Colombia: una masacre que no cesa y a la que acompaña el silencio cómplice

P.L.P.

Como sucediera en la década de los 80 del pasado siglo, en la que la derecha colombiana procedió a la liquidación total de los guerrilleros que habían abandonado las armas y se incorporaron a la vida política de Colombia, ahora, décadas después, continúa implacable el asesinato sistemático de los ex guerrilleros de las FARC que en virtud de los «Acuerdos de Paz» suscritos en La Habana con el gobierno de José Manuel Santos, intentaban incorporarse a la vida política de ese país.

Los llamados «Acuerdos de Paz» han resultado ser una renovada trampa letal, en la que inexplicablemente los guerrilleros de las FARC han terminado atrapados.

UNAS LECCIONES QUE LA GUERRILLA NO APRENDIÓ

Para comprender la magnitud del error de la guerrilla colombiana es necesario remitirse a la recientisíma historia de ese país. En la década de los 80 del pasado siglo, el gobierno de y un sector de la guerrilla concertaron, al igual que ha ocurrido ahora, una serie de acuerdos que dieron lugar a la creación del partido político de la Unión Patriótica. La aparición de esta organización fue parte de la propuesta para que miembros de la guerrilla se pudieran integrar en la legalidad política colombiana.

El balance final de aquellos acuerdos fue simplemente catastrófico. Dio como como resultado un auténtico baño de sangre, en el que perecieron miles de personas que habían participado en aquel proceso. Para dar una visión aproximada de aquella dantesca masacre convendría recordarle al lector el saldo final de la operación de aquellos «acuerdos de paz»:

Dos candidatos presidenciales, 5 congresistas en ejercicio, 11 diputados, 109 concejales, varios exconcejales, 8 alcaldes en ejercicio, 8 exalcaldes y alrededor de 3.000 de sus militantes y simpatizantes – hay fuentes, no obstante, que aseguran que la cifra alcanzó a 5.000 – fueron sometidos a exterminio físico y sistemático por los grupos paramilitares, por miembros de las fuerzas de seguridad del Estado – Ejército, Policía secreta, inteligencia y Policía regular- .

Precisamente por el resultado obtenido por aquella mortal «experiencia», hoy, 35 años después, resulta muy difícil explicarse cómo la actual dirigencia de las FARC, conociendo el feroz comportamiento que históricamente ha caracterizado a la burguesía colombiana, se atrevió a abandonar las armas e incorporarse a la vida política de ese país sin contar con ningún tipo de garantías, que en el caso de las FARC no era otra que la punta de sus propios fusiles.

LA MASACRE CONTINÚA

Por enésima vez, la policía de Colombia confirmó este domingo el último asesinato de un excombatiente desmovilizado de la guerrilla de las FARC. Según el informe policial el hecho se produjo durante la noche del sábado, en el recinto de un establecimiento comercial del departamento del Norte de Santander.

El nombre del ex guerrillero asesinado es Ender Elías Ravelo. Durante el ataque, los asesinos dispararon igualmente en contra de la esposa de Ravelo y de un amigo de la pareja que los acompañaba.

El informe policial hacía constar que

«Los atacantes llegaron en una motocicleta y uno de ellos atentó contra estas personas. Se pudo establecer que es un ex integrante de las FARC, desmovilizado, que se encontraba en este lugar. Las unidades de Policía están adelantando las investigaciones correspondientes”,

Como es habitual, las autoridades colombianas ha manifestado que desconocen quiénes fueron los autores del atentado. Como ha sucedido con los centenares de casos precedentes, este crimen pasará al olvido y sus autores, generalmente integrantes de fuerzas paramilitares de la derecha colombiana o de su propia policía, quedará nuevamente impune. .

También la semana pasada, el partido político colombiano «Fuerza Alternativa Revolucionaria del Común», nombre que utiliza la organización política de los ex guerrilleros desmovilizados, denunció el asesinato de otro antiguo combatiente de la etapa guerrillera. El desmovilizado no sólo recibió una muerte violenta, si no que presentaba además signos visibles de haber sido sometido a duras torturas.

En las presentes circunstancias, resulta incomprensible el proverbial silencio – o la protesta de bajo tono, que viene a ser algo peor – , que ante estos luctuosos acontecimientos están mostrando aquellos que fueron integrantes de las «comisiones internacionales de paz», algunos de ellos españoles e, incluso, canarios, que participaron en todo el proceso que precedió a la firma de los acuerdos de paz. De esos grupos formó parte el hoy Secretario General del PCE, Enrique Santiago, así como el actual Coordinador de IU del Archipiélago canario y actual concejal del Ayuntamiento de Santa Cruz de Tenerife, Ramón Trujillo que formó parte de la «misión española de verificación de los Derechos Humanos en Colombia, en el año 2010. Ahora correspondería que con el mismo énfasis que pusieron en el pasado para lograr los llamados «acuerdos de paz», hicieran hoy lo propio para denunciar la violación de aquellos acuerdos y exigir el cese de la masacre de los ex guerrilleros desmovilizados por parte de los cuerpos paramilitares instalados en ese país.

Fuentes:

http://canarias-semanal.org/art/26492/colombia-una-masacre-que-no-cesa-y-a-la-que-acompana-el-silencio-complice

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