Wikileaks en los ‘70

Jorge Wejebe Cobo

En una clara mañana de junio de 1954, mil 100 cadetes se graduaron de oficiales del Curso Básico de Marines en Quantico, Virginia. En el centro de la formación se encontraba el mejor egresado, Daniel Ellsberg, un espigado joven de 24 años con porte marcial, quien dos años antes culminó con honores una maestría de economía en la Universidad de Harvard y posteriormente, obtendría un doctorado en ciencias políticas en Cambridge.

Paradójicamente, 27 años después Ellsberg enfrentó una posible condena de muerte o cadena perpetua por espionaje y se convirtió en el enemigo público numero uno y objetivo de todas las agencias de seguridad norteamericanas.

Su delito fue filtrar a la prensa en 1971 un extenso informe secreto sobre la guerra de Vietnam, que demostró la implicación en delitos y errores de cuatro administraciones norteamericanas que engañaron a la opinión pública estadounidense para justificar la agresión al país asiático.

Nada en la biografía de Daniel Ellsberg predecía semejante comportamiento. Perteneció a una generación de jóvenes intelectuales adoctrinados por la propaganda oficial de posguerra, justificó el lanzamiento de las bombas atómicas contra Japón, y su discurso académico propugnaba que los EE.UU debían estar dispuestos a recurrir a iguales procedimientos frente al expansionismo soviético, lo que estaba en línea con el pensamiento más derechista de la época.

La madre soñaba para él una ocupación muy diferente, quería que fuera concertista de piano, destino que cambió bruscamente cuando tenía 15 años en 1946 y decidió abandonar los estudios de música, abatido por la muerte de su progenitora y una hermana en un accidente de tránsito, del cual salió ileso junto al padre.

Se formó como analista principal del Pentágono sobre Vietnam, a donde iría por primera vez en 1954 y permaneció hasta 1957, antes de que el primer contingente de combate estadounidense desembarcara en esa nación.

En 1967 fue encargado por el Secretario de Defensa, Robert McNamara, para trabajar en un estudio supersecreto sobre la historia de las relaciones estadounidenses y vietnamitas, desde el fin de la Segunda Guerra Mundial hasta ese año, de conjunto con la Rand Corporation, uno de los principales tanques pensantes del Pentágono.

El resultado de la investigación se plasmó en 7 mil páginas destinadas a un reducido grupo de personas de alto nivel en la administración y los servicios secretos y que, al ser públicos, pasaron a ser conocidos como Los papeles del Pentágono.

“Éramos el lado equivocado”

Ellsberg rechazó emprender la tarea en las cómodas salas de trabajo del Pentágono, tomó su mochila y se traslado al escenario de guerra, participó en operaciones con las tropas y fue testigo de los cruentos combates en la jungla vietnamita.

Interpretó de forma diferente a la política oficial, los documentos secretos a los que tuvo acceso y que evidenciaban como Estados Unidos, reiteradamente, rechazó propuestas de relaciones respetuosas entre las dos naciones, hechas por el dirigente vietnamita Ho Chi Mih desde finales de la Segunda Guerra Mundial.

El joven oficial llegó a la conclusión de que su país cometió el peor error estratégico al considerar a Ho Chi Mih y la dirección vietnamita como simples títeres de los intereses de la URSS en la región y no como líderes, que encabezaban una guerra apoyada por la inmensa mayoría del pueblo bajo las consignas de reunificación y consideró que vencerían y extenderían su ejemplo a toda Indochina, como ocurrió.

Demostró que subestimar la capacidad de Viet Nam tuvo consecuencias todavía peores cuando la Casa Blanca apoyó a Francia en una desfasada guerra colonial contra ese país hasta que fue derrotada en 1954, para pocos años después sustituirla como potencia agresora y mantener un gobierno títere y corrupto en el sur vietnamita y empantanarse en una campaña bélica imposible de ganar.

Se enteró por oficiales de la Agencia Central de Inteligencia (CIA) que asesoraban al régimen de Saigón, cómo prisioneros del ejército de Viet Nam del Norte o los guerrilleros del sur, aceptaban la muerte con dignidad ante las torturas, por sus convicciones.

Además, el analista se familiarizó con los funcionarios de la embajada norteamericana y periodistas que reportaban la guerra, quienes generalmente aceptaban con cinismo la imposibilidad de ganar el conflicto pero no estaban dispuestos a sacrificar sus cargos por decir la verdad.

Por documentos oficiales comprobó que la marina norteamericana y la CIA en 1964 inventaron una falsa agresión de lanchas coheteras norvietnamitas en el Golfo de Tonkín a un destructor, lo cual sirvió como justificación para iniciar los bombardeos a Vietnam del Norte y fue testigo en el terreno de de los errores del mando norteamericano, que llevaba a una muerte inútil a jóvenes de su país.

Posteriormente, Ellsberg al referirse a la intervención en Vietnam diría “No es que estuviéramos del lado equivocado; nosotros éramos el lado equivocado”.

Los fracasos que salvaron a Ellsberg

Poco después de regresar de Vietnan, con trastornos nerviosos por la tensión de los combates, fue sacando los expedientes de la Rand Corporation y los fotocopió uno a uno durante meses en casa de amigos, con la colaboración de un antiguo colega y compañero en la aventura, Tony Russo.

Envió los documentos al New York Times y al Washington Post para su publicación, a partir del 13 de junio de 1971, lo que es considerado como un primitivo antecedente de las actuales revelaciones del sitio Wikileaks y de su promotor, Julian Assange.

Ellsberg fue acusado de posesión no autorizada y robo de documentos secretos y fue buscado por el FBI en todo el país. Mientras tanto, un equipo de agentes subordinados al propio presidente Richard Nixon irrumpió ilegalmente y con violencia en las oficinas de su psicoanalista para obtener su hoja clínica y cuestionar su salud mental.

Al ser entrevistado sobre estos hechos recordaría que el tres de mayo de 1972, una docena de agentes de la CIA, ex mercenarios de Bahía de Cochinos en Cuba, llegaron desde Miami con la orden de “incapacitarme totalmente.” Le dije al fiscal: “¿Qué significa eso? Me dijo: “Significa incapacitar totalmente. Pero tienes que entender que estos tipos nunca usen la palabra matar”.

Por indicación de sus abogados, el perseguido se entregó a un fiscal en Boston y su juicio quedó anulado por la justicia después de comprobar que el gobierno había cometido robo con allanamiento en la consulta del siquiatra de Ellsberg, entre otras ilegalidades. La torpeza de los agentes del presidente lo salvo de ir a la cárcel.

Ese proceso tuvo lugar en el contexto del escándalo de Watergate, y quedó evidenciado que la administración de Nixon trató de influenciar al juez al ofrecerle un puesto en el FBI y que Ellsberg había sido vigilado clandestinamente 24 horas antes de la decisión de la Corte Suprema.

El caso Wategate se inició en junio de 1972, cuando una unidad especial de agentes, la misma que persiguió a Elsberg, subordinada al presidente republicano Richard Nixon fue descubierta por los custodios del Comité Nacional Demócrata en el hotel del mismo nombre, cuando trataba de entrar en las oficinas para acceder a las informaciones de ese partido, previo a las elecciones presidenciales.

De forma incomprensible, agentes de tan alto nivel profesional reiteraban sus torpezas en acciones en las que debían ser maestros, como la entrada furtiva a locales, una materia básica del trabajo clandestino.

La incompetencia de tales especialistas, irónicamente salvó a Elsberg y acabó con la presidencia de Richard Nixon, quien renunció el ocho de agosto de 1974 como consecuencia del escándalo y las informaciones filtradas a la prensa sobre su deshonestidad al ocultar las pruebas que lo involucraban a la entrada ilegal a Watergate.

El ex analista del Pentágono se convirtió en un referente para la izquierda pacifista y sectores liberales en todo el mundo. En abril de 1975 el régimen de Saigón era derrotado y los últimos funcionarios norteamericanos tendrían que huir desordenadamente por la azotea de la sede diplomática. Fueron recogidos por helicópteros a pocos minutos de que los tanques T-55 rompieran las verjas de la instalación y los soldados de Vietnan del Norte tomaran todo el inmueble.

Solo recientemente el gobierno norteamericano decidió hacer públicos los originales de los papeles del Pentágono en varios centros de estudios.

Daniel Ellsberg, a sus 80 años mantiene una posición contraria a las intervenciones en Afganistán e Irak y de crítica a la política guerrerista de EE.UU.

En 2008, durante una entrevista aconsejó a los funcionarios estadounidenses con acceso a información de planes agresivos: “No hagan lo que yo hice, no esperen hasta que las bombas caigan o la guerra haya empezado, como yo hice antes de sacar a la luz las pruebas de las mentiras y de las políticas temerarias. Vayan a la prensa y, en este caso, a Wikileaks, que en mi época no existía, o al Congreso, y entreguen las pruebas”.

Fuentes:

http://razonesdecuba.cubadebate.cu/articulos/wikileaks-en-los-70/

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