Kautsky mantiene una política típicamente pequeñoburguesa, filistea, imaginándose (e inculcando a las masas esa idea absurda) que con lanzar una consigna cambian las cosas. Toda la historia de la democracia burguesa pone al desnudo esta ilusión: para engañar al pueblo, los demócratas burgueses han lanzado y lanzan siempre todas las "consignas" imaginables. El problema consiste en comprobar su sinceridad, en comparar las palabras con los hechos, en no contentarse con frases idealistas o charlatanescas, sino en ver la realidad de clase. La guerra imperialista no deja de serlo cuando los charlatanes o los mesócratas filisteos lanzan una "consigna" dulzona, sino únicamente cuando la clase que dirige la guerra imperialista y está ligada a ella por millones de hilos (incluso de maromas) de carácter económico, es en la realidad derribada y la sustituye en el Poder la clase verdaderamente revolucionaria, el proletariado. De otro modo es imposible librarse de una guerra imperialista, así como de una paz imperialista, rapaz.
Lenin