Gladio: historia de una conspiración

Eva Lagunero

Entre finales de los años 80 y principios de los 90, el periodista y escritor afincado en Roma, Gaither Stewart, tuvo la ocasión de entrevistar al ex-director de la CIA, William Colby, en el bar de un lujoso hotel de la capital italiana. En esta entrevista, que después sería publicada en la prensa europea, Colby contó con cierto orgullo cómo la acción encubierta de la CIA durante la década de 1950 tejió en toda la Europa occidental lo que en la jerga de la Inteligencia se llama “Stay-Behind Nets” (Redes Ocultas), más conocidas en Italia como «Gladio».

Los cuarteles generales de Gladio se hallaban en Roma, y allí, a la embajada de Estados Unidos, fue enviado William Colby. Según su declaración, la Red Gladio era clandestina y estaba lista para ser movilizada como fuerza de sabotaje en cuanto se presentara la ocasión:

Nuestro objetivo era crear un nacionalismo italiano capaz de poner freno a la izquierda”.

Oficialmente, la Operación Gladio -nombre de la Red clandestina- se fundó el 26 de noviembre de 1956, para defender a Europa de una supuesta invasión de los países del Pacto de Varsovia. Gladio estuvo desde sus inicios vinculada a la OTAN, aunque era criatura de Estados Unidos y su Central de Inteligencia.

Después de la II Guerra Mundial, muchos mandos militares estadounidenses apostaban por marchar hacia Moscú. Rusia era su enemigo. La Inteligencia occidental sabía de las enormes pérdidas que los soviéticos habían sufrido en la guerra. Además, sectores del ejército alemán y jefes de la Inteligencia repetían una y otra vez: “Ha llegado la hora. Juntos podemos aplastar a la Rusia comunista”. Sin embargo, los aliados también sabían de la histórica capacidad de resistencia del pueblo ruso. Finalmente, se impuso la prudencia y el resultado fue la larga Guerra Fría. Gladio sería una de sus principales armas.

En Italia y Alemania todavía se respiraba una atmósfera de ocupación. Las tropas de Estados Unidos estaban en todas partes y no mostraban signos de volver a casa. Sin que estas ni el pueblo estadounidense lo supieran, el complejo Gladio iba creciendo. Aunque los tanques soviéticos nunca llegaron, Gladio contribuyó a mantener a raya a la ocupada Europa. El medio empleado fue el terrorismo.

La conflictividad social, los movimientos de fronteras y las protestas étnicas eran temas que preocupaban a Gladio. En los años siguientes, el auge de los partidos socialistas abrió un nuevo frente: había que domar a François Mitterrand, Willy Brandt y Olof Palme. Este último, Primer Ministro social-demócrata de Suecia, se oponía a la guerra de Vietnam y mantenía buenas relaciones con la Cuba socialista, el Chile de Allende y el bloque comunista. En 1986, Olof Palme era asesinado en las calles de Estocolmo. Nunca se halló al culpable.

A finales de la década de 1950, el terrorismo hizo presencia en el norte de Italia, cuando el grupo separatista Comité para la Liberación del Tirol Meridional, o BAS (por sus siglas en alemán), sembró el terror en el Tirol italiano. Su aspiración era que esa zona del Tirol se separase de Italia y se uniese a Austria.

Unos 357 ataques causaron la muerte de 21 personas en los 32 años que duró el movimiento. Pero la gente no sabía que BAS se había convertido en un asunto de la CIA y que, en realidad, trabajaba contra el objetivo secesionista. Para la Agencia, la unificación tirolesa con Austria, con su potente Partido Comunista (KPO), suponía una pesadilla: abriría un corredor desde la Austria oriental para que los tanques rusos marcharan hacia Roma.

Los terroristas del BAS tenían estrechos lazos con organizaciones neo-nazis de Austria y Alemania, también infiltradas y manejadas por la CIA. En la llamada “Noche del Fuego”, en junio de 1961, los comandos del BAS destruyeron 37 torres eléctricas provocando un apagón en todo el norte de Italia. Esa violencia dio pie a la OTAN (que ahora incluía a Gladio) y a Roma para intervenir y aplastar el movimiento secesionista.

Este es uno de los primeros ejemplos de la estrategia de la tensión: crear el terror, para después acabar con el movimiento popular de secesión. El Tirol meridional permanecería como la región italiana del Alto Adige. Hay cantidad de evidencia que confirma que el Tirol fue un campo de pruebas de la estrategia de la tensión de la CIA. No sorprende que una década después, las Brigadas Rojas de Italia imitaran las tácticas del BAS.

La estrategia de la tensión consiste en la manipulación y el control de la opinión pública: miedo, propaganda, desinformación, guerra psicológica, agentes provocadores… y acciones terroristas de falsa bandera. La razón de ser de Gladio en Italia era, primero, organizar el terrorismo y culpar de él a los comunistas, diseminar el miedo, y después aprobar leyes para restringir las libertades y mantener a miles de izquierdistas en prisión.

La gente en Italia, en Europa – en el mundo occidental – no sabe nada sobre Gladio y su estrategia de la tensión. No sabe por qué persiste el terrorismo, ni quiénes son los verdaderos terroristas.

Las investigaciones del Parlamento italiano sobre las operaciones de Gladio y sus conexiones con EE.UU produjeron 300 páginas. Sin embargo, la gente permanece ignorante de ese informe y, por tanto, de quiénes fueron los responsables del terrorismo que azotó Italia durante los años de plomo de la década de los 70 y 80.

El informe del Parlamento italiano demuestra que las masacres, las bombas y las acciones paramilitares fueron organizadas por los hombres en la sombra dentro de las instituciones estatales italianas -hombres ligados a la inteligencia norteamericana.

La bomba que estalló el 12 de diciembre de 1969 en la Banca Nazionale dell’Agricoltura, en la Plaza Fontana de Milán fue la continuación de la estrategia de la tensión. Provocó 16 muertos y 58 heridos. Y se produjo cuando estaba en pleno auge la mayor oleada de huelgas que conoció Italia desde el final de la IIGM.

En aquellos tiempos, los obreros del automóvil y el metal tenían motivos para protestar enérgicamente. Los sindicatos dominaban los titulares. La palabra agitación estaba en boca de todo el mundo. Los gobiernos surgían y caían mientras las huelgas y manifestaciones se sucedían, hasta que llegó el atentado con bomba de la Plaza Fontana de Milán.

La policía buscó a simpatizantes de izquierdas para interrogarles e intimidar a sus familias, mientras el gobierno aprobaba leyes de excepción contra los sospechosos de terrorismo.

Mano a mano, policía y medios de comunicación culparon del atentado a un grupo de anarquistas, el Club Bakunin, que de todos modos ya estaba infiltrado por los servicios secretos italianos. Un anarquista murió cuando fue arrojado desde el cuarto piso de los cuarteles de la policía de Milán.

Más de veinte años después, las fuentes oficiales revelaron que las bombas de la Plaza Fontana fueron colocadas por Gladio bajo el control de la OTAN, preocupada porque la ola de huelgas condujera a la entrada del Partido Comunista de Italia en el gobierno de Roma. Durante las décadas de los 70 y 80, la OTAN y los círculos dirigentes italianos estaban obsesionados por mantener a los comunistas fuera del gobierno. Todo valía para lograr ese objetivo.

En 1978, el Primer Ministro italiano Aldo Moro fue secuestrado y asesinado por intentar una coalición de gobierno con el Partido Comunista. El asesinato de Moro fue ejecutado por la CIA y las Brigadas Rojas dirigidas por Gladio. El público en general no supo quiénes fueron los verdaderos perpetradores. Todavía no lo sabe.

Es un misterio que la gente no sepa nada sobre la Operación Gladio. A pesar del informe parlamentario de 300 páginas, a pesar de las menciones incluso en el New York times, a pesar de las revelaciones de William Colby en el bar de Roma, a pesar de los estudios y artículos que sobre ello han aparecido en la prensa de izquierdas, y a pesar de décadas de nefastas actividades de la CIA en todo el mundo, la gente no sabe que la Operación Gladio fue dirigida por el tándem Estados Unidos/OTAN.

Fuentes:

http://canarias-semanal.org/art/26506/gladio-historia-de-una-conspiracion

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