Karl Marx y Charles Darwin: una relación malograda

Diego Núñez Ruiz

Como dijo Federico Engels el día del entierro de Carlos Marx en el cementerio londinense de Highgate: «Darwin descubrió la ley del desarrollo de la naturaleza orgánica, Marx ha descubierto la ley del desarrollo de la historia humana». Fue precisamente esa coincidencia de hallazgos la que hizo posible el interés de Marx por mantener una relación de contraste y debate con Charles Darwin. Sin embargo, el biólogo evolucionista no compartió jamás el interés de Marx por esa relación, pese a que tan sólo una distancia de 40 km separaban los domicilios de ambos ¿Qué razones le impidieron a Charles Darwin conectar con Karl Marx? Este artículo responde a ese interrogante

En la historia del pensamiento contemporáneo hay sin duda dos nombres cuya obra va a marcar -al margen ya de cualquier sectarismo- un impacto decisivo e irreversible en sus respectivas esferas: nos referimos en este caso, como el lector habrá adivinado fácilmente tras ojear el título, a Karl Marx y Charles Darwin. Las relaciones, en cambio, entre estos dos grandes pensadores, que durante bastante tiempo estuvieron viviendo a menos de 40 kilómetros de distancia, aunque sin encontrarse nunca personalmente, no han gozado hasta ahora de un estudio completo y debidamente contextualizado.

Es cierto que sobre las conexiones y divergencias entre el marxismo y el darwinismo en general se podrían referir, aparte de los numerosos escritos en la época más candente de la polémica, una serie de estudios más recientes, tales como los de S. Hook, V. L. Komarov, J. Barzun, C. Zirkle, H. Seslam, etc…, pero en todos ellos los contactos directos entre Marx y Darwin aparecen tratados, cuando lo son, desde ángulos más o menos parciales o tangenciales.

De la actitud de Marx hacia Darwin y el darwinismo, habría que destacar a grandes rasgos tanto sus primeras reacciones elogiosas ante la explicación no teleológica que el autor de «El origen de las especies» hacía del concepto de evolución, llegando a ver con entusiasmo en la teoría darwiniana a modo de un «fundamento natural» de su propia teoría en el campo humano-histórico como sus criticas posteriores al uso burgués de la teoría que cada vez más flagrantemente estaba desarrollando el darwinismo social .

Por su parte, Engels expresará fundamentalmente su posición al respecto, además de en los conocidos pasajes del «AntiDühring» y de la «Dialéctica de la Naturaleza», en la carta a P. L. Lawrow del 12-17 de noviembre de 1875 . Asimismo, será después muy comentado el párrafo siguiente de su discurso funerario ante la tumba de Marx el 17 de marzo de 1883 en el cementerio londinense de Highgate:

«Del mismo modo que Darwin ha descubierto la ley del desarrollo de la naturaleza orgánica, Marx ha descubierto la ley del desarrollo de la historia humana»

Engels repetirá también este paralelismo en el Prefacio a la edición inglesa del Manifiesto de 1888. Por lo demás, dicha comparación, así como el enfoque sobre el nexo entre marxismo y darwinismo que llevaba implícito, marcará en buena medida la pauta del tratamiento de esta cuestión en la literatura socialista de la II Internacional.

De otro lado, la postura de Darwin hacia Marx y el socialismo carece igualmente de un estudio amplio y detenido. No es, desde luego, nuestra intención abordar aquí en este breve artículo semejante tarea. Sólo deseamos ofrecer a continuación -y como mero inicio a una bibliografía española sobre el problema, hoy día inexistente- la versión castellana, por vez primera directamente del original inglés, de las dos únicas cartas que Darwin escribió a Marx a lo largo de su vida.

Es preciso indicar antes de seguir adelante, que se puede encontrar también una traducción castellana de sendas cartas en la versión española a cargo de Francisco Fernández Buey del libro de Valentino Gerratana – advertencia que agradezco a Eusebio Fernández– con el título «Investigaciones sobre la historia del marxismo» (Barcelona, Ed. Grijalbo, 1975, 2vols.).

A LA BUSQUEDA DE UN CONTACTO PERSONAL. DOS CARTAS DE SINGULAR INTERÉS

A mediados de 1873 aparece la segunda edición alemana del tomo l de «El Capital», que desde junio de 1872 a mayo de ese año se había venido publicando en fascículos. Aprovechando tal ocasión, y con evidente afán de establecer un contacto intelectual con Darwin -que dos años antes, en 1871, había dado a luz pública «La descendencia del hombre» -, Marx le envió un ejemplar de dicha edición junto con una carta. La carta se ha perdido, pero el volumen se conserva aún en la biblioteca darwiniana de Down House, con la inscripción que sigue:

» Mr. Charles Darwin:

De parte de su sincero admirador (firmado) Karl Marx London 16 de junio de 1873 (número ilegible) Modena Villas, Maitland Park (2). A este envío contestó Darwin el 1 de octubre de 1873 desde Down con la siguiente carta:

Down, Beckenham, Kent

Querido señor:

Le agradezo el honor que me ha hecho al enviarme su gran trabajo sobre «El Capital». Desearía de corazón merecerlo en mayor medida si entendiese más de ese profundo e importante tema de la Economía política. Aunque nuestros estudios han sido tan diferentes, creo que ambos deseamos ardorosamente la extensión del saber, y que esto a la larga contribuirá sin duda a aumentar la felicidad de la Humanidad.

Quedo, estimado señor, sinceramente suyo,

Charles Darwin

La carta, pues, como puede percibir claramente, se mantiene en un tono cortés, pero al mismo tiempo evasivo en cuanto a iniciar una relación intelectual con Marx a propósito, como este último buscaba, de una posible discusión sobre aquellas cuestiones de «El Capital» fronterizas con la temática darwiniana y, por ende, susceptibles de una confrontación conceptual. No se puede olvidar que en este primer tomo hay dos alusiones directas a Darwin y al significado de su teoría en las dos notas a pie de página ya indicadas. Sin embargo, es sabido que Darwin solamente llegó a abrir las 105 primeras páginas de las 822 que tenía el libro, y, contra su costumbre, apenas hizo anotaciones marginales (Howard e. Gruber, cit., p. 582).

LA CARTA DE 1880

Siete años más tarde, en 1880, Marx escribió a Darwin otra carta, que tampoco ha sobrevivido. La contestación de Darwin, fechada el 13 de octubre de ese mismo año, también desde Down, fue como sigue:

«13 octubre 1880

Down Beckenham, Kent Privado

Querido señor: Le estoy muy agradecido por su amable carta y por el anexo. La publicación, en cualquier forma, de sus comentarios a mis escritos no requiere realmente autorización alguna por mi parte, y sería por tanto ridículo que yo le diera un consentimiento que no precisa. Preferiría que no me fuese dedicada la parte o volumen (por más que le agradezco mucho el honor que pretende hacerme), puesto que ello implicaría, en cierta manera mi aprobación de la obra en general, de la cual no sé nada. Además, aunque soy un ferviente defensor de la libertad de pensamiento en todas las materias, me parece sin embargo – acertada o erróneamente- que los argumentos directos contra el cristianismo y el teísmo apenas producen efecto alguno sobre el público; y que la libertad de pensamiento se promueve mejor a través de la gradual iluminación de las mentes humanas que se sigue del avance de la ciencia.

Ha sido, por tanto, siempre mi objetivo el evitar escribir sobre religión, y limitarme a la ciencia. Tal vez, puede que me haya afectado en exceso el dolor que podría ocasionar a algunos miembros de mi familia si participara de algún modo en ataques directos a la religión.

Siento rechazarle cualquier solicitud, pero estoy ya viejo, tengo pocas fuerzas y el leer pruebas de imprenta (como sé por experiencia actual) me fatiga mucho.

Quedo, estimado señor, suyo sinceramente,

Ch. Darwin

Esta segunda carta de Darwin a Marx plantea, de entrada, unos interrogantes cuya exacta aclaración sólo sería posible si se conservara la que primero éste envió a aquél. Especialmente hay que preguntarse:

1.°) ¿Qué « parte o volumen» pensaba dedicar Marx a Darwin?

2.°) ¿Qué ha adjuntado Marx a su carta a Darwin?

3.°) ¿En qué consisten esos comentarios a la obra de Darwin que Marx parece desear publicar con su autorización?

Respecto a la primera pregunta lo más probable es pensar que se trata del segundo voumen de «El Capital», entonces en preparación- lo publicará luego Engels en 1885-, puesto que el tomo l ya había sido dedicado en la segunda edición alemana a Wilhelm Wolff, y no es razonable que fuera de nuevo dedicado, ni siquiera en su futura versión inglesa – que aparecerá en 1887-, como sugiere Ralph Colp (art. cit., p. 335), a Darwin.

Por lo que toca a los dos puntos siguientes, tal vez puedan responderse conjuntamente. Es muy posible que el anexo – «the Enclosure» – , de que habla Darwin en su carta- no sea otra cosa que la traducción in inglesa -y no la francesa, como apunta Erhard Lucas (art. cit., p.469), pues esto no tendría sentido- de las dos notas a pie de página del tomo I de «El Capital», o incluso de los dos capítulos enteros – esto es, el XII y el XIII- en que Marx se ocupa del tema darwinista, a partir de los cuales bien pudiera estar preparando en ese momento alguna publicación especial para salir al paso del darwinismo social. De este modo, no cabe duda que a Marx le interese particularmente contar con la aprobación de Darwin en semejante proyecto para reforzar su posición en la referida polémica.

Quiza sea a través de este último aspecto, es decir, situándonos dentro del marco general de las relaciones entre daswinismo, darwinismo social y socialismo a la altura de 1880, como mejor podamos detectar los hilos conductores de la verdadera intencionalidad de ambas cartas.

Era ya un hecho notorio y difícilmente soslayable la carga ideológica que solía acompañar la discusión de la cuestión darwinista. Esbozando un rápido telón de fondo, habría que registrar en seguida unas cuantas y significativas instantáneas históricas en el escenario político y cultural europeo. De un lado, la sociedad liberal, ante la creciente agudización de los conflictos, anda afanosamente a la búsqueda de sólidas legitimaciones intelectuales de sus nuevos derroteros y actitudes. Sobreviene la eclosión imperialista, y al otro lado del Rhin comienza además a extenderse, tras la victoria sobre Francia en 1870, la idea nacionalista pangermánica.

En 1872 publica Walter Bagehot las «Leyes científicas del desarrollo de las naciones en sus relaciones con los principios de la selección natural y de la herencia», y tres años más tarde, en 1875, aparece «Raza y Estado», de Gurnplowicz. Poco después, en 1877, durante la 50 reunión de Científicos de las Ciencias Naturales y Médicos celebrada en München, Virchow advertirá de los peligros de la difusión del darwinismo en cuanto se estaba convirtiendo en la apoyatura científica de los socialistas alemanes; acusación que en esta ocasión fue rechazada por Haeckel. El mismo Darwin quiso sin duda desvincular su teoría de toda sospecha socialista al considerar, en una carta al Dr. Scherzer fechada el 26 de diciembre de 1879, como «una idea estúpida la que parece prevalecer en Alemania sobre la conexión entre socialismo y evolución a través de la selección natural»

De otro lado, como ya hemos insinuado esporádicamente, el asunto de las imbricaciones entre el socialismo y el darwinismo, y éste y el darwinismo social -uno de los problemas más candentes y polémicos en el panorama de las ideas contemporáneas, sobre todo, durante la época de la II Internacional-, ocupará amplio espacio en la obra de Marx y Engels, y en especial en su epistolario.

Así, pues, tras estos datos apresurados, creemos que aparece algo más clara la postura de Darwin en su carta al eludir abiertamente, aparte de los motivos religiosos – los únicos explícitos, pero quizás los menos decisivos en el fondo- , ver su nombre asociado de algún modo al de Marx y al movimiento socialista.

Asimismo, es patente la voluntad de Marx de establecer una seria comunicación intelectual con el autor de «El origen de las especies», tanto para contrastar sus puntos de vista sobre cuestiones afines en sus respectivos trabajos, como con vistas a sustraerlo rotundamente del montaje ideológico del darwinismo social y fortalecer al mismo tiempo su propia intervención en la polémica.

(*) Diego Núñez Ruiz es un biólogo y historiador del pensamiento español. Fue socio fundador de la Sociedad Española de Historia de las Ciencias. Director de la Sección española del «Dictionnaire du Darwinisme» Es asimismo diplomado en Sociología . Es autor de títulos como «El darwinismo en España», «Unamuno y el socialismo», entre otros

Fuentes:

https://canarias-semanal.org/art/31568/karl-marx-y-charles-darwin-una-relacion-malograda

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