Revuelta internacional contra el capitalismo mundial (es) (fr) (en) (de) (pt)

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  • Oleada mundial de revueltas y situación revolucionaria (Grupo Barbaria)
  • Balance y perspectiva de las luchas proletarias actuales en todo el mundo (Grupo Barbaria)
  • Revuelta internacional contra el capitalismo mundial (Proletarios Internacionalistas)

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  • Barbaria: Bilanz und Perspektive der gegenwärtigen proletarischen Kämpfe auf der ganzen Welt

Oleada mundial de revueltas y situación revolucionaria

(Grupo Barbaria)

Este texto es un intento de profundizar la comprensión de la fase actual de la lucha de clases y al mismo tiempo es una expresión de cómo este esfuerzo es el resultado de la comunicación y discusión internacional que están haciendo minorías del proletariado en diferentes latitudes del mundo.

1) Creemos que estamos viviendo un período bisagra que acaba con el fuerte período de reflujo que se vivió en la década de los noventa del siglo XX. Período anticipado por las luchas del 2001 en Argentina, Ecuador, Bolivia, 2006 en Oaxaca, 2008 las revueltas por el hambre, hasta el 2011 mundial y su continuación en el 2013 en Brasil y Turquía.

2) Nos parece importante diferenciar entre la entrada en un período histórico de revolución social y que estemos ante situaciones revolucionarias. Creemos que estamos en el inicio de lo primero pero falta aún mucho para lo segundo. Es decir la crisis cada vez más fuerte del capitalismo, el desarrollo de cada vez más humanidad superflua, la crisis de la valorización, etc. van a obligar a los proletarios a luchar en defensa de sus condiciones de vida y a activar luchas cada vez más contundentes y radicales. En este sentido vivimos el inicio de un proceso de polarización social a nivel mundial.

3) Estas luchas tienen un carácter sincrónico y mundial. Tienden a alimentarse unas con otras y la dinámica será cada vez más ésta.

4) Pero estamos ante una oleada de revueltas, rebeliones, etc. No son revoluciones o situaciones revolucionarias donde podamos invertir la praxis del capital, donde estemos en disposición de desarrollar un ataque al capital y a sus relaciones sociales para poder imponer en alguna región del mundo la dictadura del proletariado contra el capital y el Estado. En nuestra opinión aún falta mucho para esto.

5) Por eso hay que leer lo que está sucediendo no como una fotografía sino como una película que conocerá flujos y reflujos. Pero es una película cuya trama es la de la polarización social cada vez más intensa y concentrada. El desarrollo de bloques sociales cada vez más antagónicos.

6) Pensarlo como una película y no como una fotografía nos ayuda a pensar la dinámica en curso y que una de las tareas más importantes que tenemos minorías como las nuestras son las de la clarificación programática a través del estudio de las lecciones del pasado, la de la coordinación y comunicación internacional entre diferentes grupos… Este tipo de cuestiones son decisivas. Hoy no se trata de realizar una insurrección victoriosa que acabe con el capital en los lugares más avanzados de la revuelta en curso (Chile e Irak) sino tratar de desarrollar al máximo los niveles de autoorganización y autonomía de clase tal y como existen (y que son una repetición fractal, impresionante, de las revueltas y revoluciones del pasado, ver las imágenes de la Plaza Tahrir en Bagdad es algo increíble) y sobre todo realizar una defensa intransigente de nuestras posiciones comunistas y anárquicas, por ejemplo en Chile la crítica a la asamblea constituyente.

7) La defensa de estas posiciones será decisiva de cara a los procesos futuros venideros. Creemos que estamos en el inicio de un período histórico que irá radicalizándose cada vez más y se irá internacionalizando también con más fuerza. Por eso nos repetimos tanto en que es importante como pensamos la dinámica en curso como una película y no como una fotografía, como decíamos más arriba. No se trata de obsesionarse ahora por la insurrección o por los reflujos de los procesos que se viven y se van a vivir necesariamente, como en Ecuador, sino pensar la dinámica en curso, y esta dinámica es revolucionaria, es hacia niveles de antagonismo social cada vez más intensos.

8) En este sentido, sí, creemos que estamos en el inicio de una nueva época de revolución social. Una época caracterizada aún solo por revueltas y rebeliones y aún no por situaciones revolucionarias en medio mundo como sucedió hace cien años, en 1919. Estamos en el inicio de una época de revolución social y de oleada revolucionaria como la que atravesó el mundo de 1910 a 1937 (sobre todo de 1917 a 1921) o de 1968 a 1980. Y esta oleada va a continuar y desarrollarse con cada vez más fuerza.

9) Como decíamos más arriba un aspecto que destaca de la actual oleada es la enorme extensión de la sincronización internacional de las revueltas en curso. Por eso creemos que podemos afirmar que la tendencia a la internacionalización de las luchas por parte del proletariado mundial será cada vez más fuerte. Es muy emblemático pensar la actual sincronía en relación a los inicios de las oleadas revolucionarias anteriores, en 1917 o 1968. Sin duda este es uno de los elementos más destacados e importantes del actual seísmo de la lucha de clases. Contra todos los negadores del internacionalismo, la lucha del proletariado será cada vez más internacional.

10) Lo más importante ahora es como se pueden dar las líneas asintóticas que comuniquen el aprendizaje revolucionario del proletariado en lucha y las lecciones programáticas del pasado llevado a cabo por minorías. Es decir como el proletariado se puede constituir en clase, en partido, ir alcanzando una claridad, a partir de su propia experiencia, que le lleve a desplegar su antagonismo contra el capital y el valor en sus múltiples formas. Y para eso es fundamental el papel de minorías como las nuestras, como parte de la clase, nuestra participación en los momentos de las barricadas pero también en los momentos de balance, en el flujo de la lucha de clases pero también en los reflujos que se sucederán. Por eso iniciativas como las que estáis haciendo allá son tan importantes. ¿Cuál es el papel que podemos tener las minorías revolucionarias? Es sin duda uno de los aspectos más débiles en que nos encontramos en esta nueva oleada de lucha de clases internacional. Concretamente esto significa como podemos reforzar la centralización y el debate en torno a posiciones, de experiencias, de balances… entre los diferentes grupos de las comunidades de lucha en los que tienden a organizarse los proletarios revolucionarios e internacionalistas. Y esto implica, en última instancia, fortalecer el papel de la teoría revolucionaria a la hora de saber cuál es la naturaleza del capital para romper con él, el reconocimiento del hilo discontinuo de la historia de nuestra clase y de las lecciones que se pueden extraer de las revoluciones y contrarrevoluciones del pasado y ahondar y profundizar en el papel que las minorías podemos tener desde dentro de los movimientos de clase actuales y futuros en criticar las debilidades de nuestra clase y tratar de impulsar adelante los movimientos prácticos y la clarificación en torno a los objetivos generales e históricos del proletariado. Estos aspectos nos parecen decisivos hoy.

11) Siempre hemos insistído en que nos parece muy importante tratar de analizar las relaciones de fuerza entre las clases. En última instancia un período de contrarrevolución es una época marcada por la paz social y el triunfo absoluto del capital. Son los tiempos normales del capital, de su fetichismo mercantil y de su lógica democrática. Períodos que fueron interrumpidos por períodos de lucha de clases intensos, como las oleadas revolucionarias que mencionábamos más arriba. Por eso, sí, creemos que estamos saliendo de un período de contrarrevolución y de reflujo social intenso como el de la década de los noventa. Ahora bien no existe una línea de demarcación neta entre revolución y contrarrevolución, sobre todo hay que saber que la revolución convive siempre con la contrarrevolución, que las luchas actuales despiertan la contrarrevolución por doquier por parte de la burguesía.

12) Dicho esto es muy importante como los revolucionarios analizamos las épocas de contrarrevolución para distinguirla de la actual. Como decíamos estamos ante el inicio de una época bisagra que deja atrás la fase de reflujo contrarrevolucionario de la década de los noventa. Período que ya fue anticipado con toda una serie de luchas a principios de siglo y sobre todo en el 2008-2013. En cualquier caso, la contrarrevolución de la década de los noventa, que nunca fue absoluta, se puede ver en como se debilitó la perspectiva de superar el capitalismo a través de un proceso revolucionario que coadyuvase a la consecución de la comunidad humana frente a las sociedades de clase. Este es el elemento principal de la contrarrevolución de los noventa y que todavía ondea como una pesada sombra sobre las debilidades de nuestra clase en las luchas actuales. En cualquier caso, no creemos que se pueda comparar el reflujo de los noventa con el que se inauguró a finales de los años veinte y en la década de los treinta del siglo XX, cuando era “media noche en el siglo”, y la contrarrevolución se afirmó a través de los regímenes gemelos del fascismo, el estalinismo y los New Deal socialdemócratas. Contrarrevolución que redujo a algunos puñados de minorías aisladas las estructuras proletarias y de clase de la oleada revolucionaria anterior.

13) En fin, nos es muy útil este tipo de correspondencia, para poder aclararnos comúnmente. Esperamos poder haber aclarado algo, nos parece, en definitiva, que estamos solo en el inicio de una nueva época histórica marcada por la revolución social, por la polarización social que despertará antagonismos entre las clases cada vez más fuertes y virulentos. Este es el terreno fértil para que nuestra clase se construya como partido, clarificando su perspectiva histórica: su negación como clase para negar el capital y sus relaciones sociales. Pero para eso aún queda bastante, como decía Marx tras una primera oleada europea de luchas internacionales que él vivió (la de 1848): “Mientras nosotros le decimos a los obreros: tienen que atravesar 15, 20, 25 años de guerras civiles para cambiar la situación y prepararse ustedes mismos para ejercer el poder, se les dice: tenemos que tomar el poder de inmediato, o nos podemos ir a dormir.”

Fuente: http://barbaria.net/2019/12/31/oleada-mundial-de-revueltas-y-situacion-revolucionaria/

Balance y perspectiva de las luchas proletarias actuales en todo el mundo

(Grupo Barbaria)

Este último año vemos sucederse, una tras otra, revueltas en las cuatro puntas del mapa: revueltas que llevan a Macron a revisar los búnkeres del Elíseo, que hacen a Lenin Moreno mover la sede del gobierno a Guayaquil, que asaltan cuarteles y sedes de partidos burgueses en Irak mientras reavivan la memoria de la insurrección del 91, que tiran uno tras otro primeros ministros en Haití o colocan una bandera negra en el parlamento de Hong Kong. La burguesía mundial empieza a tener miedo.

Como dijo hace unos días Cecilia Morel, la «Primera Dama» del Estado chileno, al hablar de la revuelta social en curso: «Estamos absolutamente soprepasados, es como una invasión extranjera, alienígena, no sé, y no tenemos las herramientas para combatirlas […]. Lo que viene es muy, muy, muy grave».

En efecto, lo que se viene es un nuevo ciclo de lucha de clases que está ante nuestros ojos. Desde Irak al Líbano, desde Irán a Argelia, de Sudán a Francia, desde Haití a Ecuador, de Hong Kong a Chile. Luchas que nacen desde las necesidades inmediatas, humanas, de nuestra clase, y que desde ahí abren la perspectiva histórica, larga aún, de la revolución social, del comunismo. En Chile es por la subida del metro, en Argelia por la corrupción política, en Haití por el Petrocaribe y la subida de los precios de la gasolina, como ocurre también en el caso de Francia o Ecuador. En Hong Kong empezó contra la represión, en Irak por las condiciones vida y del agua, en el Líbano por la subida de los impuestos a internet. Pero esas necesidades inmediatas tienden a generalizarse e ir más allá del motivo que causó la chispa inicial. Como se puede intuir no incluimos Cataluña, y es que se trata de un proceso ubicado totalmente en el terreno de la liberación nacional, que nace de la defensa de la condena de unos políticos burgueses y que busca la creación de un Estado catalán independiente. La voluntad o lo que creen defender aquellos que luchan en estas algaradas cuenta poco en relación a lo que toda reivindicación nacional prepara: guerras y conflictos imperialistas. La prueba para determinar la naturaleza de un movimiento no es su carácter violento o no, que no quiere decir nada, sino aquello que niega y pone en cuestión: no se niega un Estado nación construyendo otro. El Kurdistán es otro buen ejemplo de esto.

Podemos sacar algunas primeras lecciones sobre esta polarización social en curso, a partir de las «Diez notas sobre la situación revolucionaria» que habíamos escrito hace unos meses.

1) Casi todo el mundo está polarizado. Estamos entrando en el inicio de un cambio de época caracterizado por el enfrentamiento entre las clases, poniendo fin al largo período de reflujo de la década de los noventa. En realidad, estamos viviendo el desarrollo cada vez más intenso y fuerte de procesos de ascenso social de nuestra clase, que van desde el 2001 en Argentina al 2006 en Oaxaca (pasando previamente por Ecuador o Bolivia), desde las revueltas por el hambre en el 2008 en medio mundo al 2011, el año en que nuestra clase generalizó sus luchas desde el mundo árabe a España, Reino Unido, Estados Unidos o la misma Grecia.

2) El capitalismo no da más de sí. Estamos entrando en un período de revolución social porque el capitalismo está agotado como relación social: genera cada vez más humanidad superflua, expulsa trabajo vivo de la producción social, consume con creciente voracidad energía y materias primas para intentar resolver con más mercancías lo que pierde al expulsar trabajo humano. Sus crisis son y serán cada vez más catastróficas.

3) Las oleadas de lucha que emergen a nivel mundial (2001, 2008, 2011, 2019) no podemos entenderlas como eventos en sí mismos, como fotografías aisladas unas de otras. Se trata de la misma película, en el tiempo y en el espacio, que tiene un protagonista común: el viejo topo de la revolución que reclama con fuerza sus necesidades e intereses.

4) Las rebeliones y revoluciones tienen un carácter físico, material: se lucha por las necesidades inmediatas. Lo importante es analizar los hechos materiales que mueven las prácticas. Lo que el movimiento dice es importante, pero ahora es más importante lo que el movimiento hace, siempre y cuando la lucha surja de las necesidades inmediatas de nuestra clase: algo muy diferente de las luchas nacionalistas o político-electorales que se mueven completamente en el terreno de la política burguesa. La revolución inicia de un proceso de ionización en el que las moléculas sociales tienden a disponerse en un sentido de combate, polarizado, independientemente de la conciencia que tengan inicialmente de los fines de la lucha. Es lo que estamos viendo estos meses en las diferentes revueltas en curso. Nada que ver con la ilustración burguesa.

5) Este marasmo social, este choque de placas tectónicas tiene una raíz común y por eso tiende a hacerse cada vez más sincrónico. Se contagian unas revueltas a otras, desde Ecuador a Chile, de Sudán a Argelia, de Irán a Irak o el Líbano. La raíz común son las necesidades humanas que el capital ataca a partir de sus necesidades de reproducción.

6) Y, sin embargo, hay que entender que la apertura de una nueva época caracterizada por el enfrentamiento entre las clases no quiere decir que se abra un período insurreccional. Estamos aún muy lejos de esto, ya que un período insurreccional requeriría una determinación consciente, un programa, una voluntad reconocida por parte de nuestra clase: en definitiva, una inversión de la praxis que necesita de un nivel superior de organización, que necesita de partido, como explicaremos a continuación. Y aún con todo, es seguro que el choque de placas tectónicas al que estamos asistiendo será cada vez más intenso y constante, extenso y concentrado, a pesar de los reflujos que conocerá en los próximos años.

7) ¿Qué tareas nos podemos dar los revolucionarios? Estamos en el inicio de un nuevo período histórico en el que es muy importante que los procesos aprendan por sí mismos. Nuestro partido, como fuerza social que lucha por el comunismo, vive y se forma ya en el suelo de estas revueltas. Las minorías revolucionarias somos parte del proletariado y de estas luchas, no somos un partido a parte, sino aquellos que, como decía Marx, tratan de impulsar y llevar más lejos las determinaciones del movimiento, al mismo tiempo que tratan de clarificar teóricamente su práctica en torno a los objetivos generales de la clase. Como hemos dicho, que se inicie una nueva fase de la lucha de clases, un largo período de revolución social marcado por la crisis terminal del capitalismo, no quiere decir que el comunismo esté a la vuelta de la esquina. Estamos muy lejos de una situación revolucionaria: para ello es fundamental la capacidad del proletariado de constituirse en clase, en partido; es esencial la convergencia entre los procesos materiales de la lucha de clases y el programa histórico comunista que nace de esas mismas luchas. Por eso, las cuestiones de clarificación teórica y programática son hoy tan importantes. Nuestra lucha no está solo en las barricadas del presente, sino en las lecciones que se pueden extraer de las barricadas del pasado.

El camino es aún largo y, sin embargo, no puede haber vuelta atrás. Tenemos que vivir la pasión de la lucha pero también la lucha por la claridad teórica y programática.

Muchas veces, cuando debatimos en espacios «radicales» y aludimos a la necesidad de la revolución nos sentimos como alienígenas que hubieran desembarcado desde Marte. ¡Cómo! ¿La revolución? ¿Mundial? Vade retro: eso es totalitario, reaccionario. ¿Qué queréis? Pues no se trata ni de un deseo piadoso ni de un hecho de voluntad. Las revueltas y revoluciones serán un dato presente de nuestro tiempo histórico, cada vez más sincrónicas. No se trata de desear que se produzcan, puesto que lo hacen espontáneamente: se trata de dirigirlas en la perspectiva de la abolición de las clases, del Estado y de mercancía.

Por eso dedicamos estas notas a todos aquellos que habían arrojado la revolución al basurero de la historia, a todos aquellos que reducían al proletariado a masa manipulada y manipulable a voluntad, que sometían las necesidades inmediatas del proletariado, de la humanidad, a juegos de los movimientos del capital. No olvidemos jamás la fuerza y la potencia de nuestra clase.

Grupo Barbaria – Octubre del 2019

Fuentes: https://panfletossubversivos.blogspot.com/2019/10/este-ultimo-ano-vemos-sucederse.html
https://materialesxlaemancipacion.espivblogs.net/2019/10/23/texto-sobre-la-actualidad-de-nuestra-lucha/
https://proletariosrevolucionarios.blogspot.com/2019/10/balance-y-perspectiva-de-las-luchas.html
https://valladolorinternacionalista.blogspot.com/2019/11/grupo-barbaria-sobre-la-actualidad-de.html

Revuelta internacional contra el capitalismo mundial

(Proletarios Internacionalistas)

La revuelta proletaria ha explotado a lo largo del mundo confluyendo violentamente en diferentes rincones del mismo. Chile, Ecuador, Irak, Haití, Francia, Líbano, Hong Kong, Colombia, Bolivia, Honduras, Argelia, Sudán… son algunos de los lugares donde en estos últimos meses hemos salido a las calles desatando toda la cólera acumulada durante años. Bastó el anuncio de una subida del subte en Chile, de la tasa de combustible en Francia, del precio del pan en Sudán, un impuesto en las llamadas por redes sociales y en la gasolina en Líbano, o que quitaran los subsidios al combustible en Ecuador, para que como en Irak o Haití, saliéramos desesperados y furiosos ante la imposibilidad absoluta de vivir.

La insaciable sed de ganancia de la burguesía mundial está llevando a la vida en la Tierra a límites inimaginables, la contradicción entre las necesidades de valorización y la vida humana explosionan desde hace años en revueltas que hoy, con la concentración en el tiempo de decenas de revueltas, anuncian una nueva agudización del antagonismo de clases a nivel internacional. Cada barricada, cada protesta que se alza contra los sucesivos aumentos de nuestra explotación, cada corte de ruta, cada saqueo, es un llamamiento del proletariado mundial a luchar contra el deterioro de nuestras condiciones de vida, a extender y afirmar la negación de este mundo, a empuñar y levantar de nuevo la bandera de la revolución social.

Lo que nos anuncian las revueltas que hoy se generalizan por el mundo capitalista no es otra cosa que la reemergencia del proletariado, el regreso del viejo topo que nunca dejó de cavar. La llamada primavera árabe, la revuelta social en Grecia, en Turquía, en Ucrania, o las recientes luchas en Brasil o Venezuela, eran la antesala de un movimiento internacional e internacionalista que hoy lleva el miedo a todos los representantes del capitalismo mundial e insufla esperanzas y fuerzas a los proletarios de todo el planeta.

Desde el gobierno de turno que ejecuta las medidas que imponen las necesidades económicas y suponen siempre una subida de los precios de lo imprescindible para vivir; desde el patrón que nos explota directamente en el trabajo sacándonos nuestra última gota de energía; desde el mercado que nos arroja al desempleo en un mundo en el que si no tienes billetes en el bolsillo sobras y vas directo el matadero; pasando por el banco, o mejor dicho, por los bancos mundiales que aumentan nuestro grado de explotación con todo tipo de medidas de expoliación que hace que esos mismos billetes valgan cada vez menos en nuestras manos; desde cada chute más de ganancia que ejecuta la burguesía mundial a costa de envenenar el aire, el agua, la tierra, nuestra sangre o lo que comemos, pasando por todas esas innumerables organizaciones, sindicatos y partidos de izquierda y de derecha que representan “alternativas” al interior del capital y que sirven para perpetuarnos en nuestra condición de esclavos… a todos y cada uno de ellos van siendo señalados por el fuego de la revuelta como responsables de nuestros sufrimientos, como representantes del capitalismo mundial.

La potencia que ha mostrado nuestra clase en estos meses ha conseguido trastocar incluso los encuadramientos que en algunos lugares la burguesía lograba imponer para fagocitar nuestra lucha. En Hong Kong, el encuadramiento interburgués recula por la fuerza de la lucha internacional que arrincona algunas de las consignas de nuestro enemigo y determina a los proletarios a delimitarse de las mismas. Hasta en Cataluña, donde el nacionalismo parece omnipotente dirigiendo un espectáculo que arrastra al proletariado a negarse como fuerza revolucionaria, han aparecido consignas y prácticas de minorías que expresan que la fuerza revolucionaria sólo se abrirá paso fuera y contra la trampa de las banderitas nacionales.

Claro que, dicho todo esto, subrayando la importancia histórica de lo que estamos viviendo y que tiende a afirmarse en la práctica como movimiento proletario internacional e internacionalista frente a todas las tentativas de la burguesía por reprimirlo, ocultarlo, canalizarlo, deformarlo, fraccionarlo… no dudamos ni un momento que no es más que el comienzo de un proceso largo y complejo. Es difícil predecir los pulsos y desarrollos que tendrá, las idas y venidas, pero indudablemente avanza ya hacia una confrontación cada vez más internacional y generalizada, cada vez más violenta, cada vez más decisiva.

Si bien estamos ya reventando de hambre, enfermando de todas las maneras posibles y asfixiándonos por todo lo que da empuje a la economía a costa de nuestra vida y la de nuestro planeta, lo que está por venir es todavía peor. La catástrofe capitalista que se viene encima es incomparable con lo que se ha vivido hasta ahora. Las insaciables necesidades vitales de la economía capitalista piden sacrificar al ser humano y a todo lo viviente en el altar de la ganancia. Pero los proletarios hemos retomado la vía que abre la puerta a otro futuro: la pelea, la lucha intransigente por imponer una transformación radical, el ataque a las diversas instancias y representantes del capital, la afirmación en las calle de innumerables rincones del mundo de la comunidad de lucha contra el capital.

Ante la fuerza de la revuelta internacional, el capitalismo mundial responde como no puede ser de otra manera, con todo su arsenal terrorista. Durante estas semanas de protestas la democracia del capital nos recuerda que su dictadura es la más brutal que ha conocido la humanidad. Policías, antimotines y milicos salen a llenar de sangre las calles, a destrozar cuerpos, a encerrarnos, a asesinarnos, a dejarnos sin suministros y sin abastecimiento para hacernos recular, para meternos el miedo y que abandonemos las calles, para mostrarse invencible. Centenares de muertos, decenas de miles de detenidos y encarcelados, hombres, mujeres y niños mutilados y torturados por las armas que usan contra nosotros, ciudades y barrios desabastecidos para que regresemos a nuestras casas y se añore la vuelta a la tranquilidad de los cementerios.

Pese a que en algunos lugares tratamos de responder a todo ese terrorismo creando ollas y cocinas comunitarias, albergues, espacios para cuidar a nuestros hijos más pequeños mientras otros pelean en las calles, centros para tratar a los heridos y refugiar a compañeros, y también respondemos con la violencia revolucionaria, tomando por la fuerza lugares de abastecimiento, atacando a los medios de comunicación del capital, consiguiendo y repartiendo armas con las que defendernos y atacar al terrorismo del Estado, intentando que el miedo cambie de campo, intentando responder a su terrorismo expresándonos como comunidad de lucha, como comunidad solidaria, lo cierto es que aún no tenemos la fuerza suficiente para responder como se necesita al terrorismo del Estado. Es cierto, los milicos y todo su arsenal asesino no nos ha hecho retroceder, y la resistencia en las calles nos llena de determinación y coraje. Sin embargo, cuando el ejército sale a las calles a desplegar todo su terror, pese a la existencia de minorías que mantienen el pulso de la lucha y tratan de dar directivas, todavía somos incapaces de dar un salto cualitativo que cristalice en insurrección. La necesidad que hoy se nos plantea en cada revuelta es cómo profundizar y desarrollar esa insurrección.

Tenemos que retomar la senda del pasado, recordar lo que hicieron nuestros hermanos de clase entonces, cómo se cristalizaron las insurrecciones pasadas que lograron desestabilizar al Estado. Tenemos que recordar cómo se desestructuró a los cuerpos represivos, cómo se descompusieron los ejércitos, cómo enormes franjas de milicos se negaron a disparar contra la revuelta o más aún, se pasaron con la armas a su lado. La descomposición del ejército siempre fue y será un salto de calidad fundamental en toda revuelta proletaria.

Tenemos también que retomar la creación de estructuras para el abastecimiento, para la autodefensa, organizar el asalto a los centros de armamento para cristalizar las necesidades insurreccionales del enfrentamiento. Pero también necesitamos saber cuándo replegarnos en los momentos en los que la correlación de fuerzas nos es desfavorable, manteniendo la fuerza colectiva para evitar que el Estado nos barra. A veces puede ser necesario el repliegue, que no el abandono, para estructurarse, ampliar el asociacionismo y la estructuración proletaria internacional. Necesitamos también sacar a los presos, a los detenidos, etc. Pero sobre todo necesitamos que todo esto sea materializado como expresión y dirección de nuestra comunidad de lucha contra el capital. Toda tentativa de eludir la necesidad insurreccional y desarrollar en su lugar una guerra entre aparatos, o la de escindir de la propia comunidad de lucha la organización de la violencia como tarea de específica de un grupo guerrillero, son caminos que liquidan la fuerza que estamos generando. Como lo son también todas las peticiones de derechos humanos, o las exigencias de dimisiones de responsables del Estado, formas de integración democrática. Sin embargo, estamos convencidos de que nuestra comunidad de lucha aprenderá no sólo de su propia experiencia actual, sino que esa misma experiencia le hará reencontrarse con su propio pasado para buscar las formas de asumir estas necesidades. Como en Irak, donde los proletarios lanzan consignas refiriéndose a la insurrección de 1991.

No podemos obviar que el orden social existente no sólo combate nuestra lucha con balas y milicos que se lanzan contra las barricadas, sino con un conglomerado de ideologías y fuerzas que maniobran para destruir toda contestación social. Y lo que es más peligroso, esas mismas fuerzas, aprovechando nuestras propias debilidades y límites actuales, se presentan como parte de nuestra comunidad de lucha, llevando a muchos sectores de nuestra clase a identificarlas como tal. Las “soluciones” nacionales o nacionalistas, los espectáculos de asambleas constituyentes, los pedidos de depuraciones democráticas o cualquier otra reforma al interior del Estado son balas más dañinas que las que tiran los milicos, pues van dirigidas al corazón de nuestro movimiento. De nuestra determinación a contraponernos y enfrentarnos a esas fuerzas de la contrarrevolución depende la perspectiva revolucionaria, el latido de ese corazón comunitario.

No hay que olvidar que también es fundamental asumir todas una serie de tareas en los lugares donde la paz social no se acaba de romper. Claro que las mismas no tienen nada que ver con limitarse a la cuestión antirrepresiva o/y movilizaciones en embajadas y consulados que son terreno abonado para discursos reformistas y de derechos, con quejas y condenas contra los “excesos del Estado”. Ni por supuesto con defender la revuelta en tanto “pueblo que no aguanta más” y que es “reprimido brutalmente”. Estas prácticas permiten precisamente a fracciones progresistas liquidar la verdadera solidaridad de clase, hacer de la revuelta y su necesidad algo de otros lugares, ajeno, lo que justifica negarla en su propio territorio defendiendo la paz democrática y los llamados a votar al mal menor. Por el contrario, la solidaridad de clase defiende la revuelta como expresión de nuestra comunidad de lucha contra el capital, como una misma lucha contra un mismo enemigo mundial. Claro que, las necesidades y tareas que se pueden asumir en los diversos lugares viene condicionada, no por la voluntad o determinación de grupos militantes, sino por la correlación de fuerzas locales. Desde luego es necesario crear instancias y comités de solidaridad, para centralizar y difundir las distintas informaciones de la lucha, así como lo que se realiza al interior de la revuelta (la sociabilidad, los saqueos, la organización comunitaria, la autodefensa, los comunicados compañeros etc.), para contraponernos a las mentiras de los medios de comunicación, a las canalizaciones socialdemócratas; para crear redes de ayuda con los refugiados, etc. En definitiva, hay que impulsar la estructuración de nuestra comunidad de lucha internacional, buscar formas de satisfacer las necesidades que se nos plantean en la lucha y saltar los obstáculos que nos encontramos.

La revuelta proletaria que hoy pone patas arriba al capitalismo mundial deja en evidencia, frente a todos los que quieren hacernos creer que la revolución es imposible, que la única alternativa del ser humano al capitalismo es la revolución mundial. La propia lucha y lo que cristaliza, nos da la certeza de que la humanidad puede destruir esta forma de vivir basada en la comunidad del dinero, mandarla al basurero de la historia, y desarrollar una nueva sociedad basada en la comunidad humana y su unidad inseparable con la Tierra.

¡Desde diferentes países y distintos escenarios, una misma lucha contra el capitalismo!

¡Organicemos internacionalmente nuestra comunidad de lucha!!

Afuera y en contra de sindicatos y partidos

¡A profundizar la lucha contra las relaciones sociales capitalista!

Proletarios Internacionalistas
info@proletariosinternacionalistas.org
www.proletariosinternacionalistas.org

Fuente: http://www.es.proletariosinternacionalistas.org/revuelta-internacional/

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Vague mondiale de révoltes et situation révolutionnaire

(Groupe Barbaria)

Ce texte est une tentative d’approfondir la compréhension de la phase actuelle de la lutte de classe, et en même temps, il exprime comment cet effort est le résultat de la communication et de la discussion internationale menées par des minorités du prolétariat sous différentes latitudes du monde.

1) Nous croyons que nous vivons une période charnière qui met fin à la forte période de reflux que nous avons connue dans les années 90 du 20° siècle. Une période anticipée par les luttes de 2001 en Argentine, Equateur, Bolivie, 2006 à Oaxaca, 2008 les révoltes de la faim, jusqu’en 2011 dans le monde entier et sa continuation en 2013 au Brésil et en Turquie.

2) Il nous paraît important de différencier l’entrée dans une période historique de révolution sociale et le fait que nous soyons face à des situations révolutionnaires. Nous pensons que nous sommes au début de la première période, mais il y a encore beaucoup de chemin à parcourir avant la seconde. C’est-à-dire que la crise de plus en plus forte du capitalisme, le développement d’une humanité de plus en plus superflue, la crise de la valorisation, etc. vont obliger les prolétaires à lutter pour la défense de leurs conditions de vie et à activer des luttes de plus en plus fermes et radicales. En ce sens, nous vivons le début d’un processus de polarisation sociale au niveau mondial.

3) Ces luttes ont un caractère synchronisé et mondial. Elles ont tendance à se nourrir les unes des autres et la dynamique sera de plus en plus de la sorte.

4) Mais nous sommes face à une vague de révoltes, de rébellions, etc. Ce ne sont pas des révolutions ou des situations révolutionnaires où l’on pourrait renverser la praxis du capital, où l’on serait en mesure de développer une attaque contre le capital et ses rapports sociaux pour imposer dans une région du monde la dictature du prolétariat contre le capital et l’Etat. À notre avis, il y a encore beaucoup de chemin à parcourir.

5) C’est pourquoi nous devons lire ce qui se passe non pas comme une photographie mais comme un film qui connaîtra des hauts et des bas. Mais c’est un film dont l’intrigue est celle d’une polarisation sociale de plus en plus intense et concentrée ; du développement de blocs sociaux de plus en plus antagonistes.

6) Le fait d’y penser comme un film et non comme une photographie nous aide à réfléchir sur la dynamique en cours et sur le fait qu’une des tâches les plus importantes pour des minorités comme la nôtre, c’est celle de la clarification programmatique par l’étude des leçons du passé, celle de la coordination et de la communication internationale entre les différents groupes… Ce genre de questions est décisif. Il ne s’agit pas aujourd’hui de mener une insurrection victorieuse qui mettra fin au capital dans les lieux les plus avancés de la révolte en cours (Chili et Irak), mais d’essayer de développer au maximum les niveaux d’auto-organisation et d’autonomie de classe tels qu’ils existent (et qui sont une répétition fractale et impressionnante des révoltes et révolutions du passé, voir les images de la place Tahrir à Bagdad est quelque chose d’incroyable) et surtout d’assurer une défense intransigeante de nos positions communistes et anarchiques, par exemple au Chili la critique de l’assemblée constituante.

7) La défense de ces positions sera décisive pour les futurs processus à venir. Nous pensons que nous sommes au début d’une période historique qui va se radicaliser de plus en plus et s’internationaliser avec plus de force. C’est pourquoi nous répétons sans cesse qu’il est important de penser la dynamique actuelle comme un film et non comme une photographie, comme nous l’avons dit plus haut. Il ne s’agit pas maintenant d’être obsédé par l’insurrection ou par les flux et reflux des processus qui sont et seront nécessairement vécus, comme en Équateur, mais de penser à la dynamique en cours, et cette dynamique est révolutionnaire, elle va vers des niveaux d’antagonisme social de plus en plus intenses.

8) En ce sens, nous croyons en effet que nous sommes au début d’une nouvelle époque de révolution sociale. Une époque encore caractérisée uniquement par des révoltes et des rébellions et pas encore par des situations révolutionnaires dans le monde entier comme cela s’est produit il y a cent ans, en 1919. Nous sommes au début d’une époque de révolution sociale et de vague révolutionnaire comme celle qui a traversé le monde de 1910 à 1937 (surtout de 1917 à 1921) ou de 1968 à 1980. Et cette vague va continuer et se développer avec toujours plus de force.

9) Comme nous l’avons dit plus haut, un aspect de la vague actuelle est l’extension énorme de la synchronisation internationale des révoltes en cours. C’est pourquoi nous croyons pouvoir dire que la tendance à l’internationalisation des luttes du prolétariat mondial sera de plus en plus forte. Il est très emblématique de penser à la synchronisation actuelle par rapport aux débuts des vagues révolutionnaires précédentes, en 1917 ou 1968. C’est sans aucun doute l’un des éléments les plus remarquables et les plus importants du séisme actuel de la lutte des classes. Contre tous les négateurs de l’internationalisme, la lutte du prolétariat sera de plus en plus internationale.

10) Le plus important maintenant est de savoir comment pourraient être mises en place les lignes asymptotiques qui communiquent la formation révolutionnaire du prolétariat en lutte et les leçons programmatiques du passé réalisées par des minorités. En d’autres termes, comment le prolétariat peut se constituer en classe, en parti, et atteindre une cohérence, en partant de sa propre expérience, qui le conduit à afficher son antagonisme contre le capital et la valeur sous ses nombreuses formes. Et pour cela, le rôle des minorités comme les nôtres, en tant que partie de la classe, est fondamental ; ainsi que notre participation dans les moments de barricades mais aussi dans les moments de bilan, dans le flux de la lutte de classe mais aussi dans les reflux qui suivront. C’est pourquoi, des initiatives comme celles que vous êtes en train de faire là-bas sont si importantes. Quel rôle les minorités révolutionnaires peuvent-elles jouer ? C’est sans doute l’un des aspects les plus faibles que nous rencontrons dans cette nouvelle vague de lutte de classe internationale. Concrètement, cela signifie comment renforcer la centralisation et le débat autour des positions, des expériences, des bilans… entre les différents groupes des communautés de lutte dans lesquelles les prolétaires révolutionnaires et internationalistes tendent à s’organiser. Et cela signifie, en fin de compte, renforcer le rôle de la théorie révolutionnaire dans la compréhension de la nature du capital afin de rompre avec lui, reconnaître le fil discontinu de notre histoire de classe et les leçons qui peuvent être tirées des révolutions et contre-révolutions passées, et approfondir et renforcer le rôle que les minorités peuvent jouer depuis l’intérieur des mouvements de classe actuels et futurs pour critiquer les faiblesses de notre classe et chercher à faire avancer les mouvements pratiques et la clarification autour des objectifs globaux et historiques du prolétariat. Ces aspects nous semblent aujourd’hui décisifs.

11) Nous avons toujours insisté sur le fait qu’il nous semble très important d’essayer d’analyser les rapports de force entre les classes. En définitive, une période de contre-révolution est une époque marquée par la paix sociale et le triomphe absolu du capital. Ce sont les temps normaux du capital, de son fétichisme marchand et de sa logique démocratique. Des périodes qui ont été interrompues par des périodes de lutte de classe intenses, telles que les vagues révolutionnaires mentionnées plus haut. C’est pourquoi, nous pensons en effet que nous sortons d’une période de contre-révolution et de reflux social intense comme celle des années 1990. Cependant, il n’y a pas de ligne de démarcation claire entre la révolution et la contre-révolution ; il faut surtout savoir que la révolution coexiste toujours avec la contre-révolution, que les luttes actuelles suscitent partout la contre-révolution portée par la bourgeoisie.

12) Ceci dit, il est très important de savoir comment nous, les révolutionnaires, analysons les époques de contre-révolution afin de faire la distinction avec la période actuelle. Comme nous l’avons dit, nous sommes devant le début d’une époque charnière qui laisse derrière elle la phase de reflux contre-révolutionnaire des années 1990. Une période précédée de toute une série de luttes au début du siècle et surtout en 2008-2013. En tout cas, la contre-révolution des années 1990, qui n’a jamais été absolue, illustre bien la façon dont la perspective de vaincre le capitalisme par un processus révolutionnaire qui contribuerait à la réalisation de la communauté humaine confrontée aux sociétés de classe a été affaiblie. C’est l’élément principal de la contre-révolution des années 1990 et il pèse encore comme un lourd fardeau sur les faiblesses de notre classe dans les luttes d’aujourd’hui. En tout cas, nous ne pensons pas que le reflux des années 1990 puisse être comparé à celui qui a débuté à la fin des années 1920 et durant les années 1930, lorsqu’il était « minuit dans le siècle » et que la contre-révolution s’est affirmée à travers les régimes jumeaux du fascisme, du stalinisme et du New Deal social-démocrate. Une contre-révolution qui a réduit les structures prolétariennes et de classe de la vague révolutionnaire précédente à quelques poignées de minorités isolées.

13) Enfin, ce genre de correspondance nous est très utile, afin que nous puissions nous expliquer en commun. Nous espérons avoir clarifié quelque chose ; il nous semble, en somme, que nous ne sommes qu’au début d’une nouvelle époque historique marquée par la révolution sociale, par la polarisation sociale qui va susciter des antagonismes de classe de plus en plus forts et virulents. C’est le terrain fertile pour la constitution de notre classe en parti, en clarifiant sa perspective historique : sa négation en tant que classe pour nier le capital et ses rapports sociaux. Mais pour cela, il reste encore beaucoup à faire, comme le disait Marx après une première vague européenne de luttes internationales qu’il a connue (en 1848) : « Quand nous disons aux travailleurs : “Vous avez encore à traverser quinze, vingt, cinquante années de guerre civile et de conflit pour non seulement changer les choses, mais aussi pour vous changer vous-mêmes et être à même d’accéder au pouvoir politique”, ils disent le contraire : “Nous devons prendre immédiatement le pouvoir ou aller se coucher.” »

Source en espagnol : http://barbaria.net/2019/12/31/oleada-mundial-de-revueltas-y-situacion-revolucionaria/

Traduction française : Los Amigos de la Guerra de Clases

Bilan et perspective des luttes prolétariennes actuelles partout dans le monde

(Groupe Barbaria)

Au cours de l’année écoulée, nous avons vu se succéder l’une après l’autre des révoltes aux quatre coins du monde : des révoltes qui amènent Macron à visiter les bunkers de l’Elysée, qui font que Lenin Moreno déplace le siège du gouvernement à Guayaquil, qui attaquent les casernes et les sièges des partis bourgeois en Irak et qui ravivent ainsi la mémoire de l’insurrection de 1991, qui font tomber l’un après l’autre les premiers ministres en Haïti ou qui plantent un drapeau noir au parlement de Hong Kong. La bourgeoisie mondiale commence à avoir peur.

Comme l’a dit il y a quelques jours Cecilia Morel, la « Première Dame » de l’Etat chilien, en parlant de la révolte sociale en cours : « On est absolument dépassés, c’est comme une invasion étrangère, extraterrestre, je ne sais pas comment dire, et nous ne sommes pas armés pour les combattre […]. Ce qui vient est très, très, très grave. »

En effet, ce qui vient, c’est un nouveau cycle de lutte de classe qui se développe sous nos yeux. De l’Irak au Liban, de l’Iran à l’Algérie, du Soudan à la France, d’Haïti à l’Equateur, de Hong Kong au Chili. Des luttes qui résultent des besoins immédiats et humains de notre classe, et qui à partir de là ouvrent la perspective historique, encore lointaine, de la révolution sociale, du communisme. Au Chili, c’est à cause de la hausse des tarifs du métro, en Algérie à cause de la corruption politique, en Haïti à cause de l’affaire Petrocaribe et de la hausse du prix du pétrole, comme c’est aussi le cas en France et en Équateur. A Hong Kong, ça s’est déclenché contre la répression, en Irak à cause des conditions de vie et de l’eau, au Liban à cause de l’augmentation des taxes sur Internet. Mais ces besoins immédiats ont tendance à se généraliser et à aller au-delà de la raison qui a causé l’étincelle initiale. Comme on peut le voir, nous n’incluons pas la Catalogne, car il s’agit d’un processus qui se situe totalement sur le terrain de la libération nationale, qui résulte de la défense de quelques politiciens bourgeois condamnés et qui cherche à créer un Etat catalan indépendant. La volonté de ceux qui combattent dans ces protestations (ou ce qu’ils croient défendre) compte peu par rapport à ce que chaque revendication nationale prépare : les guerres et les conflits impérialistes. Le critère pour déterminer la nature d’un mouvement n’est pas son caractère violent ou non-violent, qui ne signifie rien, mais ce qu’il nie et remet en question : ce n’est pas nier un État-nation que d’en construire un autre. Le Kurdistan en est un autre bon exemple.

Nous pouvons tirer quelques premières leçons de cette polarisation sociale en cours à partir des « Dix Notes sur la situation révolutionnaire » que nous avions écrites il y a quelques mois.

1) Il y a des polarisations presque partout dans le monde. Nous entrons dans le début d’un changement d’époque caractérisé par la confrontation entre les classes, mettant fin à la longue période de reflux des années 1990. En réalité, nous vivons le développement de plus en plus intense et fort de processus d’ascension sociale de notre classe, allant de 2001 en Argentine à 2006 à Oaxaca (en passant auparavant par l’Equateur ou la Bolivie), des émeutes de la faim en 2008 un peu partout dans le monde jusqu’à 2011, année où notre classe a généralisé ses luttes depuis le monde arabe jusqu’en Espagne, en Grande-Bretagne, aux Etats-Unis ou même en Grèce.

2) Le capitalisme est dans une impasse. Nous entrons dans une période de révolution sociale parce que le capitalisme est épuisé en tant que rapport social : il génère de plus en plus d’êtres humains excédentaires, il expulse le travail vivant de la production sociale, il consomme l’énergie et les matières premières avec une voracité croissante pour essayer de remédier avec plus de marchandises à ce qu’il perd en expulsant le travail humain. Ses crises sont et seront de plus en plus catastrophiques.

3) Les vagues de lutte qui émergent dans le monde (2001, 2008, 2011, 2019) ne peuvent être comprises comme des événements en soi, comme des photographies isolées les unes des autres. Il s’agit du même film, dans le temps et dans l’espace, qui a un protagoniste commun : la vieille taupe de la révolution qui revendique en force ses besoins et ses intérêts.

4) Les rébellions et les révolutions ont un caractère physique, matériel : on lutte pour les besoins immédiats. L’important, c’est d’analyser les faits matériels qui font bouger les pratiques. Ce que le mouvement dit est important, mais maintenant ce qu’il fait est plus important, tant que la lutte découle des besoins immédiats de notre classe : quelque chose de très différent des luttes nationalistes ou politico-électorales qui se meuvent complètement sur le terrain de la politique bourgeoise. La révolution part d’un processus d’ionisation dans lequel les molécules sociales ont tendance à être disposées au combat, polarisé, indépendamment de la conscience qu’elles ont initialement des finalités de la lutte. C’est ce que nous voyons ces derniers mois dans les différentes révoltes en cours. Rien à voir avec l’illustration bourgeoise.

5) Ce marasme social, ce choc des plaques tectoniques a une racine commune et tend donc à devenir de plus en plus synchrone. Les révoltes se propagent les unes aux autres, de l’Équateur au Chili, du Soudan à l’Algérie, de l’Iran à l’Irak ou au Liban. La racine commune réside dans les besoins humains auxquels le capital s’attaque à partir de ses besoins de reproduction.

6) Et pourtant, il faut comprendre que l’ouverture d’une ère nouvelle caractérisée par la confrontation entre les classes ne signifie pas que s’ouvre une période insurrectionnelle. Nous en sommes encore loin, puisqu’une période insurrectionnelle exigerait une détermination consciente, un programme, une volonté reconnue par notre classe : bref, un renversement de la praxis qui nécessite un niveau supérieur d’organisation, qui a besoin d’un parti, comme nous allons l’expliquer ci-dessous. Et malgré tout, il est certain que la collision des plaques tectoniques dont nous sommes témoins sera de plus en plus intense et constante, étendue et concentrée, malgré les hauts et les bas qu’elle connaîtra dans les années à venir.

7) Quelles tâches les révolutionnaires peuvent-ils se donner ? Nous sommes au début d’une nouvelle période historique où il est très important que les processus apprennent par eux-mêmes. Notre parti, en tant que force sociale luttant pour le communisme, vit et se forme déjà sur le terrain de ces révoltes. En tant que minorités révolutionnaires, nous faisons partie du prolétariat et de ces luttes, nous ne sommes pas un parti à part [distinct, séparé], mais nous sommes ceux qui, comme le disait Marx, essayons de promouvoir et d’approfondir les déterminations du mouvement, en même temps que nous essayons de clarifier théoriquement notre pratique autour des objectifs généraux de la classe. Comme nous l’avons dit, le début d’une nouvelle phase de la lutte de classe, une longue période de révolution sociale marquée par la crise terminale du capitalisme, ne signifie pas que le communisme soit à nos portes. Nous sommes très loin d’une situation révolutionnaire : la capacité du prolétariat de se constituer en classe, en parti, est fondamentale pour cela ; la convergence entre les processus matériels de la lutte de classe et le programme historique communiste qui découle de ces mêmes luttes est essentielle. C’est pourquoi, les questions de clarification théorique et programmatique sont aujourd’hui si importantes. Notre lutte ne porte pas seulement sur les barricades du présent, mais aussi sur les leçons que l’on peut tirer des barricades du passé.

La route est encore longue et pourtant il n’y a pas de retour en arrière possible. Nous devons vivre la passion de la lutte mais aussi la lutte pour la clarté théorique et programmatique.

Souvent, lorsque nous débattons dans des espaces « radicaux » et faisons allusion à la nécessité de la révolution, nous nous sentons comme des extraterrestres qui auraient débarqué de Mars. Comment ! La révolution ? Mondiale ? Vade retro : c’est totalitaire, réactionnaire. Que voulez-vous ? Car il ne s’agit ni d’un désir pieux ni d’un fait de volonté. Les révoltes et les révolutions seront une donnée actuelle de notre temps historique, de plus en plus synchrones. Il ne s’agit pas de vouloir qu’elles se produisent, puisqu’elles le font spontanément : il s’agit de les diriger [de les orienter] dans la perspective de l’abolition des classes, de l’État et de la marchandise.

C’est pourquoi nous dédions ces notes à tous ceux qui ont jeté la révolution aux poubelles de l’histoire, à tous ceux qui ont réduit le prolétariat à une masse manipulée et manipulable à volonté, qui ont soumis les besoins immédiats du prolétariat, de l’humanité, aux enjeux des mouvements du capital. N’oublions jamais la force et la puissance de notre classe.

Groupe Barbaria – Octobre 2019

Sources en espagnol : https://panfletossubversivos.blogspot.com/2019/10/este-ultimo-ano-vemos-sucederse.html
https://materialesxlaemancipacion.espivblogs.net/2019/10/23/texto-sobre-la-actualidad-de-nuestra-lucha/
https://proletariosrevolucionarios.blogspot.com/2019/10/balance-y-perspectiva-de-las-luchas.html
https://valladolorinternacionalista.blogspot.com/2019/11/grupo-barbaria-sobre-la-actualidad-de.html

Traduction française : Los Amigos de la Guerra de Clases

Révolte internationale contre le capitalisme mondial

(Prolétaires Internationalistes)

La révolte prolétarienne a explosé dans le monde entier, convergeant violemment dans différentes contrées du monde. Chili, Equateur, Irak, Haïti, France, Liban, Hong Kong, Colombie, Bolivie, Honduras, Honduras, Algérie, Soudan… sont quelques-uns des endroits où, ces derniers mois, nous sommes descendus dans la rue pour libérer toute la colère accumulée au cours des années. Il a suffi d’annoncer une augmentation du prix du ticket de métro au Chili, une hausse de la taxe sur le carburant en France, du prix du pain au Soudan, d’une taxe sur les appels en ligne par le biais des réseaux sociaux et sur l’essence au Liban, ou de supprimer les subventions sur le carburant en Équateur, pour que, comme en Irak ou en Haïti, nous sortions dans la rue désespérés et furieux face à l’absolue impossibilité de vivre.

La soif insatiable de profit de la bourgeoisie mondiale qui pousse la vie sur Terre vers des conséquences inimaginables, la contradiction entre les besoins de valorisation et la vie humaine… tout cela explose depuis des années en révoltes qui aujourd’hui, avec la concentration dans le temps de dizaines de révoltes, annonce une nouvelle exacerbation de l’antagonisme de classe au niveau international. Chaque barricade, chaque protestation qui s’élève contre les augmentations successives de notre exploitation, chaque barrage routier, chaque pillage, est un appel du prolétariat mondial à lutter contre la détérioration de nos conditions de vie, à étendre et à affirmer la négation de ce monde, à brandir et hisser à nouveau le drapeau de la révolution sociale.

Ce que les révoltes qui se généralisent dans le monde capitaliste aujourd’hui nous annonce, n’est rien d’autre que la réémergence du prolétariat, le retour de la vieille taupe qui n’a cessé de creuser. Le soi-disant printemps arabe, la révolte sociale en Grèce, en Turquie, en Ukraine, ou les luttes récentes au Brésil ou au Venezuela, ont été l’antichambre d’un mouvement international et internationaliste qui fait aujourd’hui peur à tous les représentants du capitalisme mondial et donne espoir et force aux prolétaires de toute la planète.

Que ce soit le gouvernement en place qui exécute les mesures imposées par les besoins économiques et qui supposent toujours une augmentation des prix de ce qui est essentiel pour vivre… ou le patron qui nous exploite directement au travail en nous pressant jusqu’à la dernière goutte… Que ce soit le marché qui nous jette au chômage dans un monde où si tu n’as pas de fric en poche, tu restes sur le carreau et tu vas directement à l’abattoir… Que ce soit la banque ou plutôt les banques mondiales qui augmentent notre degré d’exploitation avec toutes sortes de mesures de spoliation qui rendent ces mêmes biftons toujours moins précieux entre nos mains… Que ce soit chaque nouvelle dose de profit que la bourgeoisie mondiale se shoote aux dépens de l’empoisonnement de l’air, de l’eau, de la terre, de notre sang ou de ce que nous mangeons… ou encore toutes ces innombrables organisations, syndicats et partis de gauche et de droite qui représentent des « alternatives » à l’intérieur du capital et qui servent à nous perpétuer dans notre condition d’esclaves… tous jusqu’au dernier sont désignés par le feu de la révolte comme responsables de nos souffrances, comme représentants du capitalisme mondial.

La puissance qu’a montrée notre classe au cours de ces derniers mois a réussi à bouleverser jusqu’aux encadrements que la bourgeoisie a pu imposer en certains endroits pour engloutir notre lutte. A Hong Kong, l’encadrement inter-bourgeois fait machine arrière par la force de la lutte internationale qui met au rebut certains des mots d’ordre de notre ennemi et détermine les prolétaires à s’en démarquer. Même en Catalogne, où le nationalisme semble omnipotent et met en scène un spectacle qui entraîne le prolétariat à se nier comme force révolutionnaire, des consignes et des pratiques minoritaires sont apparues qui expriment que la force révolutionnaire devra trouver son chemin seulement en dehors et contre le piège des drapeaux nationaux.

Bien sûr, cela dit, en soulignant l’importance historique de ce que nous vivons et qui tend à s’affirmer dans la pratique comme un mouvement prolétarien international et internationaliste contre toutes les tentatives de la bourgeoisie de le réprimer, de le dissimuler, de le canaliser, de le déformer, de le diviser… nous ne doutons pas un seul instant que ce n’est que le commencement d’un long et complexe processus. Il est difficile de prédire les impulsions et les développements qu’il aura, ses allées et venues, mais il ne fait aucun doute qu’il avance déjà vers une confrontation de plus en plus internationale et généralisée, de plus en plus violente, de plus en plus décisive.

Alors que nous souffrons déjà de la faim, que nous tombons malades de toutes les manières possibles et que nous nous asphyxions par tout ce qui fait tourner l’économie au détriment de notre vie et de celle de notre planète, ce qui est à venir est encore pire. La catastrophe capitaliste qui s’annonce est incomparable avec ce qui a été vécu jusqu’ici. Les besoins vitaux insatiables de l’économie capitaliste exigent le sacrifice des êtres humains, et de tout ce qui vit, sur l’autel du profit. Mais nous, prolétaires, nous avons repris le chemin qui ouvre la porte d’un autre avenir : le combat, la lutte intransigeante pour imposer une transformation radicale, l’attaque des diverses instances et représentants du capital, l’affirmation dans les rues d’innombrables régions du monde de la communauté de lutte contre le capital.

Face à la force de la révolte internationale, le capitalisme mondial répond comme il ne peut en être autrement, avec tout son arsenal terroriste. Durant ces semaines de protestation, la démocratie du capital nous rappelle que sa dictature est la plus brutale que l’humanité ait jamais connue. Flics anti-émeutes et militaires entrent en scène pour remplir les rues de sang, pour détruire des corps, pour nous enfermer, pour nous assassiner, pour nous laisser sans provisions afin de nous faire battre en retraite, nous faire peur, que nous abandonnions la rue, et pour nous montrer leur invincibilité. Des centaines de morts, des dizaines de milliers de personnes arrêtées et emprisonnées, des hommes, des femmes et des enfants mutilés et torturés par les armes qu’ils utilisent contre nous, des villes et des quartiers qui ne sont plus ravitaillés pour que nous rentrions dans nos maisons et que nous désirions ardemment le retour à la tranquilité des cimetières.

Bien que dans certains endroits nous essayons de répondre à tout ce terrorisme en créant des cuisines collectives, des abris, des espaces pour s’occuper de nos plus jeunes enfants tandis que d’autres combattent dans les rues, des centres pour soigner les blessés et abriter les camarades, et que nous répondons aussi par la violence révolutionnaire en prenant de force les lieux d’approvisionnement, en attaquant les médias du capital, en récupérant et en distribuant des armes pour se défendre et attaquer le terrorisme de l’État, en essayant de faire que la peur change de camp, en essayant de répondre au terrorisme en nous exprimant comme une communauté de lutte, comme une communauté de solidarité… la vérité est que nous n’avons toujours pas la force suffisante pour répondre comme il le faut au terrorisme de l’État. Certes, les militaires et tout leur arsenal meurtrier ne nous ont pas fait reculer, et la résistance dans la rue nous remplit de détermination et de courage. Cependant, lorsque l’armée descend dans la rue pour déployer toute sa terreur, malgré l’existence de minorités qui maintiennent l’impulsion de la lutte et tentent de donner des directives, nous sommes toujours incapables de faire un saut qualitatif qui se cristallise en insurrection. Le besoin auquel nous sommes confrontés aujourd’hui dans chaque révolte est de savoir comment approfondir et développer cette insurrection.

Nous devons retrouver le chemin du passé, nous souvenir de ce que nos frères de classe ont fait alors, comment les insurrections du passé se sont cristallisées et ont réussi à déstabiliser l’État. Il nous faut nous rappeler comment les corps répressifs ont été déstructurés, comment les armées se sont décomposées, comment des secteurs entiers de la soldatesque ont refusé de tirer contre la révolte ou, encore plus, comment ils sont passés avec armes et bagages de notre côté. La décomposition de l’armée a toujours été et sera toujours un saut de qualité fondamental dans toute révolte prolétarienne.

Nous devons également renouer avec la création de structures d’approvisionnement et d’autodéfense, organiser l’assaut des dépôts d’armes pour cristalliser les nécessités insurrectionnelles de l’affrontement. Mais nous devons aussi savoir quand se replier lorsque le rapport de force nous est défavorable, en maintenant la force collective pour éviter que l’État ne nous emporte. Parfois, il peut être nécessaire de se replier, ce qui ne signifie pas d’abandonner, afin de se structurer, de développer l’associationnisme et la structuration prolétarienne internationale. Nous devons aussi faire sortir les prisonniers, les détenus, etc. Mais avant tout, nous avons besoin que tout cela se matérialise en tant qu’expression et direction de notre communauté de lutte contre le capital. Toute tentative de contourner la nécessité insurrectionnelle et de développer en lieu et place une guerre entre appareils, ou de séparer de la communauté de lutte elle-même l’organisation de la violence comme tâche spécifique d’un groupe de guérilla, sont des voies qui liquident la force que nous générons. Comme le sont également toutes les pétitions relatives aux droits de l’homme ou les demandes de démission de responsables de l’État, c’est-à-dire des formes d’intégration démocratique. Cependant, nous sommes convaincus que notre communauté de lutte apprendra non seulement de sa propre expérience actuelle, mais que cette même expérience lui fera redécouvrir son propre passé pour chercher des moyens d’assumer ces nécessités. Comme en Irak, où les prolétaires lancent des consignes faisant référence à l’insurrection de 1991.

Nous ne pouvons pas ignorer que l’ordre social existant ne lutte pas seulement avec des moyens militaires qui sont lancées contre les barricades, mais avec un conglomérat d’idéologies et de forces qui manœuvrent pour détruire toute contestation sociale. Et ce qui est plus dangereux, c’est que ces mêmes forces, profitant de nos propres faiblesses et limites actuelles, se présentent comme faisant partie de notre communauté de lutte, conduisant de nombreux secteurs de notre classe à les identifier comme tels. Les « solutions » nationales ou nationalistes, le spectacle des assemblées constituantes, les appels à la purge démocratique ou toute autre réforme au sein de l’Etat sont des balles plus néfastes que celles tirées par les militaires, car elles visent le cœur de notre mouvement. La perspective révolutionnaire, le battement de ce cœur communautaire dépend de notre détermination à nous opposer et à affronter ces forces de la contre-révolution.

Nous ne devons pas oublier qu’il est également fondamental d’assumer toute une série de tâches dans les lieux où la paix sociale n’a pas encore été rompue. Bien sûr, elles n’ont rien à voir avec le fait de se limiter à la question antirépressive et/ou aux mobilisations dans les ambassades et les consulats qui sont un terrain propice pour les discours réformistes et sur les droits de l’homme, pour déposer plaintes et demander des sanctions contre les « excès de l’État ». Ni, bien sûr, avec la défense de la révolte en tant que « peuple qui en a marre » et qui est « brutalement réprimé ». Ces pratiques permettent précisément aux fractions progressistes de liquider la véritable solidarité de classe, de faire de la révolte et de ses nécessités quelque chose venant d’ailleurs, comme étant extérieur, ce qui justifie de la nier sur son propre territoire en défendant la paix démocratique et les appels à voter pour le moindre mal. Au contraire, la solidarité de classe défend la révolte comme expression de notre communauté de lutte contre le capital, comme une même lutte contre le même ennemi mondial. Bien sûr, les besoins et les tâches qui peuvent être assumés dans différents endroits sont conditionnés, non par la volonté ou la détermination des groupes militants, mais par le rapport de force local. Bien sûr, il est nécessaire de créer des instances et des comités de solidarité, afin de centraliser et diffuser les différentes informations de la lutte, ainsi que ce qui se fait au sein de la révolte (la sociabilité, les pillages, l’organisation communautaire, l’autodéfense, les communiqués de camarades, etc.), afin de s’opposer aux mensonges des médias, à la canalisation social-démocrate, afin de créer des réseaux de soutien pour les réfugiés, etc. Bref, il faut promouvoir la structuration de notre communauté de lutte internationale, chercher des moyens de satisfaire les nécessités qui nous sont posées dans la lutte et de surmonter les obstacles que nous rencontrons.

La révolte prolétarienne qui bouleverse aujourd’hui le capitalisme mondial met en évidence, contre tous ceux qui veulent nous faire croire que la révolution est impossible, que la seule alternative de l’être humain au capitalisme, c’est la révolution mondiale. La lutte elle-même et ce qu’elle cristallise, nous donne la certitude que l’humanité peut détruire cette façon de vivre basée sur la communauté de l’argent, l’expédier dans les poubelles de l’histoire, et développer une nouvelle société basée sur la communauté humaine et son unité inséparable avec la Terre.

De divers pays et avec des scénarios différents, une même lutte contre le capitalisme !

 Organisons notre communauté de lutte au niveau international !

 En dehors et contre les syndicats et les partis !

 Approfondissons la lutte contre les rapports sociaux capitalistes !

Prolétaires Internationalistes
info@proletariosinternacionalistas.org
www.proletariosinternacionalistas.org

Source en espagnol : http://www.es.proletariosinternacionalistas.org/revuelta-internacional/

Traduction française : Los Amigos de la Guerra de Clases

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World wave of revolts and revolutionary situation

(Barbaria Group)

This text is an attempt to deepen the understanding of the current phase of the class struggle and at the same time it expresses how this effort is the result of the international communication and discussion conducted by minorities of the proletariat in different latitudes of the world.

1) We believe that we are witnessing a pivotal period that puts an end to the strong period of ebb that was experienced in the nineties of the 20th century. A period anticipated by the struggles of 2001 in Argentina, Ecuador, Bolivia, 2006 in Oaxaca, 2008 the hunger revolts, until 2011 all over the world and its continuation in 2013 in Brazil and Turkey.

2) We consider it important to differentiate between entering a historical period of social revolution and facing revolutionary situations. We believe that we are at the beginning of the former but there is still a long way to go before the latter. That is, the increasingly strong crisis of capitalism, the development of more and more superfluous humanity, the crisis of valorization, etc. will force the proletarians to struggle in defense of their living conditions and to activate more and more strong and radical struggles. In this sense, we are living the beginning of a process of social polarization on a global scale.

3) These struggles have a synchronized and worldwide character. They tend to feed off each other and the dynamic will be increasingly this way.

4) But we are facing a wave of revolts, rebellions, etc. These are not revolutions or revolutionary situations where we could reverse the praxis of capital, where we would be in a position to develop an attack on capital and its social relations in order to impose in some region of the world the dictatorship of the proletariat against capital and the State. In our opinion there is still a long way to go.

5) That’s why we have to read what is happening not as a snapshot but as a movie that will know ebbs and flows. But it is a movie in which social polarization is increasingly intense and concentrated; with the development of increasingly antagonistic social blocks.

6) Thinking about it as a movie and not as a snapshot helps us to reflect upon the dynamic process under way and that one of the most important tasks for minorities like us is that of programmatic clarification through the study of the lessons of the past, that of international communication and coordination between different groups… These kinds of questions are decisive. Today is not about carrying out a victorious insurrection that will put an end to capital in the most advanced places of the ongoing revolt (Chile and Iraq). But it’s about trying to develop at maximum the levels of self-organization and class autonomy as they exist (which are a fractal and impressive repetition of the revolts and revolutions of the past – seeing the images of Tahrir Square in Baghdad is something incredible –). And above all it’s about ensuring an intransigent defense of our communist and anarchic positions, for example in Chile the criticism of the constituent assembly.

7) The defense of these positions will be decisive for the future processes to come. We believe that we are at the beginning of a historical period that will become more and more radical and strongly international. This is why we keep repeating that it’s important to think of today’s dynamic as a movie and not as a snapshot, as we said above. It’s not about becoming obsessed now with the insurrection or with the ebbs and flows of the processes that are being and will necessarily be experienced, as in Ecuador, but it’s a matter of thinking about the dynamic that is underway, and this dynamic is revolutionary, it is toward levels of social antagonism that are increasingly intense.

8) In this sense, we indeed believe that we are at the beginning of a new epoch of social revolution. An epoch still characterized only by revolts and rebellions and not yet by revolutionary situations all over the world as it happened a hundred years ago, in 1919. We are at the beginning of an epoch of social revolution and revolutionary wave like the one that went through the world from 1910 to 1937 (especially from 1917 to 1921) or from 1968 to 1980. And this wave is going to continue and develop with ever greater force.

9) As we said above, one aspect of the current wave is the enormous extension of the international synchronization of the ongoing revolts. This is why we do believe we can say that the tendency to the internationalization of struggles of the world proletariat will be increasingly strong. It is very emblematic to think about the current synchronization in relation to the beginnings of the previous revolutionary waves, in 1917 or 1968. This is undoubtedly one of the most outstanding and important elements of the current earthquake of the class struggle. Against all the deniers of internationalism, the struggle of the proletariat will become increasingly international.

10) The most important thing now is how can be provided the asymptotic lines that communicate the revolutionary learning of the proletariat in struggle and the programmatic lessons of the past carried out by minorities. In other words, how the proletariat can constitute itself as a class, as a party, and reach clarity, from its own experience, that leads it to display its antagonism against capital and value in its many forms. And to do that, the role of minorities like ours, as part of the class, is essential; as well as our participation in the moments of barricades but also in the moments of balance sheet, in the flow of the class struggle but also in the ebbs that will follow. That’s why initiatives like the ones you’re doing there are so important. What role can revolutionary minorities play? This is without doubt one of the weakest aspects we are dealing with in this new wave of international class struggle. Concretely this means how we can strengthen the centralization and the debate around positions, experiences, balance sheets… among the different groups of the communities of struggle in which revolutionary and internationalist proletarians tend to get organized. And this means, ultimately, strengthening the role of revolutionary theory in understanding the nature of capital in order to break with it; this means recognizing the discontinuous thread of our class history and the lessons that can be drawn from past revolutions and counter-revolutions; and this means also deepening and consolidating the role that minorities can play from within current and future class movements in criticizing the weaknesses of our class and seeking to advance the practical movements and clarification around the overall and historical objectives of the proletariat. These aspects seem decisive to us today.

11) We have always insisted that it seems very important to us to try to analyze the balance of power between classes. Ultimately a period of counter-revolution is an epoch marked by social peace and the absolute triumph of capital. These are the normal times of capital, of its commodity fetishism and its democratic logic. Periods that were interrupted by periods of intense class struggle, such as the revolutionary waves mentioned above. That’s why we indeed believe that we are emerging from of a period of counterrevolution and of intense social ebb like that in the nineties. However there is not a clear demarcation line between revolution and counterrevolution; above all it is necessary to know that the revolution always coexists with the counterrevolution, that the current struggles arouse everywhere the counterrevolution supported by the bourgeoisie.

12) Having said this, it is very important to know how we revolutionaries analyze the epochs of counterrevolution in order to make a distinction with the present one. As we said, we are before the beginning of a pivotal epoch that leaves behind the counterrevolutionary ebbing wave of the nineties. A period preceded by a whole series of struggles at the turn of the century and especially in 2008-2013. Anyway, the counterrevolution of the nineties, which was never absolute, is a good example of how the perspective of overcoming capitalism through a revolutionary process that would contribute to the achievement of human community over class societies was weakened. This is the main element of the counter-revolution of the nineties and it continues to lie like a heavy burden on the weaknesses of our class in today’s struggles. Anyway, we do not believe that the ebb of the nineties can be compared with the ebb that started in the late 1920s and during the 1930s, when it was “midnight in the century”, and the counter-revolution was affirmed through the twin regimes of fascism, Stalinism and the social-democratic New Deal. A counter-revolution that reduced the proletarian and class structures of the previous revolutionary wave to a few handfuls of isolated minorities.

13) Finally, such correspondences are very useful to us, so that we can commonly clear up many points. We hope we’ve clarified something; it seems to us, in short, that we are only at the beginning of a new historical epoch marked by social revolution, by social polarization that will arouse class antagonisms increasingly strong and virulent. This is the fertile ground for the constitution of our class as a party, clarifying its historical perspective: its negation as a class to negate capital and its social relations. But to do that, there’s still a long way to go, as Marx said after a first European wave of international struggle he experienced (in 1848): “Whereas we say to the workers: You have 15, 20, 50 years of civil war to go through in order to alter the situation and to train yourselves for the exercise of power, it is said: We must take power at once, or else we may as well take to our beds.”

Source in Spanish: http://barbaria.net/2019/12/31/oleada-mundial-de-revueltas-y-situacion-revolucionaria/

English translation: Los Amigos de la Guerra de Clases

Balance sheet and perspective of the current proletarian struggles all over the world

(Barbaria Group)

This past year we see revolts one after the other all over the world: revolts that lead Macron to visit the bunkers of the Elysée, that make Lenin Moreno move the seat of the government to Guayaquil, that assault the barracks and the headquarters of bourgeois parties in Iraq while reviving the memory of the insurrection of 1991, that topple one after the other prime ministers in Haiti or that plant a black flag in the Hong Kong parliament. The world bourgeoisie is beginning to get afraid.

As Cecilia Morel, the “First Lady” of the Chilean State, said a few days ago when speaking of the ongoing social revolt: “We are absolutely overwhelmed, it’s like a foreign invasion, alien, I don’t know how to say it, and we don’t have the tools to fight them […]. What is coming is very, very, very serious.”

Indeed, what is coming is a new cycle of class struggle that is raging under our eyes. From Iraq to Lebanon, from Iran to Algeria, from Sudan to France, from Haiti to Ecuador, from Hong Kong to Chile. Struggles stemming from the immediate, human needs of our class, and which from there open the historical perspective, still distant, of the social revolution, of communism. In Chile it is because of the increase in the metro fare, in Algeria because of political corruption, in Haiti because of the Petrocaribe Gate and the rise in petrol prices, as is also the case in France and Ecuador. In Hong Kong it began against the repression, in Iraq for the living conditions and water, in Lebanon because of the increase of the taxes on Internet. But these immediate needs tend to generalize and go beyond the reason that caused the initial spark. As one can see, we do not include Catalonia, which is a process totally located on the terrain of national liberation, which results from the defense of some bourgeois politicians who were sentenced and which seeks the creation of an independent Catalan State. The will of those who fight in these uprisings (or what they believe to defend) counts for little in relation to what each national demand prepares: imperialist wars and conflicts. The criterion for determining the nature of a movement is not its violent or non-violent character, which means nothing, but what it denies and challenges: one nation State is not denied by building another. Kurdistan is another good example of this.

We can draw some first lessons about this ongoing social polarization from the “Ten Notes on the Revolutionary Situation” that we had written a few months ago.

1) Most of the world is polarized. We are entering the beginning of an epochal change characterized by the confrontation between the classes, putting an end to the long retreat of the 1990s. In reality, we are experiencing the increasingly intense and strong development of processes of social ascent of our class, from 2001 in Argentina to 2006 in Oaxaca (passing previously through Ecuador or Bolivia), from the hunger riots in 2008 around the world to 2011, the year when our class generalized its struggles from the Arab world to Spain, the United Kingdom, the United States or even Greece.

2) Capitalism has reached a dead end. We are entering a period of social revolution because capitalism is exhausted as a social relation: it generates more and more superfluous humanity, it expels living labor from social production, and it consumes energy and raw materials with increasing voracity to try to address with more commodities what it loses by expelling human labor. Its crises are and will be more and more catastrophic.

3) The waves of struggle that emerge worldwide (2001, 2008, 2011, and 2019) cannot be understood as events in themselves, as snapshots isolated one from each other. It is the same film – in time and space – that has a common protagonist: the old mole of the revolution that strongly claims its needs and interests.

4) Rebellions and revolutions have a physical, material character: one fights for immediate needs. The important thing is to analyze the material facts that get the practices on the move. What the movement says is important, but what the movement does is more important now, as long as the struggle arises from the immediate needs of our class: something very different from the nationalist or political-electoral struggles that move completely on the terrain of bourgeois politics. The revolution starts from a process of ionization in which social molecules tend to be prepared to fight, polarized, regardless of the consciousness they initially have of the goals of the struggle. This is what we are seeing these last months in the different ongoing revolts. Nothing to do with bourgeois illustration.

5) This social slump, this clash of tectonic plates has a common root and therefore tends to become increasingly synchronous. Revolts spread to each other, from Ecuador to Chile, from Sudan to Algeria, from Iran to Iraq or Lebanon. The common root is the human needs that capital attacks from its needs of reproduction.

6) And yet, it must be understood that the opening of a new era characterized by confrontation between classes does not mean the opening of an insurrectionary period. We are still a long way from this, since an insurrectionary period would require a conscious determination, a program, a will recognized by our class: in short, a reversal of the praxis that needs a higher level of organization and that needs a party, as we will explain below. Even so, there is no doubt that the collision of tectonic plates we are witnessing will be increasingly intense and constant, extensive and concentrated, in spite of the ups and downs it will experience in the coming years.

7) What tasks can we as revolutionaries give to ourselves? We are at the beginning of a new historical period in which it is very important that the processes learn by themselves. Our party, as a social force fighting for communism, lives and is already formed on the ground of these revolts. As revolutionary minorities we are part of the proletariat and of these struggles, we are not a party apart [separate and distinct], but we are those who, as Marx said, try to promote and deepen the determinations of the movement, and at the same time try to clarify theoretically our practice around the general objectives of the class. As we have said, the beginning of a new phase of class struggle, a long period of social revolution marked by the terminal crisis of capitalism, does not mean that communism is just around the corner. We are very far from a revolutionary situation: the ability of the proletariat to constitute itself as a class, as a party, is fundamental for this; the convergence between the material processes of the class struggle and the communist historical program that comes from those same struggles is essential. That is why the questions of theoretical and programmatic clarification are so important today. Our struggle does not stand alone in the barricades of the present, but also in the lessons that can be drawn from the barricades of the past.

The road is still long and yet there can be no turning back. We have to live the passion of the struggle but also the struggle for theoretical and programmatic clarity.

Many times, when we debate in “radical” spaces and refer to the need for revolution, we feel like aliens who would have landed from Mars. What! Revolution? Worldwide? Vade retro: that’s totalitarian, reactionary. What do you want? For it is neither a pious desire nor a fact of will. Revolts and revolutions will be a current data of our historical time, more and more synchronous. It is not a question of wanting them to happen, since they do so spontaneously: it is a question of directing them [orientating them] in the perspective of the abolition of classes, of the State and of commodity.

That is why we dedicate these notes to all those who had thrown the revolution into the dustbin of history, to all those who reduced the proletariat to a manipulated and manipulable mass at will, who subjected the immediate needs of the proletariat, of humanity, to the games of the movements of capital. Let’s never forget the strength and power of our class.

Barbaria Group – October 2019

Sources in Spanish: https://panfletossubversivos.blogspot.com/2019/10/este-ultimo-ano-vemos-sucederse.html
https://materialesxlaemancipacion.espivblogs.net/2019/10/23/texto-sobre-la-actualidad-de-nuestra-lucha/
https://proletariosrevolucionarios.blogspot.com/2019/10/balance-y-perspectiva-de-las-luchas.html
https://valladolorinternacionalista.blogspot.com/2019/11/grupo-barbaria-sobre-la-actualidad-de.html

English translation: Los Amigos de la Guerra de Clases

International Revolt Against Global Capitalism

(Internationalist Proletarians)

The proletarian revolt has exploded throughout the world, converging violently in different corners of it. Chile, Ecuador, Iraq, Haiti, France, Lebanon, Hong Kong, Columbia, Bolivia, Honduras, Algeria, Sudan… are a few of the places where in recent months we have taken to the streets, unleashing all the rage which has accumulated for years. The announcement of an increase in subway fare in Chile, of the tax rate for petrol in France, of the price of bread in Sudan, a tax on social networking and on gasoline in Lebanon, or the withdrawal of subsidies for petrol in Ecuador, were enough cause for us, just like in Iraq or in Haiti, to burst out, desperate and furious in the face of the absolute impossibility of living.

The global bourgeoisie’s insatiable thirst for profit is carrying life on earth to unimaginable limits, the contradiction between the necessities of valorization and human life have been exploding since a few years into revolts that today, with the concentration in time of dozens of revolts, announces a new sharpening of class antagonism at an international level. Every barricade, every protest that rises against the successive increase in our exploitation, every road stoppage, every sacking, is a call from the worldwide proletariat to struggle against the deterioration of our living conditions, to extend and affirm the negation of this world, to once again take up and to raise the banner of the social revolution.

What the revolts that today spread throughout the capitalist world announce is nothing other than the re-emergence of the proletariat, the return of the old mole that never stopped digging. The so-called arab spring, the social revolt in Greece, in Turkey, in the Ukraine, or the recent struggles in Brazil or Venezuela, were the prelude to an international and internationalist movement which today stirs fear in the hearts of all the representatives of global capitalism and which stokes the hopes and the spirits of proletarians throughout the world.

From the government in power that executes the measures which impose the economic necessities and which always suppose an increase in the prices of the bare essentials; from the boss who directly exploits us at work, squeezing the last drop of energy out of us; from the market that casts us into unemployment in a world where if you don’t have bills in your pocket you are dead weight and are sent directly to the slaughterhouse; on to the bank, or better said to the world’s banks that increase the amount of our exploitation with all kinds of spoliation measures that cause those same bills to be worth increasingly less in our hands; from each more “fix” of profit that the global bourgeoisie shoots up at the cost of poisoning the air, the water, the earth, our blood or the things we eat, on to all of those innumerable organizations, unions and parties of the left and the right that represent “alternatives” inside of capital and which serve to keep us in slave conditions perpetually… each and every one of them will be indicated by the fire of the revolt as the culprits for our sufferings, as the representatives of global capitalism.

The power that our class has displayed in these last few months has even managed to disrupt the frameworks which the national bourgeoisie were able to impose in some places in order to absorb our struggle. In Hong Kong, the inter-bourgeois framework recoiled from the force of the international struggle which pushed some of the slogans of our enemy to the corner and caused proletarians to distance themselves from them. Even in Catalonia, where the nationalism seems omnipotent in directing a spectacle that drags the proletariat to deny itself as a revolutionary force, there have appeared slogans and practices of minorities who express that the revolutionary force will only beat its path outside of and against the trap of national flags.

Obviously, having said that, highlighting the historical importance of what we’re experiencing and what tends to affirm itself in practice as an international and internationalist proletarian movement against all the attempts of the bourgeoisie to repress, hide, channel, deform and fracture it… we don’t doubt for a moment that this is just the beginning of a long and complex process. It’s difficult to predict the pulses and developments that it will have, the comings and goings, but it is doubtlessly advancing towards a confrontation which is increasingly more international and widespread, increasingly more violent, increasingly more decisive.

If indeed we are already hunger-stricken, getting sick in all possible ways and suffocating because of everything which gives a boost to the economy at the cost of our life and that of our planet, what is yet to come is still worse. The capitalist catastrophe that is arriving is incomparable with what has been experienced up until now. The insatiable vital needs of the capitalist economy ask to sacrifice the human being and all that lives upon the altar of profit. But the proletarians have retaken the path that opens the door to the future: the fight, the intransigent struggle to impose a radical transformation, the attack on the diverse instances and representatives of capital, the affirmation of the community of struggle against capital in the streets of innumerable corners of the world.

In the face of the power of the international revolt, global capitalism responds in the only possible way, with its whole terrorist arsenal. During these last few weeks of protest the democracy of capital has reminded us that its dictatorship is the most brutal one that humanity has ever known. Police, riot squads and soldiers pour out to fill the streets with blood, to destroy bodies, to enclose us, to murder us, to leave us without supplies and provisions in order to cause us to recoil, in order to instill fear in us so that we abandon the streets, to show itself as invincible. Hundreds of dead, tens of thousands of arrested and imprisoned, men, women, and children mutilated and tortured by the weapons that they use against us, cities and neighborhoods cut-off from provisions in order to make us go home and yearn for a return to the peace of the cemeteries.

Although in some places we try to respond to all this terrorism by creating community pots and kitchens, refuges, spaces for caring for our smallest children while others fight in the streets, centers for treating the injured and sheltering comrades, and we also respond with revolutionary violence, taking places that hold provisions by force, attacking capital’s means of communication, obtaining and distributing weapons with which to defend ourselves and attack the terrorism of the State, trying to respond to its terrorism by expressing ourselves as a community of struggle, as a community of solidarity, what’s certain is that we still don’t have the sufficient force to respond as much as it is necessary to the terrorism of the State. Certainly, the military and all their murderous arsenal haven’t made us retreat, and the resistance in the streets fills us with determination and courage. Nevertheless, when the army takes to the streets to unleash all of its terror, in spite of the existence of minorities who maintain the pulse of the struggle and attempt to give direction, we’re still incapable of making a qualitative leap that crystallizes in insurrection. The necessity that presents itself to us in every revolt is how to go about developing and furthering this insurrection.

We have to retake the trail of the past, remember what our class brothers and sisters did then, how they crystallized the insurrections of the past that were able to destabilize the State. We have to remember how the forces of repression were dismantled, how the armies were broken down, how enormous swathes of soldiers refused to fire on the revolt, or even further came with their weapons to the other side. The breakdown of the army always was and will be a fundamental qualitative leap in every proletarian revolt.

We must also retake the creation of structures for supply, for self-defense, we must organize the assault on the stockpiles of arms in order to crystallize the insurrectional necessities of the confrontation. But we also need to know when to retreat in the moments in which the correlation of forces is unfavorable, maintaining the collective force in order to prevent the state from wiping us out. Sometimes retreat, but not cessation, is necessary in order to become structured, to amplify the associationism and the international proletarian structuration. We also need to liberate the prisoners, the arrested, etc. But above all we need for all of this to be materialized as the expression and direction of our community of struggle against capital. All attempts to elude the insurrectional necessity and to develop a war between military apparatus in its place, or to split the organized violence off from the community of struggle itself into a specialized task for a guerrilla group, are paths that liquidate the force which we are generating. Just as well with all the petitions for human rights, or the demands for the resignations of those in charge of the State: forms of democratic integration. Nevertheless, we’re convinced that our community of struggle will learn not only from its own current experience, but that this very experience will cause it to rediscover its own past in order to search for the way to take on these necessities. Like in Iraq, where the proletarians throw around slogans in reference to the insurrection of 1991.

We can’t disregard that the existing social order will not only combat our struggle with bullets and soldiers that are launched against the barricades, but with a conglomerate of ideologies and forces that maneuver to destroy all social contestation. And what’s even more dangerous is that these very forces, taking advantage of our own weaknesses and current limitations, present themselves as a part of our community of struggle, bringing many sectors of our class to identify themselves with them. The national or nationalist “solutions”, the spectacles of constituent assemblies, the requests for democratic purifications or any other reform inside of the State are bullets more dangerous than those which the soldiers fire, since they are aimed at the heart of our movement. The revolutionary perspective, the whip of that heart of the community, depends on our determination to oppose and confront these forces of the counterrevolution.

Neither must we forget that it’s fundamental to take on a whole series of tasks in the places where the social peace hasn’t yet been broken. Obviously these tasks don’t have anything to do with limiting themselves to the anti-repressive issue and/or mobilizations at embassies and consulates, which are the subscribed terrain for reformist discourses and the ones about rights, with complaints and condemnations against the “excesses of the State”. Nor, of course, do they have anything to do with defending the revolt as “the land can’t hold out any longer” and that it is “brutally repressed”. These practices precisely permit the progressive bourgeois fractions to liquidate the true class solidarity, to make of the revolt and its necessity something removed, pertaining to other places, which allows them to deny it upon their own terrain, defending the democratic peace and the calls to vote for the lesser evil. In contrast, class solidarity defends the revolt as an expression of our community of struggle against capital, as one same struggle against one same global enemy. It is clear that the necessities and tasks which can be assumed in the different places arrive conditioned not by militant groups, but by the correlation of local forces. Therefore it is necessary to create instances and committees of solidarity, in order to centralize and spread the distinct informations about the struggle, just as it is done inside of the revolt (the sociability, the sackings, the communitarian organization, the self-defense, the comradely communiques, etc.) in order to stand in opposition to the lies of the mass medias, to the social-democratic channeling; to create networks of aid with the refugees, etc. Definitively, we must propel the structuration of our international community of struggle, seek forms of satisfying the necessities that present themselves to us in the struggle and of overcoming the obstacles that we encounter.

The proletarian revolt that today is turning global capitalism upside-down evinces, in the face of all those who want to make us believe that the revolution is impossible, that the only alternative to capitalism that the human being has is global revolution. The struggle itself, and that which crystallizes it, gives us the certainty that humanity can destroy this form of living based on the community of money, sending it to the dustbin of history, and develop a new society based upon the human community and its inseparable unity with the Earth.

Coming from different countries and distinct scenarios, one same struggle against capitalism!

Let’s organize our community of struggle internationally!

– Outside of and against the unions and parties –

Let’s further the struggle against capitalist social relations!

Internationalist Proletarians
info@proletariosinternacionalistas.org
www.proletariosinternacionalistas.org

Source in Spanish: http://www.es.proletariosinternacionalistas.org/revuelta-internacional/

English translation: https://malcontent.noblogs.org/post/2019/11/27/international-revolt-against-global-capitalism-proletarios-internacionalistas/

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Barbaria: Bilanz und Perspektive der gegenwärtigen proletarischen Kämpfe auf der ganzen Welt

Im vergangenen Jahr sehen wir weltweit Aufstände nacheinander: Aufstände, die Macron dazu bringen, die Bunker des Elysée zu besuchen, die Lenin Moreno dazu bringen, den Regierungssitz nach Guayaquil zu verlegen, die die Kasernen und die Hauptquartiere der bürgerlichen Parteien im Irak angreifen und die Erinnerung an den Aufstand von 1991 wieder aufleben lassen, die einen Premierminister nach dem anderen in Haiti stürzen oder die eine schwarze Flagge im Parlament von Hongkong hissen. Die Weltbourgeoisie fängt an, Angst zu bekommen.

Wie Cecilia Morel, die „First Lady“ des chilenischen Staates, vor einigen Tagen sagte, als sie über den andauernden sozialen Aufstand sprach: „Wir sind absolut überwältigt, es ist wie eine ausländische Invasion, fremd, ich weiß nicht, wie ich es sagen soll, und wir haben nicht die Mittel, um sie zu bekämpfen […]. Was kommt, ist sehr, sehr, sehr ernst.“

In der Tat kommt ein neuer Zyklus des Klassenkampfes, der unter unseren Augen tobt. Vom Irak bis zum Libanon, vom Iran bis Algerien, vom Sudan bis Frankreich, von Haiti bis Ecuador, von Hongkong bis Chile. Kämpfe, die aus den unmittelbaren, menschlichen Bedürfnissen unserer Klasse hervorgehen und die von dort aus die noch ferne historische Perspektive der sozialen Revolution, des Kommunismus eröffnen. In Chile wegen der Erhöhung der U-Bahn-Tarife, in Algerien wegen der politischen Korruption, in Haiti wegen des Petrokaribe-Skandals und der Erhöhung der Benzinpreise, wie auch in Frankreich und Ecuador. In Hongkong begann es gegen die Repression, im Irak wegen der Lebensbedingungen und des Wassers, im Libanon wegen der Erhöhung der Steuern auf das Internet. Aber diese unmittelbaren Bedürfnisse tendieren dazu, sich zu verallgemeinern und über den Grund, der die Initialzündung ausgelöst hat, hinauszugehen. Wie man sehen kann, schließen wir Katalonien nicht mit ein, das ein Prozess ist, der völlig auf dem Terrain der nationalen Befreiung angesiedelt ist, der aus der Verteidigung einiger bürgerlicher Politiker resultiert, die verurteilt wurden, und der die Schaffung eines unabhängigen katalanischen Staates anstrebt. Der Wille derer, die in diesen Aufständen kämpfen (oder was sie glauben zu verteidigen), zählt wenig in Bezug auf das, was jede nationale Forderung vorbereitet: imperialistische Kriege und Konflikte. Das Kriterium für die Bestimmung des Charakters einer Bewegung ist nicht ihr gewalttätiger oder gewaltloser Charakter, was nichts bedeutet, sondern das, was sie leugnet und herausfordert: ein Nationalstaat wird nicht durch den Aufbau eines anderen verleugnet. Kurdistan ist ein weiteres gutes Beispiel dafür.

Erste Lehren über diese anhaltende gesellschaftliche Polarisierung können wir aus den „Zehn Anmerkungen zur revolutionären Situation“ ziehen, die wir vor einigen Monaten geschrieben haben.

1) Der größte Teil der Welt ist polarisiert. Wir stehen am Anfang eines epochalen Wandels, der durch die Konfrontation zwischen den Klassen gekennzeichnet ist und den langen Rückzug der 1990er Jahre beendet. In Wirklichkeit erleben wir die immer intensivere und stärkere Entwicklung der Prozesse des sozialen Aufstiegs unserer Klasse, von 2001 in Argentinien bis 2006 in Oaxaca (vorher ging es durch Ecuador oder Bolivien), von den Hungerunruhen im Jahr 2008 auf der ganzen Welt bis 2011, dem Jahr, in dem unsere Klasse ihre Kämpfe von der arabischen Welt bis nach Spanien, Großbritannien, den Vereinigten Staaten oder sogar Griechenland verallgemeinert hat.

2) Der Kapitalismus ist in eine Sackgasse geraten. Wir treten in eine Periode der sozialen Revolution ein, weil der Kapitalismus als soziales Verhältnis erschöpft ist: er erzeugt immer mehr überflüssige Menschheit, er vertreibt lebendige Arbeit aus der sozialen Produktion und er verbraucht Energie und Rohstoffe mit zunehmender Unersättlichkeit, um mit mehr Waren zu versuchen, das, was er durch die Vertreibung der menschlichen Arbeit verliert, mit mehr Waren zu kompensieren. Ihre Krisen sind und werden immer katastrophaler werden.

3) Die Wellen des Kampfes, die weltweit entstehen (2001, 2008, 2011 und 2019), können nicht als Ereignisse an sich, als voneinander isolierte Momentaufnahmen verstanden werden. Es ist derselbe Film – in Zeit und Raum – der einen gemeinsamen Protagonisten hat: den alten Maulwurf der Revolution, der seine Bedürfnisse und Interessen stark behauptet.

4) Rebellionen und Revolutionen haben einen physischen, materiellen Charakter: Man kämpft für unmittelbare Bedürfnisse. Wichtig ist, die materiellen Fakten zu analysieren, die die Praktiken in Bewegung setzen. Was die Bewegung sagt, ist wichtig, aber was die Bewegung tut, ist jetzt wichtiger, solange der Kampf aus den unmittelbaren Bedürfnissen unserer Klasse entsteht: etwas ganz anderes als die nationalistischen oder politisch-wahlrechtlichen Kämpfe, die sich völlig auf dem Terrain der bürgerlichen Politik bewegen. Die Revolution geht von einem Prozess der Ionisierung aus, in dem die sozialen Moleküle dazu neigen, polarisiert zu kämpfen, unabhängig von dem Bewusstsein, das sie anfangs über die Ziele des Kampfes haben. Das ist es, was wir in den letzten Monaten in den verschiedenen laufenden Revolten sehen. Das hat nichts mit deren bürgerlichen Illustration zu tun.

5) Dieser soziale Absturz, dieser Zusammenprall der tektonischen Platten hat eine gemeinsame Wurzel und wird daher immer synchroner. Die Revolten breiten sich aus, von Ecuador bis Chile, vom Sudan bis Algerien, vom Iran bis zum Irak oder Libanon. Die gemeinsame Wurzel sind die menschlichen Bedürfnisse, die das Kapital aus seinen Reproduktionsbedürfnissen heraus angreift.

6) Und doch muss man verstehen, dass die Eröffnung einer neuen Ära, die durch die Konfrontation zwischen den Klassen gekennzeichnet ist, nicht die Eröffnung einer aufständischen Periode bedeutet. Davon sind wir noch weit entfernt, denn eine aufständische Periode würde eine bewusste Entschlossenheit, ein Programm, einen von unserer Klasse anerkannten Willen erfordern: kurz gesagt, eine Umkehrung der Praxis, die ein höheres Niveau der Organisation und eine Partei braucht, wie wir weiter unten erklären werden. Dennoch gibt es keinen Zweifel, dass die Kollision der tektonischen Platten, deren Zeuge wir sind, trotz der Höhen und Tiefen, die sie in den kommenden Jahren erleben wird, immer intensiver und konstanter, umfangreicher und konzentrierter sein wird.

7) Welche Aufgaben können wir uns als Revolutionäre stellen? Wir stehen am Beginn einer neuen historischen Periode, in der es sehr wichtig ist, dass die Prozesse von selbst lernen. Unsere Partei, als eine soziale Kraft, die für den Kommunismus kämpft, lebt und bildet sich bereits auf dem Boden dieser Aufstände. Als revolutionäre Minderheit sind wir Teil des Proletariats und dieser Kämpfe, wir sind keine separate Partei, sondern wir sind diejenigen, die, wie Marx sagte, versuchen, die Bestimmungen der Bewegung zu fördern und zu vertiefen, und gleichzeitig versuchen, unsere Praxis um die allgemeinen Ziele der Klasse herum theoretisch zu klären. Wie wir gesagt haben, bedeutet der Beginn einer neuen Phase des Klassenkampfes, einer langen Periode der sozialen Revolution, die durch die endgültige Krise des Kapitalismus gekennzeichnet ist, nicht, dass der Kommunismus vor der Tür steht. Wir sind sehr weit von einer revolutionären Situation entfernt: die Fähigkeit des Proletariats, sich als Klasse, als Partei zu konstituieren, ist dafür grundlegend; die Konvergenz zwischen den materiellen Prozessen des Klassenkampfes und dem kommunistischen historischen Programm, das aus eben diesen Kämpfen hervorgeht, ist wesentlich. Deshalb sind die Fragen der theoretischen und programmatischen Klärung heute so wichtig. Unser Kampf steht nicht allein auf den Barrikaden der Gegenwart, sondern auch in den Lehren, die aus den Barrikaden der Vergangenheit gezogen werden können.

Der Weg ist noch lang, und doch gibt es kein Zurück mehr. Wir müssen die Leidenschaft des Kampfes leben, aber auch den Kampf um theoretische und programmatische Klarheit.

Oft, wenn wir in „radikalen“ Räumen debattieren und auf die Notwendigkeit einer Revolution verweisen, fühlen wir uns wie Außerirdische, die vom Mars gelandet wären. Was! Revolution? Weltweit? Vade retro: das ist totalitär, reaktionär. Was wollt ihr? Denn es ist weder ein frommer Wunsch noch eine Willensäußerung. Revolten und Revolutionen werden ein aktuelles Datum unserer historischen Zeit sein, immer synchroner. Es geht nicht darum, sie zu wollen, da sie spontan geschehen: es geht darum, sie in die Perspektive der Abschaffung der Klassen, des Staates und der Ware zu lenken [zu orientieren].

Deshalb widmen wir diese Notizen all jenen, die die Revolution in den Mülleimer der Geschichte geworfen haben, all jenen, die das Proletariat nach Belieben auf eine manipulierte und manipulierbare Masse reduziert haben, die die unmittelbaren Bedürfnisse des Proletariats, der Menschheit, den Spielen der Bewegungen des Kapitals unterworfen haben. Vergessen wir nie die Kraft und Macht unserer Klasse.

Deutsche Übersetzung: https://arbeiterstimmen.wordpress.com/2019/12/30/barbaria-bilanz-und-perspektive-der-gegenwaertigen-proletarischen-kaempfe-auf-der-ganzen-welt/

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