Es de sobra conocido que toda revolución supone grandes sacrificios por parte de la clase revolucionaria. Renunciar a la revolución bajo el pretexto de evitar sacrificios es lo mismo que pedirle a las clases explotadas que acepten la esclavitud, el dolor y el sacrificio ilimitados como un destino inevitable; por otra parte, los dolores de parto de una revolución no son nada, en cuanto a sufrimiento se refiere, en comparación con la agonía crónica que supone vivir bajo el capitalismo.
Harpal Brar