No he de callar, por más que con el dedo, ya tocando la boca, o ya la frente, silencio avises o amenaces miedo. ¿No ha de haber un espíritu valiente? ¿Siempre se ha de sentir lo que se dice? ¿Nunca se ha de decir lo que se siente? Hoy sin miedo que libre escandalice puede hablar el ingenio, asegurado de que mayor poder le atemorice... En otros siglos pudo ser pecado severo estudio y la verdad desnuda, y romper el silencio el bien hablado.
Francisco de Quevedo