La idea de separar la "política exterior" de la política en general o incluso de oponer la política exterior a la interior es profundamente equivocada, no marxista, no científica. Tanto en la política exterior como en la interior, el imperialismo tiende por igual a conculcar la democracia, tiende a la reacción. En este sentido resulta indiscutible que el imperialismo es la "negación" de la democracia en general, de toda la democracia, y no sólo, en modo alguno, de una de las reivindicaciones de la democracia, a saber: la autodeterminación de las naciones.
Lenin