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Última actualización: 12/08/2021 | Français | English | Português |

Análisis de la actual crisis y revuelta en Cuba desde la perspectiva comunista radical

Los hechos y sus falsas versiones de derecha y de izquierda

Mediante acciones directas y espontáneas de masas que van desde hacer marchas y asambleas autoconvocadas hasta volcar a mano propia autos de la policía y saquear tiendas, el proletariado de la región cubana se está levantando en las calles contra el hambre y contra la tiranía estatal, es decir contra las miserables condiciones materiales de existencia impuestas por el capitalismo y su crisis actual, al igual que lo ha hecho el proletariado de las regiones colombiana, birmana, iraní y sudafricana durante este año, y al igual que lo hizo el proletariado de las regiones ecuatoriana, chilena, haitiana, francesa e irakí, entre otras, hace dos años.

Con todas sus debilidades, limitaciones y contradicciones internas (patriotismo, interclasismo, falta de autonomía revolucionaria, aislamiento, etc.), la revuelta proletaria de estos días en la región cubana es un eslabón o un episodio más de la tendencia hacia la recomposición de la revuelta proletaria internacional que se abrió en el 2018-2019 y se vio “interrumpida” por la pandemia y la dictadura sanitaria contrainsurreccional o la contrarrevolución preventiva del 2020-2021 por parte de todos los Estados de este planeta.

De entrada, entonces, un ABC anticapitalista al respecto: desde que existen hace ya varios siglos, el capitalismo, la crisis, el proletariado y la lucha de clases son mundiales. Las diferencias de estos en/entre cada época histórica y cada región geográfica sólo son de grado y de forma, no de naturaleza o de fondo en sus condiciones, relaciones y categorías fundamentales. Las cuales, principalmente el trabajo asalariado y la acumulación de capital, más bien se han extendido y profundizado con el pasar del tiempo en todas partes. De manera que tanto el “socialismo cubano” como la “restauración capitalista en Cuba después de la caída de la URSS” siempre han sido unos mitos: en realidad, lo que siempre ha existido en Cuba es capitalismo y lucha de clases, pero bajo otra forma y en otro grado, al igual que en la ex-URSS y en todo el mundo. Lo único que realmente ha cambiado desde la caída del bloque soviético hasta la fecha, es el predominio del capital privado con respecto al capital estatal sobre el proletariado, hoy en día más precarizado y explotado.

Por lo tanto, los dos puntos que siguen a continuación en esta parte de nuestro análisis son las dos versiones de la falsa dicotomía entre la derecha imperialista del Capital y la izquierda antiimperialista del Capital, es decir entre los dos tentáculos políticos del mismo pulpo monstruoso y gigantesco que es el sistema capitalista histórico-mundial.

Por un lado, la derecha pequeñoburguesa cubana y el imperialismo estadounidense están capitalizando política y mediáticamente esta coyuntura emergente, sobre la base material de la actual crisis económica, ecológica-sanitaria y política, así como a falta de una situación histórica revolucionaria y por ende de una dirección revolucionaria autónoma de las propias masas en revuelta.

Por eso, su versión de estas protestas masivas es la versión dominante o de la fracción dominante de la clase capitalista en los medios de comunicación, a fin de posicionar públicamente que “el socialismo no funciona” y que Cuba debe ser intervenida militar, política, tecnológica y “humanitariamente” para “reestablecer la democracia, la libertad y la paz social”, tal como en Haití o en Siria.

Por otro lado, el gobierno “socialista” cubano y la izquierda del Capital internacional sólo se enfocan a propósito en su oponente imperialista de derecha, a fin de ocultar el capitalismo y la lucha de clases realmente existentes dentro de Cuba, para así conservar su poder y su imagen de falsa revolución y falso socialismo/comunismo, al clásico estilo estalinista-orwelliano pero en versión latinoamericana.

Por eso, el gobierno de Díaz-Canel y la izquierda pro-Cuba descalifican o calumnian estas protestas masivas como “ordenadas y dirigidas por el imperialismo”, “fríamente calculadas”, “ordenadas y dirigidas desde fuera”, “manipuladas”, “vendidas”, “con agenda intervencionista”, “con proyecto golpista y colonialista”, “gusanas”, “comemierdas”, “mercenarias”, “reaccionarias”, “fascistas”, “contrarrevolucionarias”, etc. Lo cual, de hecho, es falso, absurdo, conspiranoico y cínico.

Y por eso, el Estado cubano enfrenta esta revuelta de masas combinando la represión policial y militar (a pesar del “apagón informativo” o cerco comunicacional existente, hasta el cierre de esta edición se sabe que ya hay 5 muertos, decenas de heridos y más de 150 detenidos y desaparecidos) con la movilización de las bases sociales ideologizadas y cautivas que todavía le quedan, así como también reclutando a la fuerza a jóvenes para que se sumen a las mismas. Haciendo contramarchas igual de represivas (policías de rojo) donde gritan las rancias consignas patrioteras de siempre y portan banderas nacionales y pancartas con fotos de Fidel Castro que recuerdan el culto a la personalidad en la Rusia estalinista, así como también declaraciones públicas de “antiimperialismo, soberanía nacional y socialismo”.

Pero los hechos son necios y, por más que los gobernantes y sus secuaces se esfuercen, el hambre y la rabia masivas no se pueden ocultar.

Las causas coyunturales y sus datos

Por un lado, es la actual crisis económica y sanitaria; más concretamente, la estrepitosa caída del PIB en un 11% −la peor en las últimas 3 décadas−, de la balanza comercial −déficit de 9 000 millones de dólares, considerando que el 80% de productos para el consumo son importados−, de las divisas por el turismo −la 2da fuente de ingreso de la economía y la población cubanas, después de la exportación de profesionales o “capital humano”− y de la producción y exportación de azúcar −por falta de combustible y avería de las máquinas−, debido a la pandemia, y también debido a la reforma monetaria y cambiaria que fue decretada a fines del año pasado por el gobierno de Díaz-Canel −llamada “Tarea Ordenamiento”− que, en lugar de contrarrestar la crisis, la empeoró (la cura le salió peor que la enfermedad).

El resultado de lo anterior es que actualmente hay desempleo, desabastecimiento e inflación: hay escasez de trabajo, de dinero, de alimentos, de medicamentos y de servicios básicos para la mayoría de la población en Cuba (decimos para la mayoría de la población, porque la burguesía burocrático-militar cubana y los turistas extranjeros gozan de todo tipo de privilegios). Como siempre ha sido bajo ese régimen, pero hoy más que ayer, con el agravante del rebrote del Covid-19 (muestra del fracaso del sobrevalorado y mistificado sistema médico cubano, por cierto) y su impacto altamente negativo en la salud, la economía y la vida cotidiana.

Más en concreto todavía: en octubre de 2020, 8 de cada 10 cubanos sobrevivían con lo justo, el 67% de las familias calificaba la alimentación diaria como deficiente, mientras que a 6 de cada 10 familias la libreta de abastecimiento les cubría sólo de 5 a 10 días al mes. Después de la “Tarea Ordenamiento” en diciembre de 2020, tal situación empeoró: aumentó el desempleo en el sector público al mismo tiempo que la proletarización y la tasa de explotación (“mano de obra barata”) en el sector privado, los servicios y bienes de la canasta básica subieron entre 500% y 600% (la luz, el agua y los medicamentos se volvieron prácticamente impagables), y tanto las remesas de familias en el exterior como los depósitos bancarios locales fueron “retenidos” o “congelados” parcial y temporalmente por el Estado. A todo esto, se suma el aumento de casos de contagio (más de 275 000 personas) y muerte (más de 1 800 personas) a causa del rebrote de Covid-19 en la isla. Así como también es muy posible que hayan aumentado los casos de depresión y suicidio.

En otras palabras, este es un malestar social que se viene acumulando a diario desde hace décadas, se agudiza desde el año anterior y termina explotando este año, por las razones mencionadas anteriormente. La mayoría de la población de ese país hoy está más hambrienta, enferma y desesperada que nunca antes.

Por eso hoy, al grito de “comida, electricidad y vacunas”, los desposeídos y hambrientos de Cuba salen a las calles a protestar masivamente, como no lo habían hecho hace décadas. Se podría decir, entonces, que se trata de una “revuelta del hambre” en lo que va del año en curso, tal como las que estallaron en todo el mundo durante el 2008, año de la crisis alimentaria. Todo esto, en el contexto de la crisis de valorización que caracteriza a la actual crisis del capitalismo, como telón de fondo.

Por otro lado, es la crisis política; más específicamente, la “falta de instituciones democráticas” o de “poder popular” que canalicen y amortigüen las demandas sociales. Esto no es un “error en la construcción del socialismo” o una “contradicción de la revolución”, porque en Cuba no existe tal revolución, sino que, incluso desde el punto de vista politológico y demócrata de la “gobernabilidad” y la “hegemonía”, el régimen cubano ya no es legítimo ni sostenible, si no es a punta de represión y mentira institucionalizadas (p. ej. mediante los “Comités de Defensa de la Revolución-CDR”).

Ahora bien, desde una perspectiva anticapitalista y antiestatal, la otra causa coyuntural −con elementos de causa estructural− de esta revuelta es el poder totalitario que la privilegiada burocracia estatal ejerce sobre la población en ese campo de concentración caribeño o gulag tropical que es Cuba; mejor dicho, la dictadura capitalista y burocrático-militar del Partido “Comunista” Cubano (PCC) de la adinerada y poderosa familia Castro y del Grupo de Administración Empresarial S.A. (GAESA) de otros caudillos militares −dueños y accionistas de más de la mitad de las empresas, ganancias e incluso “Panama Papers” de ese país− sobre el proletariado −cada vez más precarizado, explotado, enajenado y oprimido−, como en su tiempo lo fue la URSS de Lenin y Stalin, así como la China de Mao (ésta última hasta la actualidad, junto a Corea del Norte y Venezuela).

Las evidentes diferencias entre Cuba y Rusia o China es que a mediados del siglo pasado la primera se convirtió en la nueva y pequeña colonia azucarera, con un “carismático” caudillo militar a la cabeza, de aquellas grandes potencias capitalistas-imperialistas asiáticas que se disfrazaban de “comunistas”; y que, a diferencia de las segundas que hoy siguen siendo potencias pero ya hipermodernizadas, la primera se quedó petrificada u oxidada en el pasado, de lo cual no obstante ha hecho su capital turístico para la clase media-alta europea y norteamericana, así como un fetiche de nostálgico apego emocional para la también clasemediera izquierda latinoamericana del Capital que defiende religiosa y visceralmente el mito del “socialismo cubano”.

Por el contrario, el proletariado anónimo de la región cubana está harto de malvivir de esa manera. Está harto de tanta miseria y opresión estatal. Por eso es que en estos días se ha volcado a las calles en masa gritando “abajo la dictadura” y “libertad”.

En este sentido, ya no es sólo una “revuelta del hambre” sino también una revuelta política, en la que lamentablemente, en ausencia de una situación histórica e internacional revolucionaria, el instinto de clase y la espontaneidad no bastan. El proletariado cubano también ha sido también subdesarrollado y reprimido en materia de lucha revolucionaria por parte del Estado cubano. Razón por la cual, esta revuelta está siendo capitalizada política y mediáticamente por la fracción derechista e imperialista del Capital mundial, mientras es reprimida física y simbólicamente por la fracción izquierdista y antiimperialista del mismo Capital mundial.

En otras palabras, el proletariado en revuelta de “La Isla” se encuentra literalmente aislado, desarmado y atacado en todo aspecto. Y, como demuestra la historia de la lucha de clases, el aislamiento condena a toda revuelta −y a toda revolución− a la derrota.

Las causas estructurales y sus datos

NO es el “bloqueo imperialista” −como repiten los fanáticos del régimen castroestalinista−: EE.UU. es el 9no proveedor de artículos importados de la isla. Desde el año 2019, hay 32 grandes empresas yanquis (como Visa, Accor, Mastercard o Amazon) que invierten en ese país. Además, Cuba comercia con 170 países y actualmente el 40% de sus exportaciones está “asistido” por China.

Tampoco es un inexistente “Estado obrero degenerado” ni una “restauración capitalista” en Cuba desde la década de 1990 −como arguyen los trotskistas−, porque no se puede restaurar el Capital −entendido como relación impersonal y fetichista de producción y reproducción social, y no como simple propiedad jurídica o formal sobre los medios de producción− donde nunca ha sido extirpado, y porque lo único que realmente cambió desde entonces es el predominio del capital privado con respecto al capital estatal sobre el proletariado cada vez más precarizado y explotado.

¿Entonces? Es la crisis económica, política y social del subdesarrollado Capitalismo de Estado [*] cubano que, a su vez, es dependiente del mercado mundial. Es el mito del “socialismo cubano” que se cae en los hechos por su propio peso o por sus contradicciones capitalistas y luchas de clases internas, no desde la caída de la URSS, sino desde que empezó en 1959 y más aún hoy en día en la segunda década del siglo XXI, a causa de la crisis general y multidimensional del capitalismo mundial, manifestada concretamente en la crisis económica y sanitaria actual, y acompañada de protestas y revueltas proletarias cada vez más frecuentes y explosivas pero, al mismo tiempo, efímeras y sin dirección revolucionaria autónoma y contundente de las propias masas, a falta de una situación histórica revolucionaria.

Este contexto histórico-estructural y global de catástrofe capitalista generalizada y lucha de clases no revolucionaria, signado por el desarrollo desigual, el caos, la turbulencia y la incertidumbre, es el que realmente explica las crisis, las protestas y las revueltas en todas las naciones del planeta durante los últimos años, de las cuales la revuelta actual en Cuba es sólo un episodio más, eso sí, con sus ya mencionadas particularidades.

Conclusiones y perspectivas de fondo

Dado el actual contexto mundial de catástrofe económica y ecológica-sanitaria, contrarrevolución preventiva y revueltas efímeras sin dirección revolucionaria autónoma de masas, que hoy en día se manifiesta de manera más aguda en países como Cuba, lo más probable es: que esta revuelta proletaria contra el hambre y la tiranía estatal siga siendo capitalizada política y mediáticamente por la derecha pequeñoburguesa de ese país, el imperialismo estadounidense y sus corifeos internacionales; que la burguesía estatal “socialista” la siga calumniando y reprimiendo hasta derrotarla, so pretexto de que es “contrarrevolucionaria”, asimismo con el beneplácito de sus corifeos internacionales de izquierda; y, que las masas explotadas y oprimidas de la región cubana sigan acumulando hambre, enfermedad, desesperación, rabia, experiencia de lucha y lecciones de la misma hasta un nuevo ciclo de estallidos sociales del proletariado internacional contra el capitalismo mundial (lo cual, según el propio FMI, es posible que ocurra desde el 2022).

Pero, para quienes hacemos el esfuerzo de ver la realidad sin anteojeras ideológicas ni mistificadoras, esta revuelta proletaria espontánea se lleva al menos el mérito de destruir, en los hechos y en pleno siglo XXI, el mito del “socialismo cubano” y su base ideológica que es el marxismo-leninismo, porque en realidad no son otra cosa que capitalismo y socialdemocracia “radical”, respectivamente. En una palabra: no son la revolución, son la contrarrevolución. El régimen político-militar-empresarial del Partido “Comunista” Cubano y su holding GAESA no defiende ninguna revolución. Defiende la contrarrevolución capitalista y su dictadura sobre el proletariado de esa región. Es la fracción izquierdista, estatista y antiimperialista del Capital mundial en el Caribe. Quienes defienden este régimen son, por tanto, igual de contrarrevolucionarios, aunque crean y digan ser lo contrario.

Para que quede más claro aún y no se preste a burdas y malintencionadas tergiversaciones por parte tanto de derechistas como de izquierdistas del Capital: la causa de la actual crisis y revuelta en Cuba NO es que “el socialismo no funciona”, y NO es tampoco “el bloqueo imperialista” de EE.UU. Frente a tanta noticia y análisis falsos de lado y lado, lo cual es propio de la falsa dicotomía izquierda/derecha, toca remarcar el ABC anticapitalista autónomo al respecto: lo que existe en Cuba NO es socialismo o comunismo, es capitalismo puro y duro; más específicamente, es un subdesarrollado Capitalismo de Estado que participa de manera subordinada y dependiente en el mercado mundial, y que hoy está en crisis porque el capitalismo histórico e internacional está en crisis.

¿Por qué? Porque no puede existir “socialismo en un solo país”, ya que el capitalismo es mundial. Porque la estatización o nacionalización de la agricultura, la industria, el comercio y la banca no es lo mismo que la abolición real −no sólo formal o jurídica− de la propiedad privada sobre los medios de producción, distribución y consumo. Y, sobre todo, porque en el comunismo no existe producción de mercancías, trabajo asalariado, extracción de plusvalía, ley del valor, mercado, competencia, empresas, acumulación de capital, dinero, clases sociales, Estado, patriarcado, mafias, corrupción, prostitución ni fronteras nacionales. Por el contrario, en Cuba existe todo eso, no como categorías abstractas sino como realidades muy concretas y cotidianas. Sí, en Cuba existe clases sociales: explotadores y explotados, opresores y oprimidos, marginadores y marginados. Por eso es que existe lucha de clases en Cuba, muestra irrefutable de lo cual son las protestas de las masas proletarias de todos los sectores, sexos, “razas” y generaciones contra el Estado capitalista disfrazado de “socialista” en ese país, durante los últimos días.

En fin, en cualesquiera de sus versiones, formas o apariencias, el sistema que en realidad ya no funciona es el capitalismo. Sin embargo, éste todavía sobrevive en medio de su descomposición, debido a la falta de condiciones y situaciones revolucionarias que sólo las mismas contradicciones estructurales del capitalismo y las luchas de clases reales en proceso pueden producir −las cuales son fenómenos materiales y espontáneos de masas, que además llevan varias generaciones−, y no la conciencia, la ideología, la propaganda, la voluntad y el activismo político de unas cuantas organizaciones y personas de izquierda y ultraizquierda.

La perspectiva comunista radical contenida en este análisis de coyuntura es producto, no de unas cuantas mentes brillantes y delirantes, sino de la misma lucha de clases histórico-mundial y de nuestra situación concreta de vida y lucha. En ese marco, los comunistas antiestatales e internacionalistas estamos del lado de los explotados y oprimidos que luchan por sus vidas sin representantes ni intermediarios y sin importar su nacionalidad, porque los proletarios no tenemos patria. De hecho, una de las consignas más contrarrevolucionarias que puede haber es aquella de “patria o muerte”, como la que repite automáticamente el actual gobierno izquierdista cubano y sus acríticos seguidores allá y en todas partes. En cambio, nosotros estamos en contra de toda forma de capitalismo y de Estado-nación, incluido el “Estado socialista” que en realidad es Capitalismo de Estado, determinado a su vez por el mercado mundial. Por consiguiente, estamos en contra tanto de la derecha como de la izquierda del Capital, ya que ambas no son contrarias sino competidoras complementarias y alternantes en la administración del Estado y la Economía capitalistas. En el caso cubano, la izquierda del Capital en el Estado es una burocracia político-militar-empresarial que explota o extrae plusvalía al proletariado, lo vigila y lo reprime brutalmente, hace jugosos negocios con empresas transnacionales, y ha apoyado a sangrientas dictaduras de otros países tanto de izquierda como de derecha.

En síntesis, estamos en contra del capitalismo, de sus defensores de derecha y de sus falsos críticos de izquierda. Al mismo tiempo, estamos a favor de la autonomía proletaria expresada en la acción directa y la autoorganización de masas, de la ruptura revolucionaria y de la revolución comunista mundial. Porque la emancipación de los trabajadores será obra de los propios trabajadores o no será. Porque sin ruptura con las falsas críticas y falsas alternativas al capitalismo no habrá revolución. Y porque la revolución será antimercantil, antiestatal e internacional o no será.

Por eso es que, en el actual contexto histórico y mundial que todavía es contrarrevolucionario, estamos a favor de las protestas y revueltas proletarias en todas partes contra las miserables condiciones materiales de existencia de nuestra clase y contra todos los gobiernos del Capital, como lo es la actual revuelta en Cuba, a pesar de todas sus debilidades, limitaciones y contradicciones. Porque la mejor “escuela de formación” para el proletariado es la misma lucha de clases, y ésta, a su vez, es el único modo de producir crisis revolucionarias y gérmenes de comunismo y anarquía. Sobre todo, estamos a favor de aquellas luchas que muestren gérmenes y tendencias de autonomía de clase y de ruptura con las condiciones capitalistas y, en especial, con su propia condición de clase explotada y oprimida. Gérmenes que se pueden atisbar en las revueltas de los últimos años. Sin dejar de ser objetivos y críticos de las mismas. Con la perspectiva de que las contradicciones y los conflictos sociales se agudicen, que la correlación de fuerzas se invierta, que la revuelta proletaria global retorne, y que ésta se critique y se supere a sí misma para que se transforme en revolución social −no política, social− internacional.

Revolución en la cual se insurreccione y se comunice todo lo existente, a fin de ponerle freno a la actual catástrofe capitalista y de crear una vida que merezca ser vivida por todos en todas partes, incluida la región cubana. Revolución que, sobre la base de la abolición del trabajo asalariado y el intercambio de mercancías, realice la abolición de la sociedad de clases, géneros, “razas” y nacionalidades. Sustituyéndola por nuevas y múltiples relaciones sociales no mercantiles, no cosificadas y no jerárquicas entre individuos libremente asociados sin separaciones o fronteras de ningún tipo, en equilibrio con la naturaleza.

Mientras tanto, el capitalismo y la lucha de clases seguirán desarrollándose desigual y catastróficamente en todo el planeta, hasta que a la humanidad no le quede más opción que comunismo o extinción. Y de esto, nada ni nadie quedarán a salvo. Cuba hoy sólo es un crítico episodio más de este drama histórico-mundial en proceso.

Proletarios Cabreados

Quito, julio 2021

[*] Aquí hay que precisar que “Capitalismo de Estado” es una expresión acuñada y usada por parte de algunos sectores de la izquierda comunista histórica para denunciar el carácter capitalista de los “países comunistas” como la URSS, mal llamados así tanto por la izquierda como por la derecha del Capital, ya que el capitalismo es mundial y, por consiguiente, el comunismo sólo puede ser mundial; y sobre todo, porque en esos países las relaciones y categorías capitalistas fundamentales (valor, mercado, empresa, trabajo asalariado, acumulación de capital, dinero, clases sociales, Estado, ideología…) nunca fueron extirpadas, sino que se mantuvieron intactas y se continuaron desarrollando. En realidad, Capital y Estado son inseparables: en esta sociedad, el Estado sólo puede ser el Estado del Capital, puesto que es el resumen o la cúspide institucional de las relaciones sociales capitalistas de base que, a su vez, administra con violencia y otros aparatos de dominación tales relaciones, por más que adopte formas, grados y administradores diferentes, como en este caso una burocracia autodenominada “comunista” o “socialista” sobre la base de la propiedad estatal de los medios de producción de mercancías y de plusvalía. Por lo tanto, desde la perspectiva comunista, en rigor lo correcto es hablar de capitalismo a secas y no de capitalismo de Estado. Pero, en este artículo usamos esta expresión imprecisa ateniéndonos a su mencionada carga histórica específica, así como también para enfatizar la crítica comunista de todo tipo de Estado. Considerando además que muchos lectores no están familiarizados con estos conceptos y estos debates.

La misma lógica de fondo aplica, por cierto, para la expresión asimismo falsa de “neoliberalismo” o “capitalismo de libre mercado”, que en cambio es usada y abusada por la socialdemocracia antineoliberal y neokeynesiana, cuando en realidad “la mano invisible del mercado” no puede funcionar sin “el puño de hierro del Estado” y viceversa. Otro ejemplo de la falsa dicotomía izquierda/derecha que la perspectiva comunista critica y rompe afirmando que el comunismo es la contraposición viva y la abolición/superación tanto del mercado como del Estado.

Fuente: http://proletariosrevolucionarios.blogspot.com/2021/07/analisis-de-la-actual-revuelta-en-cuba.html

Volver al año 1994:

Cuba o el fin del “socialismo” tropical

Arafat se quema los dedos en Palestina, Mandela no sabe dónde esconder su jeta en África del Sur, en América, otra formalización del Estado capitalista encontrará (en cuanto a su forma actual), pronto su epílogo. Se trata de Cuba, en donde el largo y persistente mito internacional desarrollado durante las décadas pasadas, que llevó a que todo estudiante un poquito “contestatario” pusiera un cartel del Che en su cuarto como símbolo de la victoria del socialismo tropical liliputiense frente al más terrible de los imperialismos planetarios, el tío Sam. Pero ahí, como en todas partes, las contradicciones que corroen en forma cada vez más potente al capital van produciendo inexorablemente la desaparición de otra de las ilusiones que la ideología capitalista reprodujera durante décadas: la existencia del socialismo en una sola isla, la existencia de un paraíso tropical en donde se aliarían la arena, las palmeras, la salsa con la revolución social. Pamplinas, fruslerías, sandeces, espejismos, en las cuales sueñan todavía los sectores infantilistas del stalinismo (y el trotskismo), así como los guevaristas apegados a Cuba como su última esperanza (8).

La realidad es mucho más prosaica que esa carta postal para turistas sociales deslumbrados por las “sensaciones fuertes”. Desde hace años el proletariado vive en su propia carne ese “socialismo” tropical y en su sufrimiento comprueba que no es diferente a los otros campos de trabajo que constituyen el infierno capitalista que soportamos en todos lados hasta en los más recónditos rincones del mundo. Los castristas en el poder, como toda otra fracción burguesa que ejerce esa función, se ven forzados cada vez más a tomar las invariantes medidas que atacan directamente las ya miserables condiciones de vida de los proletarios. Para seguir siendo competitiva en la loca y catastrófica carrera por la ganancia, la burguesía local a pesar de estar pintada radicalmente de rojo recurre exactamente al mismo tipo de medidas que toda otra fracción burguesa. Con el cuento de la “defensa de las conquistas socialistas” se pretende hacer aceptar la miseria cotidiana, cuando se habla de “nuevo esfuerzo nacional” o de segundo, tercero o cuarto “período especial” el proletariado cubano sabe que significa más mierda, más privaciones, más penuria, más “arréglate como puedas”, más de la loca carrera para “resolver” (9) a la cual todo cubano se ha acostumbrado…

La implosión del bloque “soviético”, en el cual los actuales gestionarios cubanos se habían alineado en la confrontación mundial interburguesa, ha agudizado las contradicciones que descomponen ese minúsculo campo de trabajo asalariado del Caribe. Desde 1989 se han sucedido sin cesar los anuncios de planes, períodos especiales, medidas de austeridad para responder a esa situación de falta de apoyo financiero y de intercambio mercantil privilegiado con el ex-bloque ruso. Dicha ayuda e intercambio había permitido hacer de ese modelo una vitrina para el mundo y como tal constituía un arma en la guerra imperialista. Así en base a la llegada sin compensación de varios miles de dólares diarios (2.000 reconocidos oficialmente), durante añares, el Estado había podido otorgar ciertas ventajas sociales, como una mejora sensible en la educación, la gratuidad de la medicina, etc. que le permitían un mejor control de la fuerza de trabajo y el aparecer como una alternativa frente a largas capas del proletariado internacional. Es evidente que esta vitrina de “socialismo real” localizada en pleno campo adverso de la “guerra fría” capitalista era una provocación permanente del imperio ruso frente al espectacular y rutilante supermercado del tío Sam. Ese pequeño costo de mejora social en la enseñanza, la salud… con el que tanto se llenó la boca el “socialismo” burgués en el mundo era por otra parte, desde el punto de vista del bloque imperialista correspondiente, la condición indispensable para que Cuba mantuviera durante décadas un nivel importante de unidad nacional que le permitió jugar un papel decisivo como cuña avanzada en la lucha interimperialista (incluso en el terreno militar) no solo en América, sino en otros continentes como en África. Hoy la vitrina no es más que un anacronismo desfigurado y pálido, porque los administradores actuales ya no disponen de esa masa de divisas dulces que les permitió comprar algunas décadas de tranquilidad social a cambio de su accionar en la competencia imperialista y no saben cómo seguir escondiendo la estrepitosa quiebra de ese modelo.

Como en otras partes y aunque el discurso sea otro, pasan a segundo plano, junto con el discurso de la “defensa del campo socialista” los viejos métodos de explotación heredados de su hermano soviético, como los sábados voluntarios, los contingentes y otros esfuerzos para aumentar “la productividad” (en realidad se trata de un aumento de la intensidad –en muchos casos también de la extensión de la jornada o la semana laboral– y por lo tanto de la explotación) y se pasa a hablar de los beneficios de la economía de mercado. En agosto de 1993, se anuncia otro gran paso adelante, la “dolarización”, cuando en realidad se trata de oficializar algo que resulta imposible de reprimir: desde hace ya mucho tiempo en el mercado negro se paga muchísimo más que en el oficial por los dólares y para la compra de muchísimos objetos de consumo corriente la población se ha visto obligada a procurarse dólares en el mercado negro (¡¡cada vez se cambian más efigies de Guevara o Marti para obtener una de Washington o Hamilton!!). Al mismo tiempo se otorgan facilidades para atraer las inversiones extranjeras, lo que como es obvio solo puede dar resultado si se asegura una mayor tasa de ganancia y de explotación en paz social. Como es obvio en las empresas preexistentes que se le entregan en explotación al capital extranjero (en este sentido el sector turismo fue el pionero, ya hace más de un lustro grandes empresas internacionales han hecho inversiones importantes) lo primero que se hace es la racionalización y disminución del personal, en otras palabras se mantienen solo a los obreros más “productivos” y sumisos y a los otros se los envía al paro luego de haberseles agradecido –¡no faltaba más!– por los leales servicios prestados a la “patria socialista”. En muchas fábricas “estatales” en donde la exacerbación de la explotación capitalista en los últimos años había provocado un creciente absentismo, se “privatiza” y se intenta –como en las grandes sociedades anónimas, como la General Motors,– interesar a los asalariados en los beneficios de la empresa. Se espera de esta manera darle un estímulo a la producción que sigue decreciendo, lo que para nosotros constituye una muestra de la resistencia proletaria frente a las campañas de movilización masiva y el permanente encuadramiento militar que ha caracterizado la lucha de clases en la isla en los últimos años.

En el primer semestre de 1994, la subida de los precios del transporte, de la gasolina, de la electricidad, del agua, de la cantina de las empresas, etc… terminan de romper la vidriera de ese supermercado llamado “socialismo cubano”. La situación se vuelve tan preocupante que hasta organismos centrales del Estado mundial como el Fondo Monetario Internacional se inclinan ante la cabecera de ese enfermo grave que ya tiene el ataúd en el placard, de ese último paraíso “socialista”. Se adopta un plan de “ajuste” diseñado por el ex-ministro español de economía Solchaga que sin sorpresas nos anuncia que la sola y única solución a la crisis es: reforzar la disciplina en el trabajo, privatizar las empresas no rentables… es decir casi todas. Si este plan se ejecutase en todo su rigor se podría provocar una verdadera catástrofe, dado que, según lo que se calcula, habría que dejar desocupados a unos 3 millones y medio de trabajadores, es decir a más de un 30 por ciento de la población. Y ello luego de añares de ficción de que todos trabajan o dicho de otra forma de aplicación del viejo modelo stalinista de pleno empleo artificial en donde gracias a que se subsidia a los desocupados y se cierra los ojos sobre su “improductividad” se garantiza la paz social.

Aunque los administradores centrales castristas reconocen la necesidad de ese plan, el temor frente a las posibles consecuencias sociopolíticas de su aplicación, hace que los mismos parezcan como tetanizados. En el seno mismo de las empresas la agitación se propaga, se discute a los gritos porque cualquiera sabe que el pan que se llevan a la boca depende de eso, en muchos lados se rechazan las medidas que las direcciones de las empresas quieren imponer. Aunque la burguesía mundial se encuentre muy preocupada en la cabecera del lecho del enfermo cubano, todavía no se han animado a aplicar la terapia de choque propuesta por el FMI. Como en los buenos viejos tiempos de las permanentes visitas de los expertos rusos, ahora se multiplican las delegaciones de los expertos extranjeros. Una delegación patronal francesa elabora su diagnóstico: “Cuba podría constituir un mercado emergente con un buen potencial” más para ello se requiere asegurar la paz social. Pero lamentablemente para esos mismos tiburones de la finanza francesa, el actual equipo dirigente no es capaz de nada y se refugia en un inmovilismo que ninguna oposición interior creíble es capaz de quebrar.

A pesar de los temores de explosión social, que conlleva la incapacidad a aplicar un programa general como quisieran algunos sectores del capital, algunas medidas consideradas inevitables se van imponiendo lo que en todos los casos empeora la ya dramática situación de explotación y opresión que vive cotidianamente el proletariado: supresión de las subvenciones a los productos alimenticios, cierre progresivo de algunas empresas por ser consideradas no rentables, limitación de las asignaciones por desocupación a tres meses,… medidas que sin excepción son justificadas en nombre de la llamada “patria socialista” y la promesa de “un mañana mejor”.

Pero hasta las consignas están gastadas y nadie recita, como sucedía en los tiempos de las vacas gordas que el Estado ruso necesitaba mantener, los estribillos lanzados por Fidel Castro. Miles y miles de proletarios están dispuestos a todo para escaparse de la isla, esperando encontrar una tabla de salvación en Estados Unidos. Con cualquier cosa se construye una improvisada balsa; familias enteras se cotizan para comprar en el mercado negro a precios enormes uno o dos salvavidas que permitan a uno de ellos escaparse de ese infierno y luego, desde el extranjero, intentar hacer salir a los otros. Lo que siempre se reprimió en un momento dado explotó y el gobierno de Fidel Castro pasó a utilizar la política del “laissez faire, laissez paser”, porque en el fondo se comprende como necesario el sacarse de arriba a los proletarios molestos y siempre desconformes e imponerle, a sus competidores directos, los Estados Unidos, el exceso de bocas a alimentar.

Pero la reacción proletaria no se limitó a salir de Cuba. Dentro del país ya no queda nadie para creer en las promesas demagógicas de los burgueses que ayer fueron guerrilleros. Ya no se aceptan los sacrificios en el altar de la producción nacional y el “socialismo”, ya no hay proletarios para creer, repetir y aplicar las consignas que siguen recubriendo los destartalados muros que caracterizan las ciudades cubanas.

A partir del 5 de agosto de 1994 reaparecen las luchas que los ilusos y teóricos del socialismo en un solo país consideraban desaparecidas para siempre. Y no es que en los años anteriores no hayan habido luchas proletarias, acciones de expropiación de comercios, etc.; sino que esa revuelta, por su fuerza, marca un salto cualitativo. Durante esos días, desde la Habana vieja y la zona portuaria extendiéndose a los barrios vecinos, diferentes grupos de proletarios se rebelan e intentan una fuga en masa de esa miseria de “socialismo”. Calificados por los milicos y los otros agentes del aparato represivo castrista de “elementos antisociales y delincuentes”, varios miles de manifestantes pasan a la acción directa y atacan los edificios públicos y diversos establecimientos oficiales; muchos de ellos intentan tomar por asalto barcos para escapar. Los enfrentamientos con la milicada fueron sumamente violentos, reconociéndose oficialmente numerosos heridos y un milico muerto.

Como en todos los otros casos en el mundo la importancia del estallido social es ocultada mundialmente, el black-out impuesto por la burguesía local en cuanto a la información es retomado mundialmente por todos los medios internacionales de información. Mientras que todos los apologistas de esta caricatura de “socialismo” cacarean que Cuba es víctima de “una vasta campaña de propaganda imperialista” nosotros constatamos prácticamente que las relaciones de la burguesía local con el resto de la burguesía internacional son cada vez más fraternales mientras que en su conjunto tienen cada vez mayores dificultades para ocultar la verdadera naturaleza social de las luchas en la región. Ya en años anteriores habían habido importantes explosiones sociales más o menos canalizadas hacia las entradas en las embajadas y la fuga del país; luego en 1993 había sido más difícil esconder el “no aguanto más” que gritaban sectores del proletariado de la Isla. En julio de 1993 hubo violentos enfrentamientos en el puerto de Cojimar en donde los proletarios se oponían a los milicos que intentaban apresar a algunos que querían escaparse del país. En dichos enfrentamientos hubo varios muertos. Un mes después en agosto del 93 las autoridades manifiestan su “profunda preocupación frente a los actos de vandalismo” que se suceden en respuesta a la situación desesperante y en particular frente a los interminables cortes en el suministro de energía eléctrica en diferentes barrios de La Habana.

Todas las informaciones concretas que hablan de luchas de clases son calificadas como “chismes” inventados por la “quinta columna yanqui”. Y sin embargo el muy “socialista” Ministro de Relaciones Exteriores declaraba entonces que existía “una cierta tensión en la provincia” y que se produjeron “importantes incidentes provocados por civiles que robaron armas y uniformes en la región de Guantánamo”. Otros “rumores” recientes, hablan del “enorme malestar interno”, del exilio de hijos de importantes dignatarios oficiales, de importantes deserciones en las filas del P“C” cubano, de purgas en las brigadas de choque Blas Roca por “indisciplina”. Decididamente “¡no va más!” en el casino cubano; pues aunque el Estado siga contando con las fuerzas que garantizan el orden y la represión (10), las mismas se encuentran minadas por las contradicciones sociales y por las deserciones y “traiciones” cada vez más frecuentes.

El 19 de agosto de 1994, el presidente norteamericano Clinton, anuncia que a los fugados de Cuba se les acordará automáticamente el “estatuto de refugiado político”. Los mismos serán llevados a la base de Guantánamo (11) adonde los han precedido ya 15.000 proletarios (¡Boat People, dice la prensa!) provenientes de Haití. El día antes de ese anuncio, los proletarios provenientes de Haití se habían revelado contra sus miserables condiciones de sobrevivencia y enfrentado a los militares norteamericanos, provocando 4 heridos entre ellos. El 20 y el 21 de agosto, la revuelta continuó profundizándose en toda la base de Guantánamo transformada ahora en campo de concentración. El balance de ese fin de semana de enfrentamientos fue de 65 heridos.

La salida de Cuba se generaliza, decenas de miles de proletarios intentan por cualquier medio escaparse del infierno. Por centenas son recogidos de las aguas y llevados como presos a Guantánamo. El número de candidatos a salir es tan grande que el propio capital norte-americano ve el asunto con honda preocupación y presiona para lograr un acuerdo. Al fin se firma un protocolo entre “el imperialista yanqui” y “el socialista Castro” con el objetivo de controlar mejor ese flujo incesante de “peligrosos” elementos; contra la promesa de inversiones directas americanas en Cuba (es decir promesa de extraer más plusvalía de los obreros de la Isla!), el gobierno de la isla se compromete a impedir nuevamente por la violencia todo nueva salida de proletarios hacia USA.

Ese acuerdo entre “hermanos enemigos” se comprende tanto mejor teniendo en cuenta la inestabilidad social general existente hoy en el seno mismo de Estados Unidos. El Estado de Florida se ha ido transformando en otro polvorín social con el incesante aflujo de fuerza de trabajo barata proveniente de Haití, de Cuba, así como de otras regiones del Caribe, México y América Central. La burguesía norteamericana no tiene demasiado entusiasmo ante la idea de que se reproduzcan revueltas como la de Los Ángeles en 1992 o las de Miami en 1980, en el seno mismo de la potencia más poderosa de la tierra. Es precisamente por eso que Clinton ha dado su empujoncito para expulsar a los militares duvalieristas del poder en Haití y ayudado a Castro en Cuba para fijar y mantener por la fuerza a los proletarios en esa isla obligándolos así a continuar valorizando el ser supremo mundial: el Capital. Pues a pesar de los espejitos de colores que en comparación a las vidrieras vacías de Cuba parecen brillar desde Estados Unidos los mismos se disipan demasiado rápido cuando la inmigración se concreta poniendo en evidencia que tampoco USA tiene nada que ofrecer a los proletarios de la zona diferente a lo que encuentran antes de salir: explotación, miseria, control policial.

Con la implosión del bloque ruso, la burguesía triunfante nos había anunciado el nacimiento de una nueva aurora para toda la Humanidad. El “nuevo orden económico” con el que tanto se jactaron todos los que tienen interés en mantener el mundo como está, no es otra cosa que un gigantesco desorden en donde se enfrentan cada vez más violentamente las diferentes fracciones del Capital y que necesariamente tiende a nuevas repolarizaciones. La impresionante putrefacción de la sociedad que soporta la humanidad está llamando a una sola y única respuesta proletaria: ¡la revolución mundial!

Pero, si bien sabemos que el comunismo como la muerte de la sociedad burguesa constituyen hechos ineluctables, contenidos en el desarrollo de las contradicciones de las relaciones sociales actuales, nosotros sabemos también que la negación positiva de la sociedad del capital solo puede ser realizada por el proletariado organizado en clase y por ello en partido. En esta línea histórica nuestra tarea esencial es hoy la de estructurar, centralizar los núcleos comunistas que emergen de las luchas del proletariado en todo el planeta. Nuestras perspectivas de destrucción del orden social actual no se limitan a tal o cual región del mundo, sino que se sitúan claramente en la acción internacional e internacionalista. Para ello, llamamos a todos los militantes de nuestra clase a hacer circular las informaciones de las luchas que revientan por todas partes bajo el sol oscuro del mundo del valor, a coordinar la acción directa contra la burguesía de todos los países y a centralizar esta actividad práctica! (12)

(8) Ultima esperanza y última ilusión de la funesta ideología stalinista de construir el socialismo en un solo país, que invariantemente ha llevado al desarrollo del capitalismo formalmente estatizado en una búsqueda frenética y sin éxito de competir internacionalmente en base a un aumento de la extensión y la intensidad de trabajo, que inexorablemente condujo a los campos de trabajo y de concentración.

(9) “Resolver” es la expresión que utilizan los cubanos de ese arréglate como puedas, la población pasa el día buscando “resolver” lo indispensable para comer.

(10) En Cuba, el Estado estima disponer de las siguientes fuerzas del orden: 50.000 hombres preparados contra motines dependientes del Ministerio del Interior, 10.000 hombres de las brigadas de choque Blas Roca y de aproximadamente un millón de milicianos teóricamente movilizables en caso de fuerza mayor.

(11) Base militar de USA situada en territorio cubano, en el Sur de la isla, cuya concesión fuera “acordada” luego de una operación norteamericana de represión y mantenimiento del orden llevada adelante en… 1898!! Nótese que la burguesía ha extraído las lecciones de las luchas precedentes, porque hoy no encierra, como en el éxodo masivo de 1980, a los proletarios en campos diseminados por todo el territorio de USA. En esa época, varias revueltas estallaron en esos campos, entre otros en el del Fuerte Chafee en Arkansas, estado cuyo gobernador no era otro que un señor denominado… ¡Bill Clinton! Es para suscribir tales revueltas y aislarlas mejor que se encierra a todos los proletarios escapados del “paraíso socialista” y se los envía manu-militari a Guantánamo; a pesar de lo cual, luego aquí también las revueltas proletarias se han transformado en moneda corriente.

(12) Este artículo fue redactado originalmente en francés en el mes de setiembre de 1994.

Fuente: Comunismo no.36 – Febrero 1995

Lea también:

El mito del “socialismo cubano”: el izquierdismo burgués disfrazado de comunismo

Fuente: Comunismo no.38 – Febrero 1996

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