El pensamiento nunca está seguro de sus contactos con la realidad; la acción tiene que intervenir, para hacer inocua la retórica del pensamiento y saludables sus emociones. No quisiera ser un filósofo, si lo que esto significa es ser un profeta portador de un mensaje. Y es ahora cuando la multiplicación del mecanismo se ha convertido en una pesadilla, los omnipresentes anuncios en una plaga, el supercrecido proletariado en arenas movedizas bajo los pies del capital, y la jerarquía de los empleos en un retorno a una especie de esclavitud. Esta tragedia del comercialismo es apreciable en Europa. El mundo contemporáneo ha vuelto las espaldas a la tentativa, e incluso al deseo, de vivir razonablemente.
George Santayana