Manuel Pérez Martínez
Como ya adelantamos, desde los tiempos de Stalin, “la negación de la negación” fue sacada de los textos del Partido y de los documentos oficiales de la Unión Soviética. Los motivos que pudo tener la dirección marxista-leninista soviética para “amputar” de la dialéctica oficial dicha ley no están muy claros, al menos para nosotros. Pensamos que pudieron estar relacionados con la lucha sostenida contra la corriente derechista (“bujarinista”). No obstante, lo que sí resulta claro es lo que comentaba Fedoséiev al responder a la siguiente pregunta: «¿Qué sucederá con el comunismo? ¿También habrá que negarlo algún día? Para tratar de soslayar esta dificultad algunos camaradas han propuesto, en lugar de la negación de la negación, que les parece una ley anticuada, la Ley del desarrollo progresivo, la Ley de la ascensión de lo inferior a lo superior”, –que como Fedoséiev afirma con razón– no expresa lo más esencial, como lo es sin duda, el momento de la síntesis.
La llamada Ley del desarrollo progresivo, la Ley de la ascensión de lo inferior a lo superior, a la que ahora apelan “algunos camaradas”, fue formulada por Stalin en Materialismo dialéctico y materialismo histórico (1938). Mas Stalin no trató de justificarla argumentando que la Ley de la negación de la negación se había quedado “anticuada”, ni nada parecido. Esto habría supuesto un reconocimiento de parte de Stalin de la vigencia de dicha ley durante el periodo anterior, inmediatamente posterior a la revolución de octubre a 1917. Y pensamos que podría haber hecho un reconocimiento claro y explícito en ese sentido, pues es verdad que, en aquel momento del proceso de la transición, la Ley de la negación de la negación, en lo que respecta al aspecto de la síntesis, ya había sido superada por la marcha acelerada de las transformaciones económicas y sociales que se habían producido en la Unión Soviética en los años precedentes.
Este hecho adquirió mayor relevancia en los años posteriores, de manera que se puede entender que los “camaradas” que mencionaba Fedoséiev, consideraran la negación de la negación como una “amenaza” para el comunismo y abogaran por esa otra “ley dialéctica” que formuló Stalin unos años antes. Esta ley fue criticada por Fedoséiev en los términos que ya sabemos. No obstante, debemos destacar que la solución que él proponía a este problema, consistente en “restituir los derechos” y la vigencia de la negación de la negación y hacerla extensiva a todo el periodo de la transición al comunismo, nos parece un error teórico mayúsculo; que muy bien pudo ser utilizado por la burguesía y el revisionismo. Además, como trataremos de demostrar, es seguro que en esa supuesta “solución” se encuentra el origen de las confusiones de Fedoséiev en relación con las “formas” sin un contenido concreto, definido; la “simultaneidad de los cambios cuantitativos y cualitativos”, etc. que hacen del proceso de transición del socialismo al comunismo algo muy parecido al evolucionismo.
Hay otro dato, relacionado con esta cuestión, que debemos tener en cuenta, y es que esa “propuesta” de prolongación de la vigencia de la negación de la negación más allá de su límite histórico, pudo ser la causa –como ya hemos apuntado– de la oposición de Stalin a su reconocimiento, por cuanto ofrecía una “justificación teórica” a los derechistas y bujarinistas, partidarios de mantener a toda costa la Nueva Política Económica (NEP). Esto sucedía en un momento en que esa política económica ya había sido superada, sobrepasada, por la dinámica revolucionaria y se imponía la necesidad de impulsar una “ofensiva en toda la línea de frente” en la lucha contra el capitalismo y la burguesía. Así se daría paso, en palabras de A. Zhdánov, a “una nueva forma de movimiento, un nuevo tipo de desarrollo”, que vino a poner de manifiesto las nuevas contradicciones originadas por los avances del socialismo en la URSS, así como la necesidad de dar un nuevo salto hacia delante en el proceso de transición al comunismo.
Así pues, es hasta cierto punto comprensible (no justificable teórica y políticamente), que “algunos camaradas” que no han entendido muy bien la dialéctica materialista ni el materialismo histórico, se muestren reticentes a tener que aceptar una ley que “habrá de negar el comunismo algún día”. Estos camaradas no comprenden que,
«…en realidad, el comunismo, al negar al capitalismo (última forma histórica de sociedad dividida en clases), establece un límite histórico del que no se puede volver atrás; lo mismo que hoy, desde el capitalismo ‘maduro’, es imposible volver al feudalismo, al sistema económico, social y político anterior a la ‘emancipación’ del tercer estado; y de la misma manera que esto supuso la abolición de todos los estados y de todos los órdenes feudales, la clase obrera sustituirá a la antigua y corrompida sociedad civil burguesa, fundada sobre los antagonismo de clase, por una ‘asociación que excluya las clases y sus antagonismos’.
Por consiguiente, el comunismo no puede ser negado por ninguna otra formación social basada en la explotación del hombre por el hombre; la cual, por naturaleza, solo podría ser un nuevo tipo de sociedad dividida en clases antagónicas. Esto sería como retroceder al esclavismo.»27
Claro que para arribar a esa tierra firme, antes habrá que navegar con vientos huracanados por un mar plagado de tiburones, y en eso estamos. O sea, el problema consiste en llegar a nuestra meta. La cuestión ahora es que, una vez superado en lo esencial el momento de la síntesis ¿cuál es la característica fundamental del salto cualitativo gradual y del cambio social que da paso a la transición del socialismo al comunismo? ¿En qué forma afecta ese cambio a las fuerzas motrices que impulsan adelante el desarrollo? Estas son las preguntas que se nos plantean y que tendremos que responder. Fedoséiev trataba de responderlas, como ya hemos apuntado, proponiendo la extensión sin límites de la negación de la negación, sin reparar en el riesgo de que deje de ser lo que fue en su momento (la “síntesis”) y acabe convertida en lo que los “camaradas” temen: en una “negación del comunismo” o, por mejor decir, que nos impida llegar a su establecimiento.
Pero tampoco esos camaradas tienen claro lo que se debe hacer llegado ese momento, ya que no basta con rechazar por “anticuada” la negación de la negación y poner en su lugar la llamada Ley del desarrollo progresivo…, para que este desarrollo se produzca. Al parecer, no acaban de entender que la “fuente del movimiento se halla en el interior de los objetos y fenómenos”, en “la contradicción que recorre todo el proceso de su desarrollo, como un hilo de engarce, desde el principio hasta el final de su existencia”; y que “por eso, si uno de los dos aspectos que forman la contradicción desaparece, el otro no puede continuar existiendo”, ya que “cada uno de los dos aspectos contrarios es la condición para la existencia de su opuesto”. Por tanto, “a la vez que desaparece lo viejo, tiene que surgir necesariamente un nuevo contrario”.28 De modo que de seguir los pasos de Fedoséiev o el de los “camaradas”, pronto nos veríamos metidos en un laberinto del que nos resultaría imposible salir ¿Qué hacer? ¿Nos exponemos a la restauración del capitalismo? “¿Habrá que negar el comunismo algún día?” Para comenzar a buscar la salida de este laberinto en el que nos han metido –porque, aunque no lo parezca a primera vista, el laberinto tiene una salida, la única existente– no tenemos más que plantear la pregunta de esta otra manera: una vez superada la primera etapa del socialismo, a la que corresponde la actuación de la Ley de la negación de la negación (la “síntesis”) ¿deberá seguir, necesariamente otra etapa de “desarrollo progresivo” que niegue, a su vez dicha ley?
Repárese que aquí estamos hablando de negar la síntesis y de abrir el paso a una nueva etapa de desarrollo; es decir, se trata de dar un nuevo salto cualitativo gradual en el proceso de transición del socialismo al comunismo, de la misma formación social; lo que, obviamente, no supone en modo alguno “negar” el comunismo, sino, por el contrario, aproximarnos a su realización. De manera que nuestra respuesta a la pregunta de referencia no puede ser más clara y rotunda: sí, en esa segunda etapa de desarrollo superior, la Ley de la negación de la negación (la síntesis), será negada por la negación comunista, surgida del desarrollo y las contradicciones del propio sistema socialista.
Al remarcar lo que califica como una “peculiaridad” de la negación de la negación, la de ser “una de las leyes más generales de la dialéctica”, que “rige la naturaleza, actuó en la historia pasada y sigue actuando ahora”, Fedoséiev no acababa de ver la “cadena nodular” de negaciones (“que la astucia oculta”), ni los distintos eslabones que componen esta cadena, que muestra las diferentes etapas, con sus cambios cuantitativos y saltos cualitativos graduales, que modifican el contenido y las formas correspondientes, hasta transformarlas en su contrario.
Un hecho que nos ha llamado mucho la atención, es que al llegar a este punto de su exposición, Fedoséiev hace una referencia a Lenin para mostrar su desacuerdo con él:
«Lenin indicó que el momento de la ‘triplicidad’ no es obligatorio y que insistir en él sería hegelianismo.»
No disponemos del texto de Lenin al que se refiere Fedoséiev*, pero desde luego esa indicación parece dar la razón al Sr. Bettelheim. Aunque no solo por eso nos ha llamado tanto la atención.
Fedoséiev se manifestaba en desacuerdo con Lenin en ese punto concreto y, para tratar de reforzar su posición, vuelve a citar a Lenin en la polémica que este mantuvo con los trotskistas (“que oponían metafísicamente los contrarios”), en relación con la remuneración material por el trabajo de choque y el igualitarismo:
«El problema es difícil. Porque, de una forma o de otra, hay que combinar el igualitarismo y el sistema de prioridades, aunque estos dos conceptos se excluyen mutuamente. Sin embargo, hemos estudiado un poco el marxismo, hemos aprendido cómo y cuándo se puede y se debe unir los contrarios y, lo que es principal: en nuestra revolución, en tres años y medio, hemos unido los contrarios prácticamente y en múltiples ocasiones.»29
Por lo visto, Lenin, sobre la base de la práctica revolucionaria, “aprendió algo de marxismo”, lo que puede indicar que antes mantenía una posición distinta en relación con este problema; es decir, opuesta a “unir” contrarios. Luego, en cambio, se mostraba partidario de la “triplicidad”… de ese hegelianismo que tanto espanta a Bettelheim y a los trotskistas.
Al destacar Lenin como lo “más importante” el hecho de que los bolcheviques, “a lo largo de tres años y medio” (desde el comienzo de la revolución socialista), habían estado uniendo “los contrarios prácticamente y en múltiples ocasiones”, ¿no está reconociendo la síntesis, la triplicidad, el tercer momento necesario del movimiento dialéctico? En esto Fedoséiev tenía toda la razón, pero la pierde inmediatamente, al no reparar en lo que previamente había dicho Lenin. Pues Lenin nos advierte de algo que resulta esencial para poder resolver este intrincado problema teórico: ese reconocimiento implícito de la triplicidad, (de la síntesis), nos sitúa ante la exigencia ineludible de tener que fijar el “cómo” (la forma) y el “cuando” (el momento) “es posible y necesario unir contrarios”. De no proceder de este modo, es decir, si no reconocemos la necesidad ni fijamos los límites y las “nuevas formas” de esa unión (de lo que podemos encontrar numerosos ejemplos en los textos que Lenin escribió en aquellos años), incurriremos en el hegelianismo, en idealismo y oportunismo. Lenin no decía que “unir contrarios”, en el “momento” y la “forma” en que es “posible y necesario hacerlo” sea “hegelianismo”. Decía (no sabemos si pudo ser antes o después de haber “aprendido algo de marxismo”, pero para el caso da lo mismo); decía que el “momento de la triplicidad no es obligatorio”, y que “insistir en él” fuera de tiempo –que es, precisamente, lo que hace Fedoséiev– “sería ‘hegelianismo’, lo cual es algo muy distinto. No cabe otra interpretación de esas palabras de Lenin. Además, nos parece que el matiz es lo suficientemente claro como para que no haga falta insistir más en él.
La unidad de contrarios o el “desdoblamiento” de lo singular en uno u otro aspecto concreto de un todo único, no modifica esencialmente la relación de dominio de lo nuevo sobre lo viejo y, en determinadas condiciones, lo refuerza. Sobra decir que esa “unidad” no se mantiene estable y está fuertemente condicionada por las necesidades de desarrollo de lo nuevo dominante. Pues, como argumentaba justamente Fedoséiev en este caso –corrigiéndose a sí mismo–«la diferencia capital de la dialéctica marxista respecto a las formas que la precedieron, está en la lucha por la superación de los contrarios.»
Esta “superación de los contrarios” no ha de entenderse como la desaparición de todo tipo de contradicciones. Ya que, como el mismo Fedoséiev aseguraba:
«Bajo el comunismo existe un proceso propio de desarrollo y se negarán muchas cosas que ahora existen. Así también otras que se estructurarán en el futuro.»
27 – M.P.M. (Arenas): La negación de la negación. Revolución dentro de la revolución
28 – Ibídem.
29 – Lenin: Sobre los sindicatos, el momento actual y los errores del camarada Trotsky
29 – Lenin: Sobre los sindicatos, el momento actual y los errores del camarada Trotsky
Fuentes:
¿Negar el comunismo, o una nueva etapa en el camino de su realización? – Manuel Pérez Martínez