La existencia de la humanidad doliente que piensa y de la humanidad pensante oprimida, tiene, necesariamente, que llegar a convertirse en insoportable e indigerible para el mundo animal de los filisteos que goza pasiva y obtusamente. Por nuestra parte, tenemos que poner en evidencia el viejo mundo y crear positivamente el nuevo. Cuanto más tiempo deje la historia para que la humanidad pensante reflexione y la humanidad que sufre reúna su fuerza, tanto más perfecto será el fruto que el mundo lleva en su regazo.
Karl Marx