En su lugar veíanse nuevas proscripciones, encarcelamientos, la horca siempre en pie, la venganza más cruel gobernando a la Nación, y la vida de los españoles pendiente del capricho de un salvaje frailón o de fieros polizontes. Las delaciones, como puñaladas recibidas en la oscuridad, traían en gran consternación a la Corte. Desaparecían los ciudadanos sin que fuera posible saber en qué calabozo habían caído. Las cárceles tragaban gente como las tumbas en una epidemia.
Benito Pérez Galdós