Cuando está amenazada su existencia, la Iglesia queda libre de toda restricción moral. Con el fin de la unidad de todos los fieles, todos los medios están santificados, todos los ardides, traiciones, violencias, simonías, encarcelaciones y muertes, puesto que las reglas protegen al grupo, y el individuo debe sacrificarse para garantizar el bien común.
Dietrich von Nieheim