La Gran Enciclopedia Soviética, en ruso Большая советская энциклопедия, abreviada БСЭ, (transliterado como Bolshaya soviétskaya entsiklopédiya, BSE), es una de las más extensas publicadas alguna vez en ese idioma eslavo.
Históricamente fue publicada por una editorial de la desaparecida Unión Soviética que estaba especialmente abocada a su desarrollo y edición, llamada simplemente Soviétskaya entsiklopédiya («Enciclopedia soviética»). Debido justamente a su origen, la obra tenía un natural sesgo a favor del marxismo-leninismo, la ideología oficial del sistema soviético.
La Gran Enciclopedia Soviética tuvo tres distintas ediciones a lo largo de sus varias décadas de existencia:
La primera edición de 65 volúmenes (65.000 artículos, es decir, unos mil por tomo) además de un volumen adicional especial y específicamente dedicado a la Unión Soviética), fue publicado entre 1926 y 1947, en pleno auge del estalinismo. Su editor en jefe fue, hasta el estallido de la Gran Guerra Patria (invasión nazi de la URSS) en 1941, Otto Shmidt. En términos histórico-cronológicos, coincidió con el período del auge del estalinismo en la URSS.
La segunda edición de 50 volúmenes (100.000 artículos y un tomo adicional dedicado a la Unión Soviética) fue publicada entre 1950 y 1958, siendo los editores en jefe Serguéi Vavílov (hasta 1951) y Borís Vvedenski (hasta 1969); dos volúmenes extras, a modo de índice, fueron publicados en 1960. Cronológicamente, coincidió con la bisagra histórica entre el régimen de Iósif Stalin y la parcial liberalización cultural de la desestalinización lanzada por el posterior líder soviético Nikita Jruschov, que sería conocida con el nombre de «deshielo» (en ruso о́ттепель, transliterado como Óttepel).
La tercera edición (apodada la Edición Roja), publicada entre 1969 y 1978, fue de 30 volúmenes (ofreciendo 100.000 artículos y un volumen adicional para el índice, publicado en 1981). El volumen 24 de esta edición fue editado en dos tomos, estando uno de ellos exclusivamente dedicado a la Unión Soviética. Ésta, la última edición, cuenta con alrededor de 21 millones de palabras (poco más de mitad de la Encyclopædia Britannica) , y su editor en jefe fue, desde 1969, Aleksandr Prójorov. Históricamente su publicación coincidió con el período de estancamiento de Leonid Brézhnev.
Entre los años 1957 y 1990 se publicó un anuario adicional, que permitía a la enciclopedia estar actualizada con los últimos datos históricos y demográficos de todos los países del mundo.
Capitulo de la filosofía en Enciclopedia.
Filosofía
(griego: filosofía: amor a la sabiduría). Ciencia sobre las leyes universales a que se hallan subordinados tanto el ser (es decir, la naturaleza y la sociedad) como el pensamiento del hombre, el proceso del conocimiento. La filosofía es una de las formas de la conciencia social y está determinada, en última instancia, por las relaciones económicas de la sociedad. La cuestión fundamental de la filosofía como ciencia especial estriba en el problema de la relación entre el pensar y el ser, entre la conciencia y la materia. Todo sistema filosófico constituye una solución concreta y desarrollada de dicho problema, incluso si la «cuestión fundamental» no se formula claramente en el sistema.
El término «filosofía» se encuentra por primera vez en Pitágoras; en calidad de ciencia especial, lo introdujo por primera vez Platón. La filosofía surgió en la sociedad esclavista como ciencia que unía todos los conocimientos que el hombre poseía acerca del mundo objetivo y acerca de sí mismo, cosa perfectamente natural dado el bajo nivel de desarrollo del saber en las etapas [176] primeras de la historia humana. En el curso del desarrollo de la práctica en el ámbito de la producción social, y a medida que se acumularon conocimientos científicos, ocurrió un proceso de «desprendimiento por gemación» de algunas ciencias respecto a la filosofía, a la vez que ésta se formaba como ciencia independiente. La filosofía como ciencia surge de la necesidad de estructurar una concepción general del mundo, de investigar los principios y leyes generales del mismo; surge de la exigencia de un método de pensamiento acerca de la realidad fundado en lo racional, en la lógica.
Tal necesidad hace que el problema de la relación entre el pensar y el ser se sitúe en el primer plano de la filosofía, pues toda filosofía se apoya en una u otra solución de dicho problema, lo mismo que el método y la lógica del conocimiento. A ello se debe, también, la polarización de la filosofía en dos corrientes opuestas: materialismo e idealismo; entre ellos ocupa una posición intermedia el dualismo. La lucha entre el materialismo y el idealismo atraviesa, como un hilo rojo, toda la historia de la filosofía, es una de sus fuerzas motrices fundamentales.
Esta lucha se encuentra estrechamente vinculada al desarrollo de la sociedad, a los intereses económicos, políticos e ideológicos de las clases. Al precisar la problemática específica de la ciencia filosófica, se fueron diferenciando en la propia filosofía distintas facetas en calidad de partes más o menos independientes, a veces con diferencias señaladísimas. Estas partes son: la ontología, la gnoseología, la lógica, la ética, la estética, la psicología, la sociología y la historia de la filosofía. Al mismo tiempo, ante la insuficiencia de conocimientos concretos, la filosofía intentaba sustituir las conexiones y leyes del mundo que faltaban por otras imaginarias, con lo cual se convertía en una «ciencia de las ciencias» especial, por encima de todas las demás ciencias. Respecto a la naturaleza, tal filosofía se presentaba como filosofía natural; ante la historia como filosofía de la historia.
El último sistema de este género fue el de la filosofía de Hegel. Sin embargo, a medida que los conocimientos aumentaron y se diferenciaron, desaparecieron los motivos para que existiera la filosofía como «ciencia de las ciencias». La clara concepción de la necesidad social que da origen a la filosofía como ciencia especial, la clara idea del lugar que ésta ocupa y del papel que desempeña en el conjunto de la cultura espiritual así como, por ende, de cuál es el círculo de sus problemas (su objeto) se alcanzaron por primera vez en el marxismo-leninismo (Materialismo dialéctico, Materialismo histórico). El conocimiento teórico de los fenómenos del mundo circundante no puede darse sin el pensar desarrollado en el sentido lógico. Pero, en virtud de la división del trabajo entre las ciencias, que se formó históricamente, fue precisamente la filosofía la que elaboró las categorías y leyes lógicas.
La filosofía marxista-leninista ha desarrollado y sostenido consecuentemente el principio materialista en la concepción del mundo objetivo y del pensar, principio que ha fecundado con la concepción dialéctica no como «ciencia de las formas externas del pensamiento, sino de las leyes que rigen el desarrollo de «todas las cosas materiales, naturales y espirituales», es decir, el desarrollo de todo el contenido concreto del mundo y del conocimiento del mismo, o sea, resultado, suma, conclusión de la historia del conocimiento del mundo» (V. I. Lenin, t. XXXVIII, págs. 80-81). La filosofía marxista, al considerar las formas y leyes lógicas como formas y leyes aprehendidas y comprobadas por toda la práctica humana del desarrollo de los procesos naturales, históricos y sociales, eliminó la diferenciación entre ontología, lógica y teoría del conocimiento. La coincidencia de la dialéctica, de la lógica y de la teoría del conocimiento constituye el principio cardinal de la filosofía del materialismo dialéctico. Con esto, la teoría filosófica del marxismo constituye la solución materialista dialéctica del problema fundamental de la filosofía, solución desarrollada de manera concreta, acabada en todos sus detalles. Las formas y leyes lógicas se presentan, en esta teoría, como formas y leyes universales reflejadas en la conciencia del hombre del decurso de todo proceso natural o histórico social, como grados de la reproducción teórica de los objetos en concordancia con el desarrollo real de los mismos.
La filosofía, elaborada partiendo de la concepción indicada de su papel, de su objeto y de sus tareas verdaderas en el desenvolvimiento de la cultura humana, aparece como poderoso instrumento del conocer y obrar de las personas, como factor activo en el desarrollo ulterior del conocimiento y de la práctica. Así concebida la filosofía, sus partes la psicología, la sociología, la ética y la estética se convierten cada vez más en ciencias independientes, que se consideran ciencias filosóficas sólo por el peso de la tradición. Cierto es que dicha tradición tiene su fundamento, ya que las ciencias indicadas están relacionadas en alto grado con la problemática específicamente filosófica, en particular con el problema de la relación entre el sujeto y el objeto. La filosofía facilita el desarrollo de la autoconciencia del hombre, la comprensión del lugar y del papel de los descubrimientos científicos en el sistema del progreso general de la cultura humana; con esto, proporciona una medida para valorar dichos descubrimientos y enlazar los eslabones sueltos del conocimiento en la unidad de la concepción del mundo. A las teorías burguesas contemporáneas les son inherentes tendencias antifilosóficas.
Dichas tendencias caracterizan, sobre todo, al neopositivismo, el cual declara que los problemas de la filosofía son seudoproblemas, pretende substituir el análisis filosófico del desarrollo de los conocimientos y de la práctica actuales por el análisis del «lenguaje de la ciencia», es decir, por el análisis lingüístico-semántico «de las formas externas del pensar», del idioma, de los sistemas de signos con que se expresa el pensamiento, &c. De este modo, la filosofía, en el fondo, se liquida como ciencia. De ahí que el único camino que queda para que la filosofía se desarrolle como ciencia es el del materialismo dialéctico continuador de las mejores tradiciones de la filosofía universal.
Filosofía analítica
Amplía corriente, bastante heterogénea, de la filosofía burguesa moderna; une distintos grupos, direcciones y filósofos que ven en el análisis del lenguaje el objetivo de la filosofía. Actualmente, la filosofía analítica se cultiva sobre todo en los Estados Unidos e Inglaterra; cuenta, asimismo ciertos partidarios y grupos en los países escandinavos, Finlandia, Australia, &c. En los Estados Unidos, esta corriente se halla representada por los filósofos del empirismo lógico y el neopragmatismo (Williard van Quine, N. Goodman, M. White). Existen, asimismo, varios analíticos americanos independientes, que no pertenecen a ninguna dirección determinada (Rog Wood Sellars y otros).
En Inglaterra, la forma dominante de la filosofía analítica es la filosofía lingüística. Mantienen una posición próxima al empirismo lógico Ayer y Karl Popper. Todas esas tendencias de la filosofía analítica aparecen como variedades del neopositivismo. Caracteriza a la mayor parte de quienes la cultivan el trasladar el centro de gravedad, en la investigación, de los problemas gnoseológicos generales a las formas y a los recursos concretos del análisis del lenguaje. En este terreno pueden señalarse dos maneras fundamentales de enfocar las cuestiones:
1) se construyen lenguas artificiales «modélicas» de estructura lógica fijada con precisión (empirismo lógico, neopragmatistas, varios analíticos «independientes»). Tales investigaciones se basan en la lógica y en la semántica lógica;
2) Se investigan las lenguas naturales históricamente dadas (filosofía lingüística). En gran medida, los trabajos de los representantes modernos de la filosofía analítica dedicados al análisis del lenguaje pierden el carácter de investigaciones filosóficas o gnoseológicas en el sentido estricto de la palabra y se convierten en investigaciones concretas sobre lógica, acerca de problemas específicamente metodológicos o de lingüística, las cuales poseen, sin duda alguna, contenido científico. En cuanto a los problemas filosóficos generales, la filosofía analítica en realidad se aparta de ellos o bien les da una solución idealista equivocada.
Filosofía antigua
Nombre dado al conjunto de doctrinas filosóficas desarrolladas en la antigua sociedad griega esclavista desde fines del siglo VII a. n. e. y en la antigua sociedad esclavista romana a partir del siglo II a. n. e. hasta principios del siglo VI d. n. e. La filosofía antigua constituye un fenómeno peculiar, pero no aislado en el desarrollo de la conciencia filosófica de la humanidad. Se formó sobre la base de los rudimentos de astronomía, matemática, física, &c., que llegaron a las ciudades griegas desde el Oriente; como resultado de la elaboración de la mitología antigua en arte y poesía, y también a consecuencia de la liberación del pensamiento filosófico en lo que respecta a las representaciones mitológicas sobre el mundo y el hombre, representaciones que habían mantenido prisionero a dicho pensamiento. Ya en el siglo V a. n. e. surgieron sistemas filosóficos y cosmológicos en los cuales el mito se presenta no tanto como idea fundamental cuanto como recurso expresivo para formular el pensamiento. En el siglo VI a. n. e., e incluso en el V, la filosofía y el conocimiento de la naturaleza aún no había delimitado sus esferas. Como faltaban recursos de comprobación [178] experimental: el número de hipótesis ideadas era grande. Para la filosofía, tal multiplicidad de hipótesis significaba diversidad de tipos de explicación filosófica del mundo. Esta diversidad y el nivel de la elaboración, convirtieron la filosofía antigua en escuela del pensamiento filosófico para los tiempos posteriores.
«…En las múltiples formas de la filosofía griega –escribió Engels– se contienen ya en germen, en génesis, casi todas las concepciones posteriores» (t. XX, pág. 369 – «Anti-Dühring» E.P.U., 1961, pág. 405). El punto de partida de la filosofía antigua fue el materialismo filosófico. Tales, Anaximandro, Anaxímenes, Heráclito, pese a todas las diferencias existentes entre ellos, suponían que todas las cosas proceden de un principio único y, además material. No obstante, sobre esta base ingenuamente materialista, se perfilaron pronto ciertas concepciones que condujeron más tarde al nacimiento del idealismo.
Los brotes de escisión entre las corrientes materialistas y las idealistas se dieron ya en los pensadores griegos más antiguos. En la segunda mitad del siglo V y en la primera del IV antes de nuestra era, se convirtieron en la oposición entre materialismo e idealismo. Con no menor claridad se presenta en la filosofía antigua la oposición entre el método dialéctico y el método metafísico del pensar. En esencia, muchos de los primeros filósofos griegos eran dialécticos, concebían la naturaleza como un todo y, por consiguiente, la veían en la interacción y concatenación de sus fenómenos. Durante el desarrollo de la filosofía antigua, que pasó de los mil años, el materialismo y el idealismo, la dialéctica y la metafísica constituidos en la antigua filosofía griega, experimentaron una compleja evolución que reflejaba, en última instancia, la dialéctica del desarrollo de la sociedad antigua.
Fueron materialistas, en la filosofía antigua, Empédocles, Anaxágoras, Leucipo, y Demócrito. En las enseñanzas de Sócrates y, sobre todo, de Platón se formó la doctrina del idealismo filosófico, que se contrapuso en primer lugar al materialismo de los atomistas. Desde entonces, en la filosofía antigua se dibujan netamente dos líneas principales de desarrollo, en pugna: el materialismo y el idealismo (o bien, por decirlo con palabras de Lenin, la «línea de Demócrito» y la «línea de Platón»). Oscilando entre el materialismo y el idealismo, Aristóteles expuso también sus ideas en polémica con las doctrinas anteriores y contemporáneas a su tiempo. Resulta singularmente enérgica e ingeniosa la crítica aristotélica de la teoría de las «ideas» capital en el idealismo de Platón.
En la época del helenismo, como reflejo de la crisis inicial de la polis en el sistema de esclavitud, la lucha de escuelas de la filosofía antigua vuelve a acentuarse. En aquel entonces se hizo particularmente intensa la pugna entre la escuela materialista epicúrea y la escuela estoica, en cuyas doctrinas, materialistas en el fondo, habían penetrado ampliamente elementos de idealismo. Se sitúan en primer lugar, entre los problemas filosóficos, los que conciernen a la ética, aunque basados en la concepción de la naturaleza y en la doctrina concerniente al saber y al pensar. Las escuelas filosóficas se convierten en comunidades cerradas de personas unidas por su indiferencia respecto a los acontecimientos exteriores y por un acentuado interés por las cuestiones éticas y la educación.
Al mismo tiempo, cambia la relación entre la filosofía y las ciencias especiales, aparece un nuevo tipo de hombre culto y un nuevo tipo de literatura docta, especializada, al alcance sólo de los iniciados. En la época del Imperio Romano, período en que se agudiza la crisis de la sociedad esclavista, cobra mayores vuelos la búsqueda religiosa de la abnegación y de la resignación. De este a oeste penetra y se difunde una ola de cultos, doctrinas y misterios religiosos. La propia filosofía se vuelve religiosa y, en algunas escuelas, incluso mística. Tal ocurre con el neoplatonismo y el neopitagorismo. El primero influyó sobre el desarrollo de las doctrinas filosóficas del cristianismo. En el año 529, el emperador Justiniano decretó el cierre de las escuelas filosóficas de Atenas. Pero antes ya de este decreto e independientemente de él, el ciclo fundamental de las ideas de la filosofía antigua había llegado ya al término de su desarrollo.
Filosofía china
Posee una larga tradición histórica. Sus fuentes se remontan a los comienzos del primer milenio a. n. e. Ya en los siglos VIII-V a. n. e., había alcanzado amplia difusión la doctrina sobre las cinco «fuerzas ciegas o primeros elementos, de la naturaleza. Los pensadores de la antigua China enseñaban que las conexiones de los cinco «primeros fundamentos»: agua, fuego, metal, madera y tierra crean toda la diversidad de los fenómenos y cosas. Existía también otro sistema de clasificación de los «primeros fundamentos» del mundo real.
En el «Libro de las transmutaciones» «Itszin») ya se citan [179] ocho «primeros fundamentos» de esa clase, cuya interacción da origen a las distintas situaciones de la realidad. No obstante, dicho libro no deja de ser, en el fondo, un texto de vaticinios. Sólo algo más tarde recibió interpretación filosófica. Las imágenes y el simbolismo del «Libro de las transmutaciones» ejercieron una extraordinaria influencia sobre el desarrollo ulterior de la filosofía china. Al mismo tiempo, se iban elaborando los principios capitales de la doctrina acerca de las fuerzas opuestas y recíprocamente ligadas, el yan y el yin, cuya acción era considerada como la causa del movimiento y de la variabilidad en la naturaleza. Eran los símbolos de la luz y de las tinieblas, los principios de lo positivo y de lo negativo, de lo masculino y de lo femenino en la naturaleza.
La antigua filosofía china sigue desarrollándose en el período que abarca los s. V-III a. n. e. Precisamente durante ese período surgieron las principales escuelas filosóficas. Testimoniaron un profundísimo interés por las cuestiones filosóficas los partidarios del taoísmo, ante todo Lao-tse y Chuang-tse; de las investigaciones gnoseológicas se ocuparon sobre todo Mo Ti (Mo-tsé) y sus discípulos. Muchos pensadores de la antigua China se interesaron por la solución del problema lógico acerca de la relación entre el concepto («el nombre») y la realidad. Mo Ti, Siun-tsé y otros consideraban que los conceptos son un reflejo de los fenómenos y cosas objetivos. Da una explicación idealista del problema, Hunsun Lun, quien alcanzó notoriedad por sus exposiciones que recuerdan las aporías de Zenón, así como por entender con un criterio en extremo absoluto el concepto y separarlo de la realidad. Su doctrina sobre los «nombres» tiene mucho de común con la doctrina de las «ideas» de Platón.
En el período indicado, Tsou Yan investigó las representaciones sobre las fuerzas yan y yin y los cinco «elementos» de la naturaleza. Alcanzaron amplia resonancia las doctrinas ético-políticas de Confucio y de Mencio (Men-tsé), las ideas de Han Fei-tsé y de otros representantes de la escuela de los «legistas» (fa kia) sobre el Estado y el derecho. Aquel fue el «siglo de oro» de la antigua filosofía china. En las cuestiones de filosofía natural, la lucha giró sobre todo alrededor de las representaciones sobre el «tian» –«cielo»–, que unos pensadores determinan como naturaleza (Siun-tsé) y para otros es una designación de una fuerza superior, rectora (Confucio, Mencio); sobre el «tao», «camino» (ley natural y absoluta), el «de», manifestaciones, cualidades; sobre el tsi, materia primera, «elementos» de la naturaleza, &c. En el campo de la ética y de la moral, se centró la atención en la teoría sobre la esencia del hombre. Las ideas de Confucio llevaron a las concepciones de Mencio sobre la bondad innata de la naturaleza humana y a las de Siun-tsé sobre la maldad innata de la misma. Gozaron de gran predicamento las teorías del individualismo, de Yan Chu, y del altruismo, de Mo-tse.
Las concepciones de la filosofía de la naturaleza formuladas por los antiguos pensadores chinos se distinguen por la insuficiencia del material empírico aprovechado. Entre el siglo III a. n. e. y el III d. n. e., las numerosas teorías sobre la filosofía de la naturaleza y cosmológicas siguen basándose en la doctrina de las cinco «fuerzas ciegas» o elementos primarios y las fuerzas polares yan y yin. Las concepciones del tsi recibieron una interpretación materialista en el sistema, seriamente argumentado, de Van Chun. Al mismo tiempo se desarrollan distintas teorías místicas, se van perfilando corrientes religiosas en el taoísmo y en el confucianismo. En los primeros siglos d. n. e., el problema central de la lucha entre materialismo e idealismo pasa a ser el de la correlación entre el «ser» y el «no ser».
En dicho período, como resultado de las influencias recíprocas, –y de la síntesis–, de las concepciones taoístas y confucianistas, se desarrollan las representaciones acerca de lo «inicial» (yuan), de la primera materia (tsi), del «tao» y otros fundamentos del ser. En el siglo I, en China empieza a penetrar y a difundirse el budismo, el cual, junto al confucianismo, y al taoísmo, se convierte en una de las tendencias dominantes del pensamiento chino. Los siglos V-VI transcurren bajo el signo del predominio del misticismo budista. En ese período, se sostuvo una lucha en torno a la doctrina budista sobre la irrealidad del mundo. Muchos pensadores manifestaron hondo interés por los problemas relativos a la correlación entre esencia y fenómeno, ser y no ser, cuerpo y alma. Los materialistas Je Chen-tian y Fan Chen sometieron a una crítica demoledora la creencia en la inmortalidad del alma.
El budismo queda como la doctrina más difundida en los siglos VII-X. Los ataques al idealismo budista partían fundamentalmente del confucianismo y del taoísmo. Como resultado de hondos progresos económicos y sociales, en el período de los siglos X-XIII se produce un florecimiento de la filosofía china. El ulterior desarrollo de la doctrina confucianista, denominada neoconfucianismo, constituyó una reacción contra el budismo y el taoísmo.
El neoconfucianismo no se limitaba ya a exponer ideas ético-políticas. En él figuran con mucha mayor amplitud y riqueza las cuestiones de ontología, de filosofía natural y de cosmogonía. El problema central era el de la relación entre el principio ideal li (ley, principio) y el principio material tsi (materia primera). Los primeros representantes del neoconfucianismo examinaban algunas cuestiones con un criterio materialista (Chou Tun-I, Chan Tsai). En el desarrollo y generalización de las ideas neoconfucianistas, corresponde un preeminente lugar a Chu Si. Respondiendo a la pregunta de qué conexiones se dan entre el li y el tsi, Chu Si sostenía, en última instancia, que el li es el elemento primario, y el tsi, el secundario. Cultivaron el idealismo subjetivo en el neoconfucianismo Lu Tsiu-yuan (Lu Sianshan) y, ante todo, Van Shou-zhen (Van Yan-min). Al primero de ellos pertenece la frase: «El mundo es mi intelecto (corazón), mi intelecto es el mundo.»» Al idealismo neoconfucianista se contraponían las doctrinas materialistas de Chen Lian, E. Shi, Lo Tsin-shun, Van Tinsian. En la lucha contra la escuela ortodoxa del neoconfucianismo desempeñó un gran papel la doctrina del pensador progresivo Li Chi.
En los siglos XVII-XVIII sigue estudiándose el problema de la correlación entre el li y el tsi; lo resuelven en un sentido materialista Van Fu-Shi (Van Chuan-Shan) y Tai Zhen. La guerra del opio, en 1840, señaló el comienzo de la penetración extranjera en China. Al yugo feudal y a la agresión extranjera, el pueblo chino respondió con una poderosa sublevación campesina el movimiento «Tai-ping» en cuyo transcurso desempeñaron cierto papel ideas utópicas sobre la reestructuración de la sociedad. Posteriormente, cuando China quedó convertida en un país semicolonial, los pensadores progresivos (Tan Si-tun, Sun Yat-sen y otros) recogieron y continuaron las mejores tradiciones y las ideas materialistas de la filosofía china.
Desde que, bajo la influencia de la Gran Revolución Socialista de Octubre, se produce el movimiento del 4 de mayo de 1919, se inicia una nueva etapa en el desarrollo, del pensamiento político social y filosófico de China. El marxismo-leninismo se convierte en el arma ideológica principal en la lucha por la independencia nacional y las transformaciones revolucionarias del país, y la clase obrera, encabezada por el Partido Comunista de China pasa a ser la fuerza social dirigente.
Filosofía de la historia
Así se denominaba, en la filosofía anterior a Marx, la esfera del saber que se ocupaba de los problemas relativos al sentido de la historia, a sus leyes, a la dirección fundamental del desarrollo de la humanidad. Desde el punto de vista histórico, la filosofía de la historia arranca de la Antigüedad grecorromana. En la Época Moderna, la cultivaron los pensadores de la Ilustración del siglo XVIII (Voltaire, Herder, Condorcet, Montesquieu). Los hombres de la Ilustración al combatir la teologización de la historia, teologización iniciada por San Agustín, introdujeron en la filosofía de la historia la idea de causalidad, elaboraron la teoría del progreso, expusieron la idea de que el proceso histórico constituía una unidad, explicaron que el medio geográfico y social influía sobre el hombre.
En el desarrollo de la filosofía burguesa de la historia alcanzó una etapa superior la filosofía de Hegel quien concebía la historia como un proceso único, sujeto a ley, internamente necesario de autodesarrollo del espíritu, de la idea. Marx y Engels superaron la limitación de la filosofía de la historia, que se manifestaba en el carácter especulativo, apriorístico e idealista, de dicha filosofía. El descubrimiento del materialismo histórico, sirvió de base para crear una historia auténticamente científica. En la actual filosofía burguesa de la historia, las concepciones que gozan de mayor influencia son las de Toynbee y de Spengler. La mayor parte de los sociólogos e historiógrafos burgueses renuncian a la generalización filosófica de la historia, hecho que refleja el miedo de la burguesía ante las leyes históricas objetivas, que conducen al capitalismo a su fin. Ven la historia como una sucesión caótica de casualidades y rechazan los conceptos de causalidad, de sujeción a ley de progreso.
Filosofía de la identidad
Concepción filosófica que resuelve el problema de la correlación entre el pensar y el ser, entre el espíritu y la naturaleza, partiendo del reconocimiento de su identidad absoluta. Su principio básico se halla diametralmente opuesto al de los sistemas dualistas (Dualismo). La filosofa de la identidad, como concepción filosófica determinada está unida [181] al nombre de Schelling, quien, intentando superar el dualismo de los sistemas de Kant y de Fichte, presentó un nuevo principio inicial de la filosofía monista: el de la identidad absoluta entre lo subjetivo y lo objetivo, entre lo ideal y lo real.
El principio de la identidad del pensar y del ser figura, asimismo, en la base del sistema hegeliano, mas Hegel desarrolla este principio de otra manera, pues concebía la identidad misma dialécticamente: no como algo absoluto e inmóvil, como una unidad indeterminada que se opone indiferentemente a la multiplicidad del ser, sino como la idea lógica que se desarrolla por sí misma y cuya determinación y diferenciación se encuentran en ella misma como su forma inmanente infinita.
La particularidad específica de la filosofía de la identidad y la que la diferencia de otras concepciones idealistas objetivas no estriba en el reconocimiento de la identidad entre el pensar y el ser, sino en la concepción metafísica de dicha identidad. La filosofía de la identidad, que representa uno de los intentos de resolver el problema básico de la filosofía, suprime el problema disolviendo las diferencias entre espíritu y naturaleza, entre el pensar y el ser, en el seno de la substancia absoluta e inmóvil. En la historia de la filosofía, Parménides y Spinoza expusieron concepciones próximas a la filosofía schellingiana de la identidad. En nuestros días, algunas escuelas del neotomismo propagan las ideas de la identidad metafísica entre el pensar y el ser. La filosofía monista auténticamente científica es la filosofía marxista, que funda su monismo partiendo de las ideas de unidad material y desarrollo del mundo.
Filosofía de la vida
Corriente idealista subjetiva de la filosofía burguesa; surgió en Alemania y Francia en la linde del siglo pasado y del actual. Su principal antecesor ideológico fue Schopenhauer. El nacimiento de dicha filosofía se debió, en cierto modo, al rápido avance de la biología, de la psicología y de otras ciencias que descubrían la inconsistencia de la imagen mecanicista del mundo. La filosofía de la vida representó un intento de superar, desde posiciones idealistas, el carácter limitado del materialismo mecanicista. Su aparición señaló la crisis de la filosofía burguesa, su renuncia a la ciencia, el paso al irracionalismo y al nihilismo. Por su contenido objetivo, la filosofía de la vida constituyó una interpretación errónea, idealista, de la peculiaridad del proceso histórico-social. Se apoyaba en el concepto de la vida como principio absoluto e infinito del mundo, principio que, a diferencia de la materia y de la conciencia, se mueve de manera activa, diversa y eterna.
No es posible comprender la vida gracias a los sentidos o al pensar lógico, sólo se llega a conocer intuitivamente, sólo es accesible a la vivencia (sobre todo a la religiosa). Dentro de la filosofía de la vida, cabe distinguir dos grupos principales: uno de ellos (Bergson) concebía la vida en un sentido biológico y hacía extensivas las propiedades biológicas a toda la realidad; el otro grupo (Nietzsche, Dilthey, Simmel) concebía la vida como voluntad, como vivencia interna, como juego irracional de las fuerzas espirituales. Las ideas centrales de la filosofía de la vida han servido de fuente ideológica al existencialismo.
Filosofía del lenguaje
(conocida también bajo el nombre de «análisis lógico», «análisis lingüístico», «filosofía del lenguaje corriente»). Una de las direcciones de la filosofía analítica. Se halla difundida sobre todo en Inglaterra (Gilbert Ryle, J. Austin, J. Wisdom, y otros). En los Estados Unidos, mantienen opiniones próximas a la filosofía lingüística M. Black, P. Malcolm y otros. La fuente ideológica de esta corriente ha sido la «filosofía del sentido común», de Moore y las ideas del Wittgenstein tardío. Lo mismo que otras escuelas del neopositivismo, la filosofía lingüística niega que la filosofía sea una concepción del mundo y tiene por seudoproblemas los problemas filosóficos tradicionales, como si surgieran por la incomprensión de la naturaleza real del lenguaje, en virtud del influjo desorientador de este último sobre el pensamiento. La filosofía en cambio, ha de aclarar las dificultades que se presentan a consecuencia del empleo equivocado de palabras y proposiciones.
Como subrayan los representantes del grupo de Cambridge de la filosofía del lenguaje, la filosofía está llamada a desempeñar una función «terapéutica» a curar los achaques de nuestro lenguaje. En su afán de «superar la metafísica», los partidarios de la filosofía del lenguaje no sólo desechan la «metafísica ontológica» de la filosofía tradicional, sino que, además, negando toda posibilidad de que exista una concepción filosófica sin fisuras, niegan asimismo la «metafísica» gnoseológica del positivismo lógico con su principio de lo «dado [182] directamente», con el principio de verificación y otros. Ahora bien, es, precisamente la renuncia al carácter ideológico de la filosofía lo que hace de la filosofía del lenguaje la forma extrema y más reaccionaria del positivismo. Los partidarios de la filosofía del lenguaje, ante todo los del grupo de Oxford, considerando que el objetivo único de la filosofía es el análisis del lenguaje, no hacen objeto de su atención –a diferencia de los positivistas lógicos– los modelos artificiales de lenguaje, sino la lengua coloquial. Parten, para ello, de un principio verdadero, a saber: que no es posible expresar de manera exhaustiva la riqueza de los lenguajes hablados naturales, en los esquemas de algún «lenguaje ideal».
No obstante, al renunciar al análisis de toda la problemática gnoseológica (relación entre el lenguaje y el pensar, lazos de lenguaje con los procesos de la actividad cognoscitiva para formar las imágenes mentales, génesis de las formas de lenguaje, &c.) cuyo contexto es el único en que pueden ser estudiados con éxito los fenómenos del lenguaje, la filosofía del lenguaje condena las investigaciones a una descripción superficial de los tipos distintos del uso de las expresiones en el lenguaje, cierra el camino al estudio de una auténtica elucidación de la esencia de aquél y llega, en última instancia, al convencionalismo en su manera de interpretarlo. Según la filosofía lingüística, el lenguaje es un medio para construir el mundo, no para representarlo; se transforma en algo místico, en una fuerza que se justifica por sí misma. La justa crítica de los intentos llevados a cabo para reconstruir de manera íntegra el lenguaje en el esquema de un «lenguaje ideal» está acompañada también, en la filosofía del lenguaje, de la renuncia a la investigación del lenguaje en general a partir de la base de alguna totalidad en la plataforma teórica.
Resulta, pues, que al eludir la resolución de los problemas filosóficos básicos, la filosofía del lenguaje fracasa también en la esfera a que reduce, ilegítimamente, la investigación filosófica.
Filosofía especulativa
1. Sistema de principios filosóficos estructurado sin recurrir a la experiencia.
El filósofo especulativo, partiendo de la «fuerza pura de la inteligencia», establece determinados principios con los cuales intenta abarcar toda la realidad objetiva. No obstante, ni un solo sistema especulativo ha resistido la prueba del tiempo, ya que la realidad, en última instancia, ha resultado ser inconmensurablemente más rica que cualquier variedad de la filosofía especulativa. Si ésta contiene algunas conclusiones acertadas, se debe tan sólo a que presenta como definiciones especulativas suyas, propiedades de la realidad misma. El primer filósofo especulativo consecuente fue Descartes. En la actualidad, emplean en gran escala el método especulativo los escolásticos (Neotomismo).
2. Sistemas filosóficos de Fichte, Schelling y, ante todo, de Hegel, inferidos de un principio, mediante el método deductivo dialéctico.
Según Hegel, el examen especulativo es sinónimo de análisis dialéctico. Los resultados obtenidos por esta corriente de la filosofía especulativa se explican por el hecho de que la investigación de la dialéctica de las ideas permitía conjeturar algunos aspectos de la realidad misma. No obstante, la tendencia a explicar mediante las especulaciones, costara lo que costara, la realidad entera, condujo a los representantes de dicha filosofía especulativa a la subordinación servil al objeto, de modo que se veían obligados a construir como absolutamente necesarias y universales las determinaciones más casuales e individuales del objeto.
En el amplio sentido de la palabra, por pensamiento especulativo se entiende el pensamiento teórico.
Idioma: Ruso
Sujeto: General
Género: Referencia enciclopedia
Editor: Советская Энциклопедия
Fecha de publicación 1926-1981 (versión impresa)
Tipo de medio 30 volúmenes (tapa dura) en 1981
OCLC 14476314
Fuentes:
https://agendacomunistavalencia.blogspot.com/2019/11/la-gran-enciclopedia-sovietica-capitulo.html