Los teólogos de la Compañía han sido los principales corruptores de la doctrina cristiana. Apenas hay absurdo moral de que no haya sido autor o maestro algún jesuita; ni acción criminosa que no haya encontrado en ellos agentes, incitadores, disculpa o absolución: la calumnia, el perjurio, el robo, la simonía, la compensación oculta, las reservas mentales, el fornicio, la sodomía, el asesinato... cúmulo horrible de errores, torpezas y atrocidades que propenden a confundir la razón, a hacer dudosa la fe, y romper los vínculos de la sociedad civil.
Bartolomé José Gallardo