del periódico romano La República,  “la popularidad del Papa Francisco ha disminuido significativamente».

Según este diario, los jóvenes italianos son los que menos confianza depositan en Francisco, además de ser los que más se alejan  de la Iglesia Católica. Es entre los jóvenes de  15 a 24 años de edad donde su popularidad es más baja, situándose en el 58%, mientras que  entre los de 25 a 34, solo alcanza un 55%.  En total, solo el 71% de los italianos evalúa hoy positivamente la actividad del pontífice. Por su parte, entre los ciudadanos que no van con regularidad a la iglesia este indicador bajó del 63 al 45% desde que Francisco ocupara  la silla de San Pedro, en marzo de 2013.

El sondeo realizado por La República concluye que  la causa principal  de tal caída en la popularidad del pontífice en Italia, se atribuye, contradictoriamente, a sus  posicionamientos acerca del arribo de inmigrantes que alcanzan las costas de Europa procedentes de África y Oriente Medio.    De acuerdo con la versión del diario italiano, «la caída de la popularidad refleja el temor ante los cambios demográficos» que implica la inmigración. En este sentido la información recuerda las críticas del papa contra quienes «levantan barreras en vez de tender puentes» reñidas con la creciente demanda de «cerrar fronteras y control».

Sin embargo, esta tendencia no puede explicarse solamente por el temor hacia los extranjeros potenciado desde el poder para promover el enfrentamiento entre los trabajadores de diversas nacionalidades. Y es que, a medida que pasa el tiempo más se pone en evidencia la distancia que existe entre los discursos – por lo demás ambigüos – del Papa Francisco y la política que continúa realizando el Vaticano bajo su mandato.

¿LO SUYO ES PURO DISCURSO?

Cuando fue elegido Papa, en efecto, Jorge Bergoglio realizó un buen número de promesas, que finalmente no se han concretado en acciones, y ensayó un nuevo discurso «aperturista» que tampoco se ha plasmado en algo más que meras palabras.

Prometió, por ejemplo,  que limpiaría el Vaticano de sus finanzas corruptas, aunque no tardó demasiado en renunciar, incluso, a la realización de una auditoría externa de las mismas.

Como muchos de sus antecesores, Francisco también ha apuntado tímidos avances en cuestiones doctrinarias o tenido palabras de comprensión hacia colectivos históricamente discriminados y condenados por la Iglesia católica como el de los «homosexuales». Sin embargo, en la práctica tampoco se ha producido ningún cambio real en el seno de la Iglesa en el tratamiento de estas personas.

Finalmente, como también hiciera antes que él Benedicto XVI, el papa Francisco prometió, con bombo y platillo, aplicarse para luchar contra los miles de casos de pederastia de los que son responsables sacerdotes católicos.  Francisco, sin embargo, no ha modificado la histórica práctica de la Iglesia de proteger a estos «hombres de Dios», impidiendo que respondan por sus delitos ante tribunales ordinarios, y fue públicamente reprendido por ello por algunas de las víctimas de estos abusos durante su reciente viaje a Chile. Bergoglio, que ignoró las acusaciones de estas víctimas, defendió al obispo Juan Barros de las acusaciones de encubrir abusos sexuales hasta en la misma escalerilla del avión que lo llevaría de vuelta a Roma.

   «No hay una sola prueba en su contra. Todo es calumnia» – manifestó irritado a los periodistas que le preguntaron al respecto.

El pasado mes de junio, Barros y otros tres obispos chilenos se veían obligados a presentar su renuncia por estos encubrimientos sistemáticos de los abusos cometidos contra menores. Los culpables continúan sin pagar por sus crímenes.

EL PAPA FRANCISCO: UNA GRAN OPERACIÓN DE MARKETING CON LA COMPLICIDAD DE LOS «PROGRESISTAS»

Desde su designación como  Obispo de Roma el Papa Francisco despertó simpatías no solo entre  cristianos sino entre personas que no practican esta religión. Para muchos, la percepción acerca de Francisco era la de un  «progresista» partidario de una mayor apertura de la Iglesia a la sociedad, y comprometido con las causas sociales. Pero esta percepción no se generó de manera «espontánea», sino que respondió a una imagen construida desde el propio Vaticano y  los grandes medios de comunicación de masas. Para la fabricación de dicha imagen fue necesario ocultar o falsear la verdadera trayectoria de Jorge Bergoglio.  Entre otros episodios de su vida, por ejemplo, cuál fue su actitud durante la dictadura argentina, durante la cual delató y retiró la protección  a los sacerdotes jesuitas Orlando Yorio y Francisco Jalics  que, como consecuencia de ello, fueron secuestrados y torturados por los militares golpistas.

Pero esta gran operación de marketing, que la Iglesia católica requería de forma urgente tras el pontificado del reconocido ultraderechista Joseph Ratzinger, no habría podido alcanzar tanto éxito sin la  complicidad – dolosa o no- de una buena parte de la izquierda reformista a nivel mundial y, particularmente, de los llamados gobiernos progresistas de Latinoamérica, que con su «bendición» al nuevo Papa han facilitado su labor de debilitar la influencia de esa misma izquierda en el subcontinente.

Un ejemplo de hasta dónde puede conducir esta alienante sumisión cristiana ante la autoridad de Roma es el que ofrecía el premio Nobel de la Paz argentino Adolfo Pérez Esquivel en 2013. En el año 2005,  cuando el nombre del actual Papa se encontraba también entre los candidatos a suceder a Juan Pablo II, Pérez Esquivel respondía a los periodistas que le pedían su opinión al respecto que su compatriota era «uno de esos cardenales que se inscriben  dentro de todas estas políticas de pensar que todos aquellos que trabajaban socialmente con los sectores más pobres, más necesitados, eran comunistas, subversivos, terroristas». «Espero que el  Espíritu Santo ese día esté despierto, y no se equivoque»- añadía Pérez Esquivel, dejando meridianamente claro el temor que le infundía la posibilidad de Bergoglio resultase elegido.

Solo ocho años después, tras la elección de Bergoglio, Pérez Esquivel se reunía con él en el Vaticano, y como si fuera una persona totalmente diferente, manifestaba públicamente su apoyo al Sumo Pontífice, ratificando su nueva pátina de «Papa progresista» y afirmando justamente el mensaje queque el establishment requería que fuera escuchado. «Que  Francisco hizo una diplomacia silenciosa bajo la dictadura y no fue cómplice de la misma».

Los hechos y las pruebas, pese a todo, son tozudos y continúan estando al alcance de quienes se atrevan a conocerlos.

Fuentes:

http://canarias-semanal.org/not/23351/el-buen-papa-francisco-una-operacion-de-marketing-avalada-por-la-izquierda-reformista-videos-/

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