Para proteger su dominación, todas y cada una de las clases opresivas necesitan dos funciones sociales: la función del verdugo y la función del sacerdote. El verdugo debe reprimir la protesta y la indignación de los oprimidos. El sacerdote debe consolar a los oprimidos, dibujarles perspectivas (esto es especialmente conveniente hacerlo sin dar fe de la "viabilidad" de tales perspectivas...) para la mitigación de los desastres y las víctimas, manteniendo al mismo tiempo el dominio de clase, y así para reconciliarlos con esta dominación, para disuadirlos de la acción revolucionaria, para socavar su estado de ánimo revolucionario, para destruir su determinación revolucionaria.
Lenin