Redacción NR
Para Clouscard, lejos de ser un desafío al capitalismo, Mayo del 68 marcó el nacimiento de una mutación en el sistema: el paso de un capitalismo tradicional a un ‘capitalismo de la seducción’ basado en el consumo transgresor y el hedonismo.
Michel Clouscard (1928-2009), filósofo y sociólogo marxista francés, es una figura singular en el panorama intelectual del siglo XX. Formado bajo la tutela de Henri Lefebvre y Jean-Paul Sartre, y profesor de sociología en la Universidad de Poitiers entre 1975 y 1990, Clouscard desarrolló una crítica profunda y original del capitalismo contemporáneo, centrada en lo que denominó ‘capitalismo de la seducción’. Su análisis del Mayo del 68 se erige como uno de los pilares de su obra, desmontando su aura revolucionaria para revelar cómo, en su opinión, sirvió como catalizador de una nueva fase del dominio capitalista basada en el consumo transgresor y el liberalismo libertario.
Mayo del 68 y la mirada de Clouscard
Mayo de 1968 en Francia es recordado como un estallido de rebeldía juvenil, un momento de contestación al orden establecido que combinó demandas estudiantiles, obreras y una crítica cultural al conservadurismo de la posguerra. Sin embargo, mientras muchos intelectuales de izquierda celebraron el movimiento como una ‘revolución’, Clouscard adoptó una postura radicalmente distinta. Para él, lejos de ser un desafío al capitalismo, Mayo del 68 marcó el nacimiento de una mutación en el sistema: el paso de un capitalismo tradicional, basado en valores burgueses como el ahorro y la sobriedad, a un ‘capitalismo de la seducción’ que integraba la transgresión y el hedonismo como motores de su expansión.
Clouscard argumentaba que este movimiento, liderado en gran medida por las nuevas clases medias educadas, no buscaba derrocar las estructuras económicas fundamentales del capitalismo, sino reformarlas para adaptarlas a sus propios intereses. En este sentido, lo calificó como ‘el 1789 de las clases medias’, una revolución superficial que, en lugar de abolir la opresión de clase, facilitó la emergencia de un modelo consumista que disfraza su naturaleza explotadora bajo una fachada de liberación individual.
El capitalismo de la seducción: un nuevo rostro del dominio
El concepto central de la teoría de Clouscard es el ‘capitalismo de la seducción’, una evolución del modo de producción capitalista que, según él, alcanzó su apogeo tras Mayo del 68. Este capitalismo no se basa únicamente en la explotación directa del trabajo, sino en la creación de un ‘mercado del deseo’ que seduce a los individuos mediante la promesa de placer, libertad y transgresión. Clouscard identificó sus raíces en el Plan Marshall, que introdujo el modelo consumista estadounidense en Europa tras la Segunda Guerra Mundial, erosionando los valores tradicionales de esfuerzo y economía que habían caracterizado a la burguesía clásica.
En este nuevo orden, la seducción reemplaza a la coerción como herramienta principal de control. La publicidad, la cultura de masas y la liberalización de las costumbres se convierten en instrumentos para integrar a las masas en el sistema, haciendo que el consumo se perciba como una forma de emancipación. Para Clouscard, el lema implícito de Mayo del 68 no fue ‘la imaginación al poder’, sino ‘todo está permitido, pero nada es posible’: una libertad aparente que se ejerce estrictamente dentro de los límites del mercado y que refuerza, en lugar de debilitar, la dominación capitalista.
Consumo transgresor y liberalismo libertario
Un aspecto clave de la crítica de Clouscard es su análisis del ‘consumo transgresor’. Según él, el Mayo del 68 incorporó la mitología romántica de la rebelión —inspirada en corrientes como el maoísmo, el situacionismo o el freudomarxismo— a las estrategias del capitalismo. Lo que se presentaba como subversión (la ruptura con las normas sexuales, la exaltación del placer, el rechazo a la autoridad) fue rápidamente absorbido por el sistema, transformándose en un motor de la sociedad de consumo. Este consumo transgresor, lejos de ser liberador, responde al ‘arribismo de las nuevas clases medias’, que encontraron en el hedonismo una forma de distinguirse y consolidar su ascenso social.
Clouscard acuñó el término ‘liberalismo libertario’ para describir esta alianza entre el liberalismo económico y la permisividad cultural. En su visión, figuras como Daniel Cohn-Bendit (‘Dany el rojo’), emblemáticas del 68, encarnan esta contradicción: una retórica revolucionaria que, en la práctica, allanó el camino al neoliberalismo al liquidar los frenos morales y sociales que el capitalismo tradicional aún respetaba. El resultado fue una sociedad donde la gestión administrativa recae en la socialdemocracia, la económica en los liberales y la cultural en los libertarios, formando un consenso que perpetúa la explotación bajo la ilusión de la libertad.
La alienación renovada y la lucha de clases
Para Clouscard, el ‘capitalismo de la seducción’ no elimina la lucha de clases, sino que la oculta tras una ideología de la apariencia y el deseo. La atomización del cuerpo social, promovida por el consumismo, disuelve la conciencia colectiva y reemplaza los valores de solidaridad por la frivolidad y el individualismo. Sin embargo, esta nueva alienación no es menos opresiva: mientras la clase trabajadora sigue produciendo la riqueza y siendo explotada, la clase parasitaria —intelectuales, publicistas, artistas ‘modernos’— se apropian de la plusvalía a través del consumo desenfrenado.
Clouscard no idealizaba la sociedad tradicional que precedió a esta mutación, pero veía en sus valores de rigor y comunidad un potencial que el socialismo podría haber heredado. En cambio, el triunfo del modelo libertario tras Mayo del 68 consolidó un nuevo capitalismo que, en su opinión, combina una fachada permisiva con una represión estructural de quienes resisten su lógica.
Legado y relevancia actual
La obra de Clouscard, aunque marginada en su tiempo por su rechazo a las modas intelectuales posmodernas y su fidelidad al marxismo, ha ganado relevancia en las últimas décadas. Libros como
El capitalismo de la seducción (1981) y Neofascismo e ideología del deseo (1973) ofrecen una lente crítica para entender fenómenos contemporáneos: la mercantilización de la rebeldía, el auge del individualismo consumista y la complicidad de ciertas izquierdas con el neoliberalismo.
En un mundo donde la transgresión se ha convertido en un producto más del mercado —desde la cultura pop hasta las redes sociales—, la advertencia de Clouscard resuena con fuerza: la verdadera emancipación no puede reducirse a la liberación de los deseos individuales, sino que exige una transformación radical de las estructuras económicas y sociales. Su crítica al Mayo del 68 no es un rechazo a la lucha, sino un llamado a redirigirla hacia un horizonte genuinamente revolucionario, más allá de las trampas de la seducción capitalista.
Fuentes:
Michel Clouscard: Una crítica marxista al Mayo del 68 y el ‘capitalismo de la seducción’