M. R.
¿Por qué el Partido Comunista cerró La Pirenaica en los momentos en los que se iniciaba la «transición»?
En un rincón escondido de Europa, el 22 de julio de 1941, comenzó a transmitir una emisora que rompería con el monopolio informativo de la dictadura franquista: Radio España Independiente (REI), conocida como La Pirenaica.
Desde su primer mensaje, esta emisora clandestina se propuso ser una referencia informativa para los españoles que carecían por entonces de cualquier otra posibilidad de comunicación, salvo la controlada por la dictadura. Durante más de tres décadas, La Pirenaica emitió desde el exilio mensajes de información crítica, de lucha y de denuncia social, convirtiéndose en todo un símbolo de la resistencia antifranquista.
En este trabajo trataremos de explorar algunos aspectos de la historia de La Pirenaica, su funcionamiento clandestino y los riesgos que implicaba escucharla. Todo ello lo acompañaremos con anécdotas reales, recogidas de diversas fuentes, que también forman parte del legado de aquella emisora.
El nacimiento de una emisora de resistencia
La Guerra Civil Española (1936-1939) dejó un país destrozado, tanto económica como socialmente. Los vencedores, liderados por Francisco Franco, impusieron un régimen fuertemente autoritario que no solo se encargó de eliminar físicamente a sus opositores, sino que también monopolizó toda la información. La prensa, la radio y el cine fueron utilizados como herramientas de propaganda para consolidar el control ideológico de la dictadura. Cualquier voz crítica era drásticamente silenciada.
Fue en este contexto de censura absoluta en el que el Partido Comunista de España (PCE) decidió poner en marcha una emisora clandestina desde el exilio. Con el apoyo técnico y financiero de la Unión Soviética, «La Pirenaica» inició sus transmisiones desde Moscú, el 22 de julio de 1941. Ya en su primera emisión, la dirección de la emisora dejó claro su propósito: ser la voz de los españoles que no se rendían ante la dictadura.
El nombre «La Pirenaica» tenía una intención simbólica. Aunque no emitía desde los Pirineos, la elección del término, según sus creadores, buscaba transmitir cercanía a los españoles y evocar la idea de una resistencia oculta pero activa, lista para cruzar las montañas y liberar al país del franquismo.
LUCHA CONTRA EL SILENCIO INFORMATIVO
La Pirenaica nació como una alternativa a la propaganda oficial. Mientras las emisoras nacionales se dedicaban a la exaltación del Régimen y su «cruzada» contra el comunismo, «La Pirenaica» ofrecía una narrativa diametralmente opuesta. Desde sus estudios en Moscú, y más tarde en Ufa y Bucarest, la emisora transmitía noticias, análisis y denuncias que desafiaban el discurso único impuesto por Franco.
Su programación incluía informes sobre las huelgas y conflictos laborales dentro de España, análisis de la política internacional y lecturas de cartas clandestinas enviadas por ciudadanos españoles que denunciaban los abusos y la represión. Además, la emisora difundía mensajes de apoyo a los movimientos de resistencia y llamadas a la unidad entre los trabajadores y campesinos.
Un aspecto distintivo de La Pirenaica era su carácter multilingüe. Con emisiones en castellano, catalán, euskera y gallego, la emisora buscaba conectar con las diferentes identidades culturales del país, que el franquismo había intentado uniformar bajo el lema de «una, grande y libre».
El funcionamiento clandestino de la emisora
El trabajo en La Pirenaica no era sencillo. Operar una emisora clandestina en el contexto en el que fue creada requería un alto nivel de organización y seguridad. Los equipos de transmisión debían ser móviles para evitar ser localizados, y las emisiones se grababan con días de antelación para asegurar su difusión. Los técnicos trabajaban en condiciones extremas, enfrentándose a interferencias constantes y amenazas de sabotaje.
Una anécdota reveladora ocurrió durante un bombardeo que se produjo en Bucarest durante la Segunda Guerra Mundial. El equipo técnico tuvo que desmontar rápidamente los transmisores y esconderlos en un vagón de tren para evitar que fueran destruidos. A pesar de los riesgos, las emisiones continuaron sin interrupciones, demostrando el compromiso inquebrantable del equipo.
Los locutores, por su parte, utilizaban seudónimos para proteger su identidad y evitar represalias contra sus familias en España. Además, muchos de ellos vivían en condiciones de aislamiento, conscientes de que cualquier desliz podría poner en peligro la seguridad de la emisora.
Los riesgos que se corría en España por escuchar ‘La Pirenaica»
Sintonizar Radio España Independiente en la España franquista era un acto de auténtica valentía que podía tener graves consecuencias. Las autoridades consideraban la escucha de emisoras extranjeras como un acto gravemente subversivo y quienes eran descubiertos enfrentaban multas, despidos, encarcelamiento e incluso la tortura y la muerte, como pueden constatarse en algún caso sobre al que nos referiremos más adelante.
Un caso conmovedor fue el de una familia campesina en Andalucía que escuchaba La Pirenaica en secreto durante las noches. Según narra el testimonio de uno de sus miembros,
“tapábamos la radio con una manta para amortiguar el sonido y poníamos a los niños a vigilar la puerta por si alguien venía”.
A pesar de los riesgos, la familia encontraba en las emisiones un soplo de esperanza.
En otro caso, ocurrido en 1958 en un pueblo de Extremadura, un maestro de escuela fue arrestado tras ser denunciado por un vecino. El maestro había organizado reuniones secretas en las que se escuchaban las emisiones de La Pirenaica y se discutían las noticias. Aunque fue condenado a prisión, su historia inspiró a otros a continuar con la resistencia.
En los llamados «años de plomo», en la década de los años 40 del siglo pasado, escuchar Radio España Independiente (REI) llegó a ser una actividad ciertamente peligrosa que en algún caso podía pagarse con la vida. De acuerdo con los datos que hemos podido recoger al respeto, en 1945 Alfonso Martínez Peña fue ejecutado en Cartagena bajo la acusación de escuchar y difundir las emisiones de La Pirenaica. Este caso ejemplifica la dureza con la que el régimen castigaba a quienes buscaban información fuera del control oficial.
Se dispone, igualmente, de datos correspondientes a los años 50 del pasado siglo, en los que no fueron pocos los trabajadores que perdieron sus puestos de trabajo por escuchar la emisora y luego comentar sus noticias con vecinos o compañeros de trabajo.
La Guardia Civil realizaba exhaustivas inspecciones domiciliarias por sorpresa, en busca de aparatos de radio que eran confiscados. Los aparatos confiscados rara vez eran devueltos y sus propietarios podían enfrentar multas o penas de cárcel.
El «SERVICIO DE INTERFERENCIA RADIADA».
Pero la dictadura no se limitó a reprimir utilizando la delación como medio. Avanzados los años 50, el Ministerio de la Gobernación puso en marcha un fondo de interferencias permanente a través del «Servicio de Interferencia Radiada» (SIR), con el que intentó contrarrestar las emisiones de «La Pirenaica». El SIR estaba constituido por toda una red de estaciones de interferencia que emitían fuertes pitidos y zumbidos con el objetivo de dificultar la recepción de la señal de la emisora. A pesar de estos esfuerzos, muchos oyentes persistían estoicamente en sintonizar la emisora ajustando de forma constante el dial de sus aparatos de radios para sortear las interferencias.
El SIR operaba al margen de los convenios y reglamentos internacionales, enfocándose en las emisiones que, según el régimen, «trabajaban al servicio de los enemigos de España».
La máxima autoridad del SIR era la Subsecretaría de la Presidencia, que determinaba qué emisiones debían ser interferidas. Posteriormente, se creó una Junta rectora integrada por un Jefe de Servicio, un Presidente y representantes de varios ministerios, incluyendo Ejército, Marina, Aire, Gobernación e Información y Turismo, además de un vocal del Alto Estado Mayor. El servicio de interferencias destinado al Archipiélago Canario operó desde los cuarteles de «La Isleta», en Las Palmas.
Correspondencia clandestina
La Pirenaica recibía numerosas cartas de oyentes que compartían información sobre la situación en España. Estas misivas, enviadas a través de direcciones en Francia e Italia, eran redactadas con seudónimos y contenían detalles sobre huelgas, protestas y represiones, reflejando el deseo de los ciudadanos dedar a conocer la realidad que estaban viviendo.
A lo largo de los años la emisora se fue haciendo también con una red de corresponsales espontáneos. Fueron miles de personas las que, según la redacción de la emisora, actuaban desde España como corresponsales espontáneos para La Pirenaica, enviando informes sobre eventos locales y situaciones represivas, etc.
Estos ciudadanos arriesgaban su seguridad para mantener informada a la emisora sobre la realidad del país, demostrando una notable valentía y su compromiso con la lucha antifranquista.
También era frecuente que desde las mismas filas de la dictadura o de sus simpatizantes se enviaran noticias falsas a la emisora, con el propósito de restarle verosimilitud a la información que proporcionaba. Ya entrados los años 60 fue muy conocida la anécdota de una información emitida por la REI en la que se aseguraba que en la isla de Gran Canaria se había producido una huelga general de tranvías. Un medio de transporte que ya no existía en esta isla. Ni que decir tiene que lo que hoy llamaríamos fake news fue aprovechada por los medios escritos del Archipiélago para desacreditar a la emisora entre sus oyentes en las Islas.
El impacto social de La Pirenaica
A lo largo de sus 36 años de existencia, Radio España Independiente no solo ofreció información, sino que también se convirtió en un símbolo de resistencia. Sus emisiones ayudaron a mantener viva la esperanza en un contexto de represión y silencio y demostraron el poder de la comunicación como herramienta de lucha.
En 1962, durante la huelga minera de Asturias, La Pirenaica dedicó muchas emisiones a denunciar la brutal represión contra los trabajadores. Las transmisiones tuvieron un impacto significativo, ya que animaron a otros sectores a solidarizarse con los mineros y contribuyeron a visibilizar la lucha obrera a nivel internacional.
El cierre de la Pirenaica
Con el inicio de la denominada transición, en 1977, la dirección del PCE, ya encarrilado en la vía de los pactos y acuerdos con miembros del establishment de la dictadura, decidió cerrar Radio España Independiente como parte implícita de esos mismos acuerdos. Aquel cierre puso punto final a toda una larga historia de lucha.
Fuentes:
https://canarias-semanal.org/art/37022/la-pirenaica-la-emisora-clandestina-de-desafio-durante-casi-cuarenta-anos-a-la-dictadura