¿Revolucionario o reformista?

Hermann Duncker

¡Ir a las masas! La realización de esta consigna presupone un conocimiento exacto de la ideología de las masas. ¿Cuáles han sido las causas que han impedido a las masas ver en el comunismo su única salvación de ese alud de miseria que origina el capitalismo? ¿Será que hemos formulado en forma demasiado brusca las reivindicaciones sobre la meta comunista, sin haber tendido antes el puente necesario para llegar a comprender al pueblo trabajador? Ante todo, hay necesidad de entender el lenguaje y la mentalidad de quienes queremos convencer.

Esas masas, todavía alejadas de nosotros —los socialdemócratas, pero también los así llamados indiferentes — poseen, sin duda alguna, una concepción política básica, ya sea consciente o inconscientemente. Es casi imposible encontrar un obrero moderno que no tenga en una u otra forma una posición espiritual frente al complejo total de su existencia proletaria. Por grande que sea la maldita abstinencia a que ha sido acostumbrado el proletario por la burguesía —y ella es verdaderamente inconcebible— no podemos encontrar hoy un obrero totalmente contento. Cada uno tiene sus deseos, cada uno ve las deficiencias y cada uno exclama: ¡Eso debe cambiar! Pero entonces surge el problema: ¿se puede esperar un mejoramiento en el desarrollo mismo del capitalismo, contando con salarios más elevados, más favorables condiciones de trabajo, leyes de protección y asistencia social? En una palabra: ¿Por medio de reformas? ¿Es decir, esperando una mayor sensibilidad social en los legisladores burgueses, creyendo en una posible benevolencia de los empresarios y en la habilidad de los representantes proletarios? ¿O tan sólo será posible ese mejoramiento mediante la abolición revolucionaria de la hegemonía burguesa y del sistema capitalista? De ahí que todo obrero se tenga que enfrentar inevitablemente a esta alternativa: ¡Revolución o reforma!

Cada nueva generación obrera se tiene que enfrentar a esta alternativa. No hay nada más falso que el siguiente punto de vista: ¡Hubo una vez una lucha contra el reformismo; a finales de los años 90 tuvo lugar en Alemania la lucha contra los seguidores de Bernstein! Pero esa lucha ha sido teóricamente decidida desde hace tiempo y por lo tanto esa etapa ya se cerró. No, esa lucha continúa hasta el momento en que el proletariado tome efectivamente el poder en sus manos. Así como todo proletario pasa por la edad de la pubertad, asimismo tiene que pasar por la puerta de esta alternativa. Por eso es importante que las enseñanzas de las discusiones anteriores sobre el tema de la reforma o la revolución hayan sido conservadas y sean aprovechadas. ¡Por eso es importante perfeccionar en creciente medida las armas espirituales en esta lucha y hacer todo para que el esclarecimiento revolucionario llegue a las más amplias masas del proletariado! Esto nos demuestra que no basta buscar las raíces del comunismo moderno en Alemania solamente en la ideología antibélica.

El Grupo Espartaquista, constituido en 1915, ya había experimentado su gestación en el seno del PSDA. En la medida en que nuestra posición comunista frente al problema de la guerra pase temporalmente en su actualidad a un segundo plano, en la medida en que se hace menester abordar continuamente los problemas cotidianos y actuales del proletariado en nuestra marcha a través del desierto del desmoronamiento capitalista, debemos salirle al paso a las deformaciones que siempre surgen de nuevo en la cabeza del obrero promedio sobre los problemas cotidianos políticos y económicos. Esto significa, en otras palabras, que debemos aprovechar las enseñanzas de la lucha contra el reformismo en el pasado histórico del movimiento obrero. Aquí radica precisamente el gran mérito de esa admirable dirigente del comunismo alemán, Rosa Luxemburgo.

A través de 20 años de la actividad política de Rosa en el seno del PSDA, podemos ver el hilo rojo de su lucha contra el reformismo. El tercer tomo de las Obras Completas de Rosa Luxemburgo, Contra el reformismo, recientemente editado, constituye por lo tanto un inapreciable texto de enseñanza para nuestra lucha actual contra el reformismo. Ahí encontramos los más importantes duelos librados por Rosa Luxemburgo contra las diferentes corrientes reformistas entre 1898 y 1914 (solamente la discusión sobre la huelga de masas se ha reservado para un tomo especial). Y el lector podrá comprobar con creciente asombro cómo las luchas políticas actuales ya habían sido libradas y decididas por Rosa Luxemburgo contra políticos de prestancia pasajera ya olvidados que agitaban consignas políticas también ya olvidadas por nosotros.

Se trata aquí en primer lugar de una polémica de principios con el reformismo (oportunismo, menchevismo, etc.) como posición política general. Rosa se ocupa del problema del desenvolvimiento progresivo de la sociedad capitalista y, en esta relación, con el problema de la transición hacia el orden socialista. El padre de los oportunistas, Bernstein, había “constatado” con admiración la “capacidad de adaptación del capitalismo” (desaparición de las crisis, crecimiento de las clases medias, elevación del proletariado). Rosa refutó uno a uno todos sus argumentos. De todos es conocido el gran valor que precisamente concedía Rosa a la comprobación de la necesidad objetiva del socialismo. En su obra Reforma o Revolución encontramos las más claras y seguras refutaciones a todas las esperanzas oportunistas de adaptación.

Naturalmente que Rosa no consideraba este proceso como producto de una espontaneidad mecánica y automática en el desarrollo capitalista. Ella, como Marx, sabía que los hombres hacen su propia historia, y por eso apelaba al martillo de la revolución.

Nada más extraño a Rosa que permanecer en su arrobamiento revolucionario con la vista clavada en la meta final. Su grandeza consiste precisamente en que supo reconocer la unidad orgánica entre la lucha práctica cotidiana y la meta final. En un artículo contra el ministerialismo francés (1899) nos dice Rosa:

Los fundamentos de la socialdemocracia* no se pueden entender tan sólo a través de folletos y de conferencias, como tampoco podemos aprender a nadar practicando en seco. Solamente en la alta mar de la vida política, solamente en la amplia lucha contra el Estado contemporáneo, en la adaptación a esa enorme diversidad de la realidad viviente, se puede educar el proletariado.

Y en una discusión sobre nuestras tareas parlamentarias, nos dice:

Participar en el establecimiento de leyes positivas con resultados prácticos en la medida en que sea posible y, al mismo tiempo, hacer valer en cada momento el punto de vista de nuestra oposición de principio al Estado capitalista, esa es, en rasgos generales, la difícil tarea de nuestros representantes parlamentarios.

Rosa combatió valerosamente la falsa interpretación de las tareas que le correspondían en ese entonces al PSDA, permitiéndonos seguir en sus artículos toda la historia de las crisis de ese partido desde 1898 hasta 1914.

A pesar de que cada uno de sus artículos estaba dedicado a los acontecimientos actuales de ese entonces, supo Rosa, sin embargo, expresar en una forma brillante y en un estilo clásico la posición fundamental marxista ante ellos, de modo que tales artículos y discursos no han perdido su actualidad para la posterioridad.

Es verdad que encontramos en sus discusiones algunas deficiencias e insuficiencias —la fe de Rosa en la restauración política de la socialdemocracia revolucionaria y liberadora de pueblos fue un gigantesco error. Además, su profecía de “que el capitalismo será empujado hacia un callejón sin salida” tuvo que ser corregida por Lenin en el II Congreso de la Internacional Comunista de 1920 con las siguientes palabras:

A veces los revolucionarios concentran sus esfuerzos en probar que no existe en absoluto ninguna salida para escapar de la crisis. Esto es una equivocación: situaciones absolutamente sin esperanzas no existen (Protocolo, p. 31).

Pero en lo esencial, el paso del tiempo no ha modificado nada. Lo verdaderamente sensacional de este libro es que ahora nos permite levantar en alto por primera vez el tesoro de profundas verdades encerrado en esos artículos amarillentos.

En resumen, este libro es un verdadero arsenal de argumentos comunistas contra el revisionismo. Este volumen, esperado tan ansiosamente desde hace tiempo, ofrece al comunista alemán un material insuperable para la propaganda de apoyo a la consigna: ¡Ir a las masas! Cada camarada debe estudiarlo detenidamente. Reconocerá así en Rosa Luxemburgo uno de los sucesores más destacados de Marx y un compañero de lucha digno de Lenin. Su lucha contra el reformismo y la fundación del Grupo Espartaquista constituyen el apogeo de su vida.

 

* Se refiere al nombre otorgado al marxismo revolucionario a finales del siglo XIX.

 

El presente artículo fue publicado en El Machete, número 13-14.

Fuentes:

http://elcomunista.nuevaradio.org/revolucionario-o-reformista/

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