En 1931, cuando escribí Un mundo feliz, estaba convencido de que se disponía todavía de muchísimo tiempo. La sociedad completamente organizada, el sistema científico de castas, la abolición del libre albedrío por el condicionamiento metódico, la servidumbre hecha aceptable mediante dosis regulares de bienestar químicamente inducido y las ortodoxias inculcadas en cursos nocturnos de enseñanza durante el sueño eran cosas que se veían venir, desde luego, pero no en mi tiempo, ni siquiera en el tiempo de mis nietos.
Aldous Huxley