Ernesto Gutitérrez
El pasado 13 de septiembre se cumplían 100 años de la implantación en España de la dictadura de Miguel Primo de Rivera quien, con el respaldo del rey Alfonso XIII, ejecutó un golpe de Estado que transformaría el paisaje político de España, poniendo fin al sistema bipartidista que había dominado desde 1874.
El pronunciamiento militar de Primo de Rivera, típico del siglo XIX español, puso fin al sistema bipartidista en el que los conservadores de Cánovas y los liberales de Sagasta se turnaban en el gobierno, desde la Restauración monárquica en 1874.
La Restauración fue un régimen político basado en el caciquismo, en el que estos dos partidos se alternaban en el poder. Las elecciones, aunque celebradas regularmente, estaban en gran medida predeterminadas por influencias y las actuaciones de los caciques locales.
A medida que avanzaba el tiempo, el sistema mostraba signos evidentes de desgaste. Las voces críticas argumentaban que estaba en declive y que el golpe de 1923 simplemente confirmó su inevitable desaparición.
Originario de una familia aristocrática, Primo de Rivera tenía visiones firmes sobre el futuro de España. Se oponía vehementemente al federalismo y al independentismo, y creía en un papel más prominente para el ejército en la política. Su visión de una España unificada y fuerte lo llevó a adoptar medidas drásticas para consolidar su poder.
El rey Alfonso XIII no fue un mero espectador en estos eventos. Su respaldo al golpe y su decisión de entregar el poder a Primo de Rivera fueron cruciales para el establecimiento del nuevo régimen. Esta transición llevó a la suspensión de las garantías constitucionales y al establecimiento de un régimen militar, marcando un giro drástico en la política española.
EL CONTEXTO HISTÓRICO: AGUDIZACIÓN DE LAS CONTRADICCIONES ECONÓMICAS Y DE CLASE
El golpe de Primo de Rivera no ocurrió en el vacío. España había sido testigo de una serie de luchas obreras y movimientos revolucionarios en los años previos. La Revolución soviética, en particular, había dejado una marca indeleble, inspirando a trabajadores en todo el mundo y provocado la reacción de las clases dominantes.
En España, la economía estaba marcada por desequilibrios y tensiones. La estructura agraria era arcaica, con grandes latifundios en el sur y pequeñas propiedades en el norte. La industrialización estaba concentrada en ciertas regiones, como Cataluña y el País Vasco. Estas desigualdades económicas generaban tensiones entre la burguesía industrial y la aristocracia terrateniente.
Paralelamente había un crecimiento del movimiento obrero y sindical, especialmente en áreas industrializadas como Cataluña. Organizaciones como la CNT (Confederación Nacional del Trabajo) y la UGT (Unión General de Trabajadores) estaban ganando influencia. La lucha de clases se intensificó con huelgas, manifestaciones y enfrentamientos con las fuerzas del orden.
En este contexto, la monarquía de Alfonso XIII enfrentaba una crisis de legitimidad. Los partidos tradicionales estaban desacreditados y había una percepción de corrupción y ineficiencia. Además, había tensiones regionalistas, especialmente en Cataluña, donde había demandas de mayor autonomía o incluso independencia.
El dictador Miguel Primo de Rivera con el rey Alfonso XIII, bisabuelo de Felipe VI
El ejército español, por su parte, tenía una larga tradición de intervencionismo en la política. La pérdida de las últimas colonias en 1898 y las guerras en Marruecos habían afectado la moral y la percepción del ejército. Los militares, viendo la inestabilidad y las amenazas a la unidad nacional, decidieron intervenir.
El golpe de Primo de Rivera puede interpretarse como un intento de la burguesía y la aristocracia terrateniente, con el apoyo del ejército, de preservar sus intereses y frenar el avance del movimiento obrero y las demandas regionalistas.
La dictadura se presentó como una solución «temporal» para restaurar el orden y la estabilidad, aunque en realidad buscaba consolidar el poder de las clases dominantes y frenar cualquier amenaza a sus intereses.
En toda Europa, el miedo a los movimientos revolucionarios estaba en aumento, lo que llevó al surgimiento de regímenes autoritarios en varios países y la posterior aparición del movimiento fascista que, en su versión española, sería liderado justamente por José Antonio Primo de Rivera, hijo de Miguel Primo de Rivera.
Pero esa, como diría el escritor británico Rudyard Kipling, ya es otra historia.
Fuentes:
https://canarias-semanal.org/art/34971/el-golpe-militar-de-primo-de-rivera-una-respuesta-represiva-a-la-agudizacion-de-la-lucha-de-clases