Con Stalin, los burócratas que transformaban empresas del Estado en sus propios "feudos" iban a parar a Siberia. Ahí, se encontraban con especuladores, defraudadores, traficantes y personas que habían desfalcado propiedades socialistas. Desde 1990, los antiguos prisioneros del gulag y sus semejantes han tomado el poder del Estado y aplican un programa de "privatización" de las empresas socialistas. La Unión Soviética ha entrado en una era controlada por la mafia y la bandicracia.
Ludo Martens