La nacionalidad del obrero no es francesa, ni inglesa, ni alemana; es el trabajo, la esclavitud en libertad, la venta voluntaria de sí mismo. Su gobierno no es francés, ni inglés ni alemán; es el capital. Su cielo patrio no es el francés, ni el inglés, ni el alemán; es la atmósfera de la fábrica. El suelo que le pertenece no está en Francia, ni en Inglaterra, ni en Alemania; está bajo tierra, a unos cuantos palmos de profundidad.
Karl Marx